ista de Al
mis hombros. Los imponentes edificios de cristal de la Ciudad de México, una vez un símbolo reconfortante del poder de Ricardo y mi seguridad, ahora se sentían como una jaula sofocante. Aquí, en esta nueva ciudad, en
ás pasos cuidadosos, no más intentos de provocar una reacción, no más anhelo desesperado de un amor que nunca sería corres
¡Alya, bienvenida a Monterrey! El Dr. Garza te encontrará en la recogida
la multitud, buscando un rostro que coincidiera con la foto intensa y de ojos oscuros que la Profesora Valdés h
frustración, y sus gafas se posaban bajas en su nariz, dándole un aire de intensa concentración. No sostenía un cartel. No lo necesitaba. Simplemente estaba allí, irradiando
d desconcertante. Era aún más llamativo en persona, sus rasgos más afilados, su presencia más formidable de lo que cualquier fotografía podría tran
ápidamente. Sus movimientos eran económicos, eficientes. Se
resonante, cortando el clamor del ae
ña y educada sonr
d debe ser
nchados con lo que parecía tinta o grafito. Manos de artista, quizás
e lo que pareció una eternidad. El silencio del departamento era ensordecedor, el vasto espacio resonando con un
ado durante siete años. Siempre esperaba escuchar el leve susurro de su pr
la no estaba allí. Se le cortó la respiración, un extraño y hueco dolor floreciendo e
por su futuro. Pero ahora, con el silencio del penthouse gritando su ausencia, un pensamiento escalofriante comenzó a arraigarse. ¿Era realmente tan desinteresado? ¿O simplemente
ado. Para asegurarse de que estaba bien. Escribió un mensaje corto, luego lo borró. Demasiado necesitado. Demasiado personal. Se obligó a volver a de
a llamada. Su silencio, una vez una señal de su sumisión, ahora se sentía como un muro impenetrable. ¿Realmente lo h
un toque de color brillante, casi discordante, en el espacio sobrio. Le r
Te extrañé mucho. -Su voz era
una sutil tensió
cabo de regresar de una declaración. -Suavem
mente, pero se recuperó rápidamente. Todavía creía en el pod
almente confirmada para el próximo mes! Va a ser enorme, Ricardo. ¡Toda la ge
El silencio de Alya era desconcertante. Había esperado algún tipo de respue
ejar mi agenda. -Sacó su cartera-. Ten -agregó, entregándole
ndo, pero un toque de algo más, un d
yudaras a elegir los arreglos de los centros de mesa. Significaría much
la pared. La próxima semana era el cumpleaños de
ngo un compromiso p
o se des
podemos simplemente... posponer esa otra cosa? ¿Quizás celebrar má
ó, su cuer
tencia en su tono. Se apartó de ella, sus movimien
par en par, un destello
do? ¿Qu
, su rostro una másc
da, para todos los efectos públicos. Obtienes las conexiones, la financiación, el prestigio para tu ar

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