img Seis años de amor envenenado  /  Capítulo 3 | 33.33%
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Historia

Capítulo 3

Palabras:1344    |    Actualizado en: Hoy, a las 14:32

eando mi alma. Mis manos temblaban, el volante de repente demasiado frío, demasiado duro bajo mis dedos. Observé cómo guiaba a Sofía, tan frágil

su preocupación

a", ronroneó, su voz un poco más fuerte ahora, mezclada con una demanda juguetona

irando a su alrededor como

. Todo se manejará discretamente". Su tono era concilia

quieras que le cuente a Natalia todo sobre nuestra pequeña familia? Ella siempre ha querido un hijo, ¿no? Estoy segura de que estaría encantada de saber

reció. La agarró del brazo, su

ver con esto. Esto es sobre nuestro hijo y nuestro futuro. ¿Entiendes?"

sfrutar de su feroz respuesta. Se ap

r de su cuello, atrayéndolo más cerca. "Vamos, celebremos nuestro pequeño secreto, ¿eh? En mi casa. T

su mano acariciando su creciente vientre. Volvieron a subir a su coche, el vehículo meciéndose ligeramente mientras se acomodaban. Luego

l de náuseas y repugnancia. Los sonidos, ahogados pero inconfundibles, llegaron a mis oídos. Cada gemido, cada jadeo, desgarrab

lientes y punzantes. Ese hombre, Alejandro, mi esposo, el hombre que amaba, el hombre al que le había dado mi vida, se había reducido

y duradero. Me había abrazado, consolado, jurado fidelidad eterna. Había construido esta mentira perfecta y hermosa a mi alrededor, ladrillo por ladrillo, hasta que se convirtió en mi mundo entero. Y ahora

nto de la existencia. La imagen de ellos, entrelazados y desvergonzados, estaba grabada en mis párpados. La imagen del chupetón en el cue

e, a ciegas, por las calles de la ciudad, el mundo exterior un borrón. Las paredes blancas prístinas de mi galería, las líneas e

, siempre y para siempre. Mi corazón, mi alma, mi vida son tuyos". Me había prometido hijos, una familia. Me había prometido un amor que nunca flaque

me había alimentado de mentiras disfrazadas de esperanza. Y todo por un hijo que no podía tener conmigo, un hijo que deseaba más de lo que me deseaba a mí. El hijo, el hered

'crisis de la oficina' me retuvo más de lo esperado. Pero te lo voy a compensar. Gran

resa. Oh, no tenía idea de qué tipo de sorpresa le esperaba. Pensaba que todavía podía manipul

¿Era por las apariencias? ¿Por la reputación de su familia? ¿O porque simplemente no podía molestarse con la incon

ones reemplazada por una claridad escalofriante. Tenía una fiesta de cumpleaños

n la suya, nuestras sonrisas brillantes y llenas de promesa. Un delicado jarrón de porcelana que me había comprado en Italia. El lujoso sillón de ter

del "tónico de fertilidad" de Alejandro. Vertí el contenido por el desagüe, el líquido oscuro arremolinándose, llevándose consigo años de falsa espe

viejas. Era el viejo diario de Alejandro, el que había llevado durante nuestro noviazgo, lleno de su elegante caligrafía. No lo

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