ila
e volvían borrosas mientras caminaba. La débil llamada de Julián, "¡Camila!", resonaba en mis oí
amargura, la humillación, el dolor punzante que me estaba destrozando
que abrió la puerta, su rostro una mezcla de preocu
ces de la ciudad parpadeando muy abajo, mientras bebía vaso tras vaso de líquido ámbar. El cal
r el hielo en mi vaso-. Usó mi dinero. El
i. La forma en que la miraba... nunca fue solo una cosa de me
ando de mis labios-. ¿Y yo solo era... una d
legar a él -dijo Gaby
izquierda, desprovista de cualquier anillo de compromis
lazándola con un profundo sentido de injusticia. -Nunca me amó. Ni un segundo.
contra la mesa de centro. L
y, entrecerrando los ojos-. Sabe que siemp
imprudente rebeldía burbujeando-. Que v
istente. Gaby me miró, una pregunta en sus ojos. Le devolví
eteo comenzó en la puerta, acompañado de un grito agre
z... era familiar, pero no de ningún recuerd
ó Gaby, el miedo br
i cuenta. Marcos Dávila. Un jugador menor en una oferta de adquisición hostil contra el Grupo Garza que Carlos había ap
puerta. -¿Crees que puedes joder a la familia Dávila y sali
advertido sobre resentimientos persistentes, pero no h
calofrío recorriendo mi espald
a policía -dijo Gaby, y
ávila, flanqueado por dos hombres corpulentos, irrumpió en el apartamento. Su
ndo hacia mí-. No tan altiva ahora, ¿verdad? Tu familia cree que
by, poniéndose protectoramente frent
a Gaby a un lado. Ella tropezó, cayendo al suelo
entada por el alcohol. Mi puño conectó con su mandíbula, un crujido satisfactorio resonando en
ido. -Me agarró del brazo, su agarre como un tornillo de banco, tirando de mí hacia él. Su otr
, sus ojos brillando-. Y tú vas a ser un daño co
e fusionó en un estallido explosivo de ira, mucho más allá de cualquier cosa que hubiera sentido antes. Es
das mis fuerzas, apuntando a su entrepierna. Jade
Su rostro se contorsionó en una máscar
lista para golpear. Me preparé, mi corazó

GOOGLE PLAY