img Su hijo secreto, mi corazón roto  /  Capítulo 5 | 50.00%
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Historia

Capítulo 5

Palabras:1066    |    Actualizado en: 11/12/2025

ó de nuestro abrazo, su mandíbula tensándose mientras miraba la pantalla. Murmuró una disculpa y se alejó,

con porte, se

no vamos todos a cenar? Celebremos este... maravilloso compromiso, ¿les parece? -Su

mi estallido público, la explicación del "ensayo" de Arturo. Estaba mortificada. No noté que A

inmediatamente se lanzó a una queja teatral sobre que "ciertas personas" llegaban tarde a cenar,

l tamaño perfecto, mientras yo tenía que luchar con la mía. Incluso empujó las papas fritas extra crujientes de su plato al

erca de él, sus dedos rozando su brazo-. Me compraste esa torre de macaron

genuino y cálido que ra

mo torcerme el brazo -d

con Ángela. Me había dicho que solo fue a París por un viaj

tar algo de ligereza-, ¡tú nunca me compras

o despectivo

particulares. No querría comprarte algo q

compromiso. Arturo recordaba cada detalle de las preferencias de Ángela, sus hábitos peculiares, lo que le molestaba. Sin embargo, cuando ordené mi comida, casi me pide camarones, s

u atención a mí, su voz g

o siempre dijo que eras muy 'trabajadora'. Siempre está tan orgulloso de ti, ya sabes. -Sus palabras

ecio sutil de Arturo por mi pasión creativa, una corriente constante en n

debió haber sentido mi retraimiento porque se vol

é? Estás un poco

el "viaje de negocios" de Arturo, estaba entre ellos, junto con algunos otros que rec

s aterrizaron en mí y su sonrisa vacil

orpresa! -dijo Arturo, su v

pulento llamado David, le dio un

iste que finalmente ibas a formalizar las cosas con Ángela! -Sus ojos se dirigi

miré la mano de Ángela, donde el mismo anillo exacto, todavía claramente demasiado grande, descansaba. Mi corazón se hundió,

a todo, sig

r primera vez. ¡Eran inseparables! Todos pensaba

gica a Arturo, sus ojos brilla

buenos tiempo

por debajo de la mesa, un

ojos, y cambió rápidamente el tema, encendiendo su sonrisa más encantadora-. ¡P

frágil y falsa que sentía que se rompería en cualquier momento. Sentí la mano de Arturo en mi musl

cios incómodos. En el viaje a casa, Arturo actuó como si nada h

enas por encima de un su

s ojos cerrados. Su respiración era p

iendo. El hombre con el que estaba comprometida, el hombre que se suponía que era mi compañero, era un cobarde

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