ta de Aureli
gruñido bajo, vibrando
tabas llaman
ado en una jaula. El teléfono yacía en el reluciente suelo de mármol,
débil. Mi mente corría, buscan
s cerca, sus o
Esa mirada de... determinación
ción me
struir el trabajo de mi vida, ¿y me acusas de t
s demasiado amable, demasiado gentil -hizo una pausa, su mirada recorriéndome, llena de una con
e le creía a Bambi, la maestra de la manipulación. La mujer que había desmantelado
o matrimonio, en la cima de una montaña con vistas a las luces de la ciudad. *"Eres mi todo, Aurelia. Mi compañera, mi igual, mi alma ge
bía secado mis lágrimas cuando a Karla le diagnosticaron la enfermed
era mi
ontañas por mí ahora quedarse de brazos cruzados viéndome desmoronar? ¿Cómo podía su amor, una vez
gó el silencio. Bambi. Desde e
el sonido, su rostro contorsioná
Ba
se desplomaba en sus brazos, su cuerpo sacudido por lo que parecían convuls
a. Era un lado de él que no había visto desde los primeros días de nuestro matrimonio, cuando un accident
odo era
arte de mí, la parte que lo había amado, quería ayudar. Me moví h
do la mano-. Soy neurocientífica. Pued
amente, sus o
pujón violento e inesperado que me hizo trop
rdí el equilibrio, mi tobillo lesionado gritando en protest
a cay
a, para amortiguar mi caída. El borde de una pesada
ente por su nombre, el nombre en el que
en Bambi, su rostro una máscara de terror y devoción. Ya la e
y repugnante. Un dolor abrasador explotó det
ces fluorescentes zumbaban sobre mí, un brillo estéril y desagradabl
, con la cabeza entre las manos. Levantó la
o ilesa, su tacto sorprendentemente suave-. Gracias
amarga se me escapó, pero fue rápidamente s
ó mi
acerte daño -su voz estaba llena de una sinceridad practicada que me erizó la pie
o enviando escalofríos de re
ia. Pero estás exagerando. Bambi es solo
serio entonces. Lo había dicho en serio cuando luchó contra su familia, su junta directiva, contra todos, para estar conmig
ndo mi investigación, mis descubrimientos inspirando su imperio. Había dicho que nuestro am
aho
a vez un bálsamo, era una violación. Su preocupación, u
us labios roz
sientes,
artando mi ma
i voz fría, desprovist
ndida en el aire. Sus ojo
ia? ¿Qu
rada fija en el te
ar. Tenía que
llo del ojo. Parecía g
ue pagaré por todo. Podemos reconstruir tu laborato
on dinero. No entendía que algunas cosas, una vez rotas, nu
l abismo que crec
ejores especialistas para que te arreglen la mano -hizo un gesto vago hacia mi mano vendada-. Volverás al labor
omienzo? ¿E
esaltó a ambos. La enfermera s
na... joven aquí para ve
e dirigieron inmedia
ntarse, su preocupación por ella superand
ágil belleza. Sus ojos estaban grandes y llorosos, su labio inferior temblando. Llevaba u
Yo... solo tenía que verte. Estaba tan preocu
camente, una mano a
o en un instante, su b
do -me lanzó una mirada fugaz, casi de disculpa, luego se volvió completamente
zó una mirada, un destello de triunfo
da conmigo. Realmente no quise causar ningún problema -su vo
e retorció.
severo con un traje impecablemente cortado, entró en la habitación. Llevaba un
emasiado ocupado con Bambi, susurrándole palabras
anquila y profesional, cortando el drama e
delgada carp
as piernas por el costado de la cama, ignorando el grito ahogado de sorpresa de Javier. Mi
Él finalmente levantó la vista, su rostro registrando sorpresa, lueg
Aurelia? -preguntó, su t
ro de mí. Abrí la carpeta, sacando el documento superior. Era una solicitud formal. Una so
brieron de golpe, su fingida debilidad olv
u voz ya no era un gemido, sino una acusación estr
sonido seco
es una gota en el océano para él -mi mirada se dirigió a Javier, un desafío
evidente. No le gustaba que lo desaf
el lugar -se volvió hacia Bambi, su voz suavizándos
n fácilmente. Gimió de nuevo, agarran
algo sobre su investigación -me miró, sus ojos grandes e inocentes-. Nunca la lastimaría int
rada, su paciencia c
a tontería? ¿Ahora es
é de f
ic. Harrison, quien ofreció un asentimiento cortante-. Si no asume la responsabilidad, emprenderé acciones legales. Por robo. Po
e Javier se
, peligrosa-. No pienses ni por un
voluntades. No quedaba amor, solo una animosidad fría y
os se abrieron ligeramente al reconocer algo. La primera página, la solicitud d
udo de Bambi, de nuevo,
i cabeza! ¡Me sient
ontra él, su
jó caer la carpeta, su a
ido de preocupación. Ni siquiera echó un vistazo a la carpeta caí
i voz desesperada, teñida d
Bambi protectoramente. Me fulminó co
uerte, Aurelia. Es
rrison solos en la habitación, los papeles de divor
el Lic. Harriso
e los trámites de divorcio.
ó grav
e, Dra. De
ier, libre de Bambi, libre de esta pesadilla tóxica.
lpitando, pero mi resolución solidificada. Necesitaba llegar a
a en una lujosa bufanda, una leve sonrisa jugando en sus labios. Me vio. Sus ojos se entr
u voz goteando falsa simpatía-. P
triunfante, envió una sacudida

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