ué, tomándolo del brazo para evitar que mata
o que representaba el Boss en ese estado. El enojo de mi padre parecía aumentar con cada seg
spués de encargarme de él, sigo contigo. -Quitó el seguro de la Makarov con un chasquido
os, si mi padre no se sentía particularmente piadoso. ¿En qué demonios estaba pensando al acostarme con un guard
l arma con tanta fuerza que los nudillos se le pusieron blancos-. ¡Obligaste
xplicarle, con el corazón golpeando en mis
olcaste con este asqueroso! -gr
egándome a ver el baño de sangre que probablemente había provocado. No me consideraba una mujer miedosa -en el mundo donde crecí
Pak
a
pad
B
-su voz sonó más calmada,
pie, con la pistola apuntándole al rostro. La bala había p
-advirtió mi padre, con una serenidad qu
ia, sino esa oscuridad que precedía al cast
su funda. Me tranquilizó un poco saber que, al menos por ahora, nuestras vidas no
entía que el aire en la habitación se e
n la voz firme de quien ha
antes de pensarlo-. No puedes
reguntó con tono glacial-. Tendrás muchas más dificultades para convertirte en líder. Y po
nidad-. Cumpliré lo que ordene para restablecer el honor de Dom
un error glorioso, sí. La química entre nosotros fue innegable, pero eso no justificaba semeja
omiso lo más pronto posible. Y tam
stía poder en el mundo que pudiera cambiar su decisión. Bajé
ré afuera. -ordenó
". Alonzo estaba abrochándose la camisa, el cabello aún revuelto
iuda muy pronto. -
sita, como si mi am
erdo, en algún punto de la madrug
eé poder borrarlo de su memoria... y de la mía. Ese era el problema de hablar
recorriéndome, aunque cuando me giré, él fingía atarse los zapatos con la mayo
stodiaban la puerta, y tuve que contenerme para no gritarles que ano
ta. Ninguno dijo una palabra sobre Alonzo, lo cual me tr
ión. -empecé con voz firme-. Casarme con Alonzo es
ta que necesitaba. El Boss nunca reconsideraba nada. Mi madre siempr
con tono neutro, cruzando una pierna sobre la otra-. Tienen el presupuest
reció a lo lejos, imponente como siempre. Una figura nos esperaba en la entrada. Cuando el vehículo se detu
. -susurré p
madre no necesitaba gritar para destruirte: su decepción dolía más que cualquier bala.

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