vista d
re mí. Oí un jadeo
¡Dios mío
da de preocupación, pero pude o
. Vi la mano de Celeste extenderse, sus dedos de manicura perfecta flotando
é graznar, mi voz r
vía me daba vueltas. La habitación giraba. La sa
Su rostro se contrajo e
. Siempre me rechazas.
ariz, ya hacién
a voz de Gael retum
ahí fuera? Celest
e tan frágil. Corrió hacia la silla de ruedas de Gael, sus manos inmediat
bien, Gael. Solo int
n la mirada, sus o
Celeste está tratando de apoyart
lusa, o la mancha fresca en el sue
r encima de su hombro. Fue sutil, fugaz, pero la vi. La malicia pura y sin ad
por la irritación-. Solo... vete. Hablaremos más
una sola vez. Desaparecieron en el dormitorio, la puerta se
en la pared. Era una imagen simple: una familia de monigotes tomados de la mano, un sol brillante en la esquina, y un
uería que todos fuéramos felices. Una nueva ola de dolor, aguda y
gar. Se sentaba junto a la ventana, observando a los niños del vecindario reír y perseguirse, c
una bolsita de panditas caros. Fue un lujo raro, algo para lo q
ofreciéndole la bo
s más brillantes con una mano delicada, apenas mirándolo. Leo, siempre tan dulce, había dividido cuidadosamente el resto, dejand
un hombre enfermo, creyendo que su tía era una figura amable y solidaria. Murió por sus mentiras. Murió corriendo
o que Leo desapareciera. El escalofriante acuerdo de Gael. La sang
a en su almohada, las lágrimas que habían sido contenidas por el shock ahora corrían por mi rostro, calientes e
robablemente estaban juntos, en su habitación, como siempre. Las "sesiones de rehabilitación" que supuestame
sa. Y luego, Celeste, interviniendo, ofreciéndose "desinteresadamente" a cuidar de su hermano "enfermo". Y
inodoros, empapándome bajo la lluvia, ellos estaban aquí. En es
ente. Fue transferida. Toda. A Celeste. Ahora era la dueña. El imperio tecnológico que Gael h
do juntos. En esta casa. Probablemente en la cama de Gael. Mientras mi hijo daba sus últimos y agónicos suspiros, ellos
ra se instaló. Mi dolor se convirtió en un infier

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