ad. Solo fue la más pública, la más audaz. La primera vez que descubrí su traición fue en nuestro quinto aniversario de bodas. Había pasado semanas planeando un viaje sorp
mis oídos. No irrumpí, no grité. Simplemente me quedé allí, oculta por las sombras, observándolos, sintiendo cómo mi mundo se desmoronaba en polvo. El aire abandonó mis pulmones
a máscara de preocupación, pero sus ojos se movían nervi
ocupado! -dijo, su voz teñida de la preocup
rígida, el olor de su perfume
mi voz delgada, débil, apenas la mí
na actuaci
icina. Necesitaba despejar la cabeza. -Se frotó las sienes, una imagen perfecta de
s brazos una jaul
arañando mis entrañas, desesperada por escapar. Su desdén casual por mi dolor, sus mentiras fáciles, se burlaban de los cimientos mismos de nuestro
ozando incontrolablemente. Se arrodilló a mi lado, sus manos
yo mismo últimamente. La presión... ha sido inmensa.
e su madre que yo era la única. Y yo, aferrándome desesperadamente
nsé que podríamos reconstruir. Lo intenté. Fui a terapia, leí libros de autoayuda, incluso comencé a componer
imas, fotos de ellos cenando en restaurantes apartados, recibos de hotel. Brenda. Ella los envi
"Solo le gusta jugar. Tú eres el juguete
onfronté a Ricardo de nuevo, la
i voz cruda, temblando con un terror
tó la vista
licente, molesto. Hizo un gesto impaciente con la mano-. No
botó en su pecho-. ¡Estas son citas, Ricardo! ¡Me
na expresión fría y d
s mi esposa, mi alma gemela. Ella es... solo una distracción. Un desahogo. No significa
un monstruo insensible y calculador que no reconocía. El hombre que una vez me hab
Brenda, elevando su estatus, dándole contratos selectos, presentándola a sus amigos poderosos. Me marginó públicamente, convirtiéndome en la e
ortó mi acceso a nuest
s que les envías dinero, también lo pierdan todo. A menos que... -Hizo una pausa, una sonrisa cruel jugando en sus labios-. A menos que sigas el juego.
s manos temblaban constantemente, mi mente nublada por una niebla creciente. Ya no podía componer, ya no podía tocar. La música, mi único
cío sofocante. Pasaba horas navegando por las redes sociales de Brenda, alimentando mi obsesión, viéndola hacer alarde de su vida robada. A veces, creaba cuentas a
"Soy un instrumento roto", escribí en mi diario, "un violín con las cuerdas rotas, un pian
, la niebla cognitiva, todo tenía un nombre. Progresaba rápidamente, despojándome de mis habil
desorientada, los vi. Ricardo y Brenda. Pasaron, del brazo, riendo, sus rostros brillantes y despreocupados. Brenda, resplandeciente en un traje sastre, sostenía un ramo de lirios vibr
eptiblemente. La sonrisa vaciló, reemplazada por
ante, una grieta repentina en su
entina que amenazó con doblar mis rodillas. El miedo apretó mi corazón, un agarre frío y helado. Me estaba muriendo. Y estaba completamente sola. La idea de enfrentar la muerte, sol
tí un error. -Las palabras se sentían pesadas, con sabor a ceniza y derrota-.
adora extendiéndose por su rostro. Miró a Brenda, l
ó, su voz baja, llena de una pelig
n me debilitaba, desesp
quier
onrisa oscura
prendentemente gentil, selló nuestra retorcida re

GOOGLE PLAY