oria
so lascivo. Mis manos no temblaron. Saqué una foto nuestra, de nuestra boda, y la que
álbum de fotos. Todas las fotos de los cerezos que Franco me había plantado. Las arranqué y las tiré a l
voz de Franco, lisonjera, llena de adoración, dirigiéndose a Rubí. "
ación de amor ardiente, una promesa de devoción eterna. "
bras que una vez me hicieron creer en el amor. Luego, l
la puerta. De repente, la puerta del dormitorio se abrió. Franco. Es
" preguntó, su vo
. Había recibido la confirmación de l
la calma. "Solo una cuenta de redes soc
ió satisfecho con mi respuesta. Se acercó y me ab
mor?" preguntó, su voz suave.
r," respondí, m
asombro. "¿Có
había enojado con él, y él siempre regresaba con mi plato favorito, su rostro lleno de promesas
ar. Pensé. Y una vez que dejas de amar, ninguna c
ue le gusta a su esposa," dije, m
cosas que no puedo ocul
mi sonrisa se borró. "
se había ido. "Una emergencia," de
pasos. En la calle, Rubí lo esperaba. Mi
lleno de furia. "¿Qué haces aquí? ¡T
co. No puedo vivir sin ti. No puedo vivir sin nuestro
lla te llevará a casa." Su voz era fría, despiadada. "Y n
principio se resistió, pero luego cedió. Sus manos se deslizaro
e di la vuelta antes de que él pudiera
ocupación. "Mi amor, tengo que irm
. Mis ojos vacíos, sin b
voz tan suave como la seda.
tortura. Luego, se fue. El sonido de su co
ron de mis ojos, silenciosas, amargas. Tiré
puerta. Mi último vistazo a la ma
un mensaje a Franco. "Abre
mediato. "Lo harem
a, sin alegría. No,
de Rubí. Cada foto. Cada aud
caminé hacia la salida. La luz de la mañana, brillante y nueva,

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