ó de nuestro abrazo, su mandíbula tensándose mientras miraba la pantalla. Murmuró una disculpa y se alejó,
con porte, se
no vamos todos a cenar? Celebremos este... maravilloso compromiso, ¿les parece? -Su
mi estallido público, la explicación del "ensayo" de Arturo. Estaba mortificada. No noté que A
inmediatamente se lanzó a una queja teatral sobre que "ciertas personas" llegaban tarde a cenar,
l tamaño perfecto, mientras yo tenía que luchar con la mía. Incluso empujó las papas fritas extra crujientes de su plato al
erca de él, sus dedos rozando su brazo-. Me compraste esa torre de macaron
genuino y cálido que ra
mo torcerme el brazo -d
con Ángela. Me había dicho que solo fue a París por un viaj
tar algo de ligereza-, ¡tú nunca me compras
o despectivo
particulares. No querría comprarte algo q
compromiso. Arturo recordaba cada detalle de las preferencias de Ángela, sus hábitos peculiares, lo que le molestaba. Sin embargo, cuando ordené mi comida, casi me pide camarones, s
u atención a mí, su voz g
o siempre dijo que eras muy 'trabajadora'. Siempre está tan orgulloso de ti, ya sabes. -Sus palabras
ecio sutil de Arturo por mi pasión creativa, una corriente constante en n
debió haber sentido mi retraimiento porque se vol
é? Estás un poco
el "viaje de negocios" de Arturo, estaba entre ellos, junto con algunos otros que rec
s aterrizaron en mí y su sonrisa vacil
orpresa! -dijo Arturo, su v
pulento llamado David, le dio un
iste que finalmente ibas a formalizar las cosas con Ángela! -Sus ojos se dirigi
miré la mano de Ángela, donde el mismo anillo exacto, todavía claramente demasiado grande, descansaba. Mi corazón se hundió,
a todo, sig
r primera vez. ¡Eran inseparables! Todos pensaba
gica a Arturo, sus ojos brilla
buenos tiempo
por debajo de la mesa, un
ojos, y cambió rápidamente el tema, encendiendo su sonrisa más encantadora-. ¡P
frágil y falsa que sentía que se rompería en cualquier momento. Sentí la mano de Arturo en mi musl
cios incómodos. En el viaje a casa, Arturo actuó como si nada h
enas por encima de un su
s ojos cerrados. Su respiración era p
iendo. El hombre con el que estaba comprometida, el hombre que se suponía que era mi compañero, era un cobarde

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