vista d
ría la última vez, sosteniendo la caja con sus cosas. Se sentía más pesada
lmente cálidos, estaban tensos por la preocupación. "Eliana, querida. Qué
sa vacía. "Solo vine a
una máscara en blanco. Me señaló hacia su suite, y subí la imponen
olesté
l empalagoso aroma del perfume barato de Catalina. Estaba de pie
familia Montero bordado sobre el corazón, un símbolo de su p
xtendió por su rostro. Pasó una mano por l
a. Me vio y su rostro se endureció. "Eli", dijo, el vi
año arrogante, con los ojos fríos e impacientes. La última brasa de
escalera, justo afuera de su puer
de niños, cartas que le había escrito- se estrellaron y se hicieron añic
sa", ordenó, su voz un comando bajo y peligroso. "
piaba suavemente el derrame con un paño, sus movimientos tiernos. "Te dará frío sin chamarra", le
entileza, que ya no mostr
da y hueca en mi pecho. Cerca de la puerta principal,
centímetros del mío. "Voy a tomar t

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