se comporta como una vulgar asesina a sueldo? -interrogó, golpeando la mesa. E
mismo lo hizo cuando tenía mi edad. También había supervisado personalmente mi entrenamiento, sabía defen
enojarme; detestaba que
taba sentado, así que quedamos a la misma altura-. Esas cucarachas seguían
e. Su rostro tenía una expresión desencajada y
, por lo que normalmente mamá intervenía antes de que la discusión pudiese escalar. Sabía que papá jamás atentaría co
ué no -afirmé. En teoría sí podía, pero no dejaría que tuviese la última palabr
o trabajos de inferiores -exclamó, tajante-. Y p
labios me hizo enderezar la espalda. Enarqu
re -ordenó al voyeviki q
alguien; el voyeviki reverenció a mi padre y se apartó, dejando ver a la
aldi, pupilo de la Bratv
señalando la silla a mi lado. Intenté pasar por alt
cediendo? -exigí, tute
ndo caer la bomba-. Necesito a alguien de confianzaas, Alonzo Rinaldi era el último que deseaba tene
dome de pie-. Si no le encuentras un lugar, asígnalo como guardaespaldas
a Bratva no es una democracia; aquí el líder soy y
contrario-. Papá, no puedes hacerme esto; ¿cómo me van a respetar mis hom
ntar-. A partir de hoy el señor Rinaldi se unirá a tu cue
ara evitar que los golpeara con la puerta. Todos sabían que nada terminaba bien cu
uve mi andar repentinamente. Di la vuelta, encontrándome con mi nuevo guardaespaldas. La simple
este puesto mucho tiempo -le señalé, alzando el mentón-.
para ser mi guardaespaldas y el de cualquier otro miembro de la familia. Había entrado a la organización desde niño: su padre trabajaba como espía de
de despojarme de mi car
ció en mi boca. No sabía
n seguridad-. Haré de tu vida un infierno en la tierr
onder. Una vez allí me dejé caer sobre la cama; había sido un día duro y
te, mis voyeviki estaban de mi lado y a ninguno le cayó bien el tipo. La lealtad era algo importante en la organización y ellos
arde. Usualmente entrenaba con el resto de los voyeviki para mejorar mi
esté de acuerdo... -
me habré ido. No te perdonaré que me dejes sin vi
s nunca nos habíamos llevado bien; por lo general terminábamos a golpes.
ima orden antes de marcharme para prepararme-. L
blico y otros clandestinos. Pero cuando eres la hija del Boss no hay ninguna puerta o ventana cerrada para ti. Hacía frío, así que lleva
o de mis voyeviki, mirándome por el retrovisor-.
con el resto. Normalmente salía con cinco o seis de ellos y uno solo equivalía a diez soldados entrenados, por lo que podía e
biado mucho, modernizándose para atraer más turistas, aunque seguía siendo pequeña para llamarla ciudad. Era territorio d
ya habían llegado-. Solo dos vendrán conmigo; el resto tomarán sus puest
ían más malos que atractivos; era un requisito para mantener a las personas alejadas. Sin embargo, Alonzo tenía una imponencia que hasta entonces
qué demonios estaba
ba de mi cuello y un anillo que revelaba quién era estaba en mi dedo medio. ¿Por qué elegí a A
nillo y se apartó de inmediato. Subí con mis voyeviki por el ascensor hasta el último piso del edifici
stedes a mi lado -añadí
vi algunos chicos guapos, pero ninguno era de mi completo agrado. Resoplé por lo bajo, aburrida: ¿dónde estaban los
Pronto dejé de pensar en los problemas y empecé a divertirme. Las luces me atrajeron y l

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