img Una Noche, Su Legado Oculto  /  Capítulo 6 | 35.29%
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Historia

Capítulo 6

Palabras:2087    |    Actualizado en: Hoy, a las 15:21

ila

Grupo Garza se desangraba, y Carlos, a pesar de sus mejores esfuerzos, luchaba por contener la hemorragia. El correo anónimo de Dávila, junto con otros que c

os afilados. Me reuní con abogados, estrategas y posibles aliados. Pero el mundo, a

Hernández, un hombre conocido por su pragmatismo desp

s suelos. Y su vida personal... bueno, no inspira mucha confianza. -Hizo un gesto vago, su implicación clara. Mi compromis

para la salud del Grupo Garza -re

millada públicamente por los dudosos tratos de su hermano que involucran a un

a que se formaba en mi lengua, las puertas de

ención. Sus ojos se clavaron en los míos, luego recorrieron a H

-exigí, mi voz aguda-. E

verse bastante públicos -dijo, su voz fría-. Escuché que intentabas

labios. -Dr. De la Torre. ¿A qué debemos esta inesper

los desesperados intentos de la familia Garza de aferrarse a la relevancia. -Me miró, sus ojos duros-. Y para recordarle a Camila que nuestro 'c

ndo lazos. Públicamente. De nuevo. Se estaba asegurando d

jos-. Cortar lazos con el Grupo Garza ahora podría tener... consecuencias. Especialme

ández. Y mis fuentes de financiación son claras. A diferencia de ciertos tratos corp

eñal. Se quedó justo fuera de la sala de juntas, pálida y frágil, con la ma

uevo a Helena. -Tengo que irme -dijo, su voz suavizándose, toda su ira anterior olvidada-. Helena me necesita. -Pasó

mblando de furia reprimida-. Sus leal

ente, señorita Garza. Ciertamente. -Se levantó, señalando el final de la

lico de Julián y la aparición manipuladora de Helena resonando en mi

re. El olor a libros viejos y su colonia característica aún persistía, un recordatori

y yo, años atrás, en unas vacaciones familiares. Todos sonreíamos, despreocupa

las lágrimas no derramadas-. Lo

daño era demasiado extenso, los tiburones demasiados. Sentí una necesidad d

e habían provocado el último infarto de mi padre. Una resolución fría

l funeral: "Sabe que lo drogaste. Que

lación, la pura desesperación de esa noche. Había sido imprudente, impulsivo, nac

ver a Helena de pie en la puerta, con los ojos muy abiertos y el rostro pálido. Llevaba e

u voz apenas audibl

bía entrado? ¿Y por qué sos

pliqué, mi voz aguda-. ¿Y por qu

su oficina. Debió habérsele caído. -Lo apretó con más fuerza, un bri

ra estallando-. Nunca se lo

Abrió deliberadamente el relicario, revelando una pequeña y desvaída fotografía de Catalina-. Me dijo que le recuerdo mucho

esión más preciada, haciendo alarde de su victoria, atreviéndose a compararse

la de Dávila. Así que Julián lo sab

n definitiva. Mi padre estaba muerto, mi empresa se desmoronaba, y mi supuesto prometi

rabia cruda y al rojo vivo. -¡Dame eso! -g

ezando hacia atrás.

. Yo, respirando con dificultad, el relicario en mi mano. Helena, encogida, su rost

ugido bajo-, ¿qué demonios te pasa? -Me apartó de Helena, su fuerza me hizo tambalear hacia atrás, mi cabeza golpe

beza, el relicario todavía en mi mano-. ¡Est

elena. La acunó en sus brazos, su tacto sua

estuviera a salvo, Julián. Lo encontré en tu oficina. Me preocupaba que lo perdieras. -

s llenos de asco. -Lárg

palabras crudas, desgarrando mi

Eres un peligro para todos a tu alr

a mi padre a la tumba? ¿Qué hay del 'descubrimiento accidental' de tu querida Helena de información

vas a intentar desviar la atención, Camila. Esto no t

lágrimas corriendo por mi rostro-. ¡Te

del brazo, su agarre magullador, y me arrastró hacia la pu

el que está mimando a una serpiente venenosa! ¡Tú eres el que dejó morir a

a abrumadora. Mi cabeza palpitaba, mi cuerpo dolía y mi

do e insistente. Julián se detuvo, molesto, pero el i

lida. Pero Helena, siempre oportunista, habló. -Julián,

u oído, su rostro una máscara de irritación. Escuchó por un momento, luego sus ojos se

por la preocupación-. ¿Fuga de datos

stro de ella, usualmente tan compuesto, ahora estaba

Los datos de mi proyecto de la Iniciativa C.V. han sido filtrados. Todos

os con fingida inocencia. -¡Oh, J

en su mirada mientras la miraba. Pero luego, casi de inmedi

oz fría y firme-, v

-grazné, la incredulida

a de acusación-. Acabas de estar aquí, enfurecida por la empresa,

ulián,

o de mi padre, su agarre inflexible. -S

sus ojos llenos de una aterradora mezcla de protección y culpa m

uga de datos. La Iniciativa C.V. El estudio de mi

y devastador. Me estaba incrim

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