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Historia
La esposa desechada, reconstruida

La esposa desechada, reconstruida

Autor: Gavin
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Capítulo 1

Palabras:1160    |    Actualizado en: Hoy, a las 14:47

lmente escapé. Me arrastré de vuelta a casa, impulsada únicament

encia, él no reconoció mi cuerpo esquelético. Me

la. Y mi propio hijo corrió a

o hombre. Me internó en un "anexo", que en realidad era el mismo infi

rrían mi cuerpo, pero él simplemente me

ron a través del Proyecto Ruiseñor: un cuerpo completam

ró, de rodillas suplicando perdón, no sentí nada. Solo me volví haci

ítu

vista d

viva, cada paso un recordatorio brutal de los cuatro años que pasé en el infierno. Pero seguí adelante, impulsada p

o, un símbolo de la vida por la que había luchado tanto para recuperar. Tropecé, mis r

e la caseta de vigilancia. Me bloque

uno, con la ma

ta seca, mi voz

r, pero solo escapó u

una mirada y lu

sarse de lista. Lárg

sico. Señalé la casa más allá de las pue

-Mi mano temblaba, u

se rio, un sonido á

e parece en nada a la señora Garza. -Me empujó bruscamente hacia a

a de lujo se detuvo en las puertas desde

Brau

ecordaba, su mandíbula afilada, su cabello oscuro atrapando el sol de la tarde. Él me reconocería.

ante esos días inte

allada en un árbol de nuestro jardín: "Amelia + Braulio = Para Siempre". Siempre decí

a salvo. Una vez, una empresa rival intentó robarme, ofreciendo millones. Braulio compró la empresa, solo para retenerme. Era obsesivo, sí, pero era mi obs

se negó a que nadie más le leyera cuentos para dormir durante meses después de mi desaparición. Incluso mantuvo mi

los interrogatorios interminables, los ahogamientos simulado

olesto por la conmoción. Mi corazón se hinchó, una esperanza desesperada floreciendo en m

o deslizándose en la de Braulio. Era hermosa, vestida impeca

rl

ando de eclipsarme. Se estaba riendo, con la cabeza echada hacia atrás, un sonido que

abandonó mis pulmones en un si

alto, su cara más redonda, pero esos ojos traviesos seguían siendo

ó, lanzándose

s deshilachados de mi cordura. Mamá. No Madre. Mamá

con sus diminutos brazos extendidos, llamando "¡Mami!". Odiaba a la familia de Carla, odiaba

escena perfecta y feliz. Una unidad familiar. Y yo estaba fu

cuerdas vocales. Sacudí las puertas de hierro, el metal frío

sonrisa se desvaneció. Frunció el ceño, sus o

a los guardias, su voz cargada de molest

raulio, me empujó de nuevo. Más fuerte esta vez. Tropecé

ando que viera más allá de la mugre, más allá de las cicatrice

ado con asco. Mi corazón dio un vuelc

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