amila Ce
ofocante. Luego, un movimiento repentino y violento. Agarró la delicada taza de cerámica que había visto antes, la
se necesita para que estés satisfecha?! -Arrancó su celular del bolsillo, desplazándose furiosamente, luego borró el contacto de
r pura conmoción. Este no era el Gerardo que conocía. Este era un extraño volátil, con
la caja del anillo, todo al suelo. El anillo de diamantes rodó bajo el refrigerador, brillando burloname
me lastimaba. -¡Estás siendo irracional, Camila! ¡S
o castañetear los dientes y un dolor agudo me recorrió el coxis. Lo miré, las lágrimas nublaban mi vi
ería sopa cuando estaba enferma, su tacto suave y tranquilizador. Este hombre
a distancia! ¿Sabes la presión que tengo? ¡Mis padres preguntan constantemente sobre el
brecha entre nosotros, el abismo de malentendidos y traición, se sentía demasiado ancho
sobre la mesa. No su celular del trabajo, sino el persona
su rostro se suavizó, reemplazada por una urgencia frenética. Parecía un ciervo atrapado e
un salto, agarrando su brazo-. ¡No, Gerardo, n
razo. Ni siquiera se dio cuenta. -No seas ridícula, Camila. Esto es importante. Es una eme
ijo por encima del hombro, señalando vagamente la taza rota y los obje
era una emergencia del trabajo. Era Karla. Siempre Karla. La urgencia en su voz, la forma en qu
elación rota. Mi cuerpo dolía, mi corazón sentía que se estaba partiendo en dos. El sue
su voz tensa-. Acabo de enterarme... de la demanda. Es grav
ición, solidificando su elección. Ya no era solo una aventura emocional.

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