de A
cobo, mi hermano y verdadero prometido, era todo lo que Damián no era: tranquilo, honorable y abi
y las finanzas europeas. Me explicó el compromiso, una tradición de unir famili
explicó Jacobo una noche, mientras nos sentábamos con vistas a
ste era de tu madre. Escribía en él todos los días, esp
elo y arrepentimiento apretando mi pecho. Una familia, una
ensación de pertenencia. Las pesadillas todavía llegaban, destellos del cártel, de los ojos f
eran el verdadero amor y el respeto. Escuchó pacientemente mientras yo relatab
unca juzgó. Solo o
a, Anya", dijo, sosteniendo mi mano.
últimos hilos de la ideología retorcida de Dami
iano de cola en un conservatorio olvidado. Mis dedos, acostumbrados a la
a libertad poderosa y sin cargas. Era una melodía de
ltándome. Había estado escuchando afue
ntenerme oculta, a salvo, desapercibida. "Dijo
n talento como el tuyo merece
o genuino de abrazar verdadera
sanando bajo el cuidado de Jacobo y la tranquilidad de la isla. Mis cicatrices emoci
la alegría del movimiento, sin la carga de
mareo me golpeó. Mi estómago se revolvió. Lo desca
una extraña aversión a ciertos alim
o cuenta. Insistió en que viera a
picaces, realizó un examen exhaustivo. Su
o, "estás e
s en el aire, resonando en la ha
o consuelo en los brazos de Damián, bajo la influencia de sedantes y emoción cruda.
ser de Jacobo. La línea de ti
trada. Un bebé. Un vínculo tangible con el pas
es, su rostro expec
que me habían visto en mi punto más bajo
introducir una verdad tan compleja y
el miedo. Miedo a la verdad. Miedo a herir a Jacobo.
mi estómago, un tipo diferen
iendo la tensión no expres
mi garganta. Tenía que decírselo
este amor sano, e
emblando ligeramente. "Hay
dolorosa que fuer

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