de A
bra: "Confirmado". Mi corazón martilleaba, un
ra. Cada segundo que m
, todavía cuidadosamente enrollado, fue lo primero. Era la única prueba ta
ta, grabado con nuestras iniciales. Dudé, luego me lo arranqué, arrojándolo
a. Pálida, con los ojos sombreados, pero con un nuevo b
dejó cerca del puerto de Veracruz, un lugar bullicioso
n traje oscuro, mezclándose perfectamente con las sombras de los mu
de adrenalina. Er
pago, que había reactivado solo para esto, vibró
ión. Estaba acortando s
de "responder". Una parte de mí, la vieja y tonta A
orjada en la traición, s
lvió la mirada, su expresión ilegib
aer el celular en el agua
a vez, luego fue tragado por las profundida
bil alarma de coche sonó a lo lejos. ¿Su coche
ficador. Me apoyé en la barandilla, viendo cómo la
libertad se sentí
be", dijo el contacto, su voz rompiendo el s
uave bálsamo en mi alma herida. Una
s que no podía recordar del todo, voces que
n agotamiento hasta los huesos. Dormí poco, atormentada por sue
do de propósito. Estaba construyendo un
rivada, era el crepúsculo. El aire era c
rostro grabado con una mezcla de esperanza y temor.
io un vuelco
éndome, como si buscara algo perdido. "
imas finalmente brotand
pecho. Era un abrazo familiar, uno que reconocí de lo
te estás en casa", susu
ofundamente dentro de mí,
Jacobo Nolan. M
mi hermano. Era mi verdadero prometido, aquel con el que hab
base de datos de genealogía. Era la propia red
acobo, sosteniéndome a distancia, sus
inastía europea. Me habló del compromiso, u
ipulación. Era un vínculo de historia, de fam
e clandestina, se sentía increíblemente distant
za. Era Anya Nolan. Y f

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