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a fortuna para estar con mi novio, Eugenio. Lo seguí por todo
para ir con su primer amor, Brenda, quie
una selfie íntima con él
eo de él en un bar, r
onriendo con suficiencia a la cámara-. Un collar n
icio, todo reducido a esa palabra. Me di cuenta
de ida a la Ciudad de México y le envié un
en volver a casa
ítu
ista de Ji
novio, Eugenio Herrera, me dejó plantada para irse con su primer
n como un abrazo. Pero hoy, se sentía empalagoso, cargado de decepción. Había pasado toda la mañana preparando un festín para dos: el pavo, una cremosa cazuela de ejotes justo como le gustaba
haber llegado
simple "¿Todo bien?", enviado hace cuarenta y cinco minutos, seguía sin respuesta. Un nudo frío y familiar se apre
n hábito para adormecer la creciente inquietud.
tó la res
recía grasa en su mejilla. Detrás de ella, desenfocado pero inconfundible, estaba Eugenio. Estaba de rodillas, trabajando en las tuberías debajo d
de una inundación en pleno Thanksgiving. Hay gente que simplemente
hér
tía como una actuación diseñada para una audiencia de una sola persona: yo. El emo
su rostro. Era la sonrisa suave y desprotegida que rara vez me dedicaba ya, aquella de la qu
tas horas de la noche, las frases de "solo somos amigos", todo encajó, formando una imagen tan clara y devastadora como la que estaba en
me daba náuseas. Tomé mi celular y
mina
y marqué un número que n
con la voz firm
pués, mi celular
significa eso? No se
vibra
parando un sándwich. Llego en una hora y
da caliente y una sonrisa forzada, lista para ser apaciguada con un beso y una disculpa a medias. Siempre creyó q
a Monterrey, dejando atrás a mi familia y una prometedora carrera en la Ciudad de México. Acepté un trabajo de bajo perfil como dibujante en un pequeño despac
pequeña para ca
pequeña. Ya no iba a
ó, y supe que no le daría importancia. Estaba co
una notificación, pero no era de Eugen
producir antes de que una fría se
de Brenda estaba en una pequeña ventana en la esquina, con aire de suficiencia. La pantalla principal most
mos"? -preguntó uno de sus amigos
cerveza y se encogió de hombros, co
quiere atención. Es Acción de Gracias. Seguro está
gos se
era la vas
ender. Se le pasará. Siempre se le pasa. -Luego miró directamente a la cámara de su laptop, sus ojos en
a pantalla, como si pudiera acaricia
empezaron
güey! ¡Es obvio que si
copia y quédate
isita, un sonido r
onciliarse con Jimena. No está bien. -Sus palabras eran
aún más. Volvió a negar con la ca
Un collar nuevo o un viaje de fin de semana,
deo t
de mí. Siete años de amor, de sacrificio, de construir una vi
a biblioteca, la luz del sol atrapada en su cabello oscuro, riéndose de algo que un amigo decía. Quedé instantánea e irrevocablemente prendada. Pasé u
y suavemente me acomodó un mechón de cabello rebelde detrás de la oreja. "De hecho", había dicho, su voz un murmullo grave, "estaba a punto de invitarte a salir". Me
siempre, que era el comienzo perfecto
do, como una fotografía dejada al sol,
ábamos en la cama, enredados en las sábanas después de hacer el amor, y en
vez que sentí el agarre helado de la inseguridad. No nos hablamos durante tres días. Finalmente rompió el silencio, apareciendo en
bía explicado, su voz áspera por la fatiga-. Me
amaba. Quería creerle. Así que lo hice. Acepté el relicario, dej
u pasado, una sombra que no podía tocar la brillante y sólida realidad de nuestro amor. Cre
decidió mudarse a Monterrey después de graduarse, no lo dudé. Me peleé con mi familia, le di la espalda a la vida que habían planeado para mí y lo seguí sin pensarlo dos veces. Las palabras
cía que me amaba antes de dormir. Prometió que nos casaríamos, que construiríamos la casa de nuestros sueños juntos, que ca
on a desmoronarse. Empezaron las llamadas a altas horas de la noche. Las citas canc
taba, las cosas que me compraba, los lugares a los que me llevaba, todo era un ensayo. Estaba practicando conmigo, perfeccionando el papel del novio devoto para el día en que la verdadera estrella de su espect
a para pasar el tiempo hasta que su verd
s festivos juntos? Probablemente n
olvidado.
amilias poderosas. Con Kael Osorio. Apenas lo conocía, pero conocía su reputación. Brillante, implacable, el CEO hecho a sí mismo de Vanguard
e limpio. Una nueva vida. Un futuro en el que nunca
lviéndome al presente. Era un m
aste? Deja este juego ridículo. Voy para
sonrisa amarga se d
ía. Todavía pensaba
edos moviéndose con una velocidad
gues, ya me habré ido. Regreso a
espuesta. Apagué mi celu
bado. De ver

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