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Historia
Tú la elegiste, ahora me verás desaparecer

Tú la elegiste, ahora me verás desaparecer

Autor: Gavin
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Capítulo 1

Palabras:1302    |    Actualizado en: Hoy, a las 19:22

oso Dante me dio un regalo único: inc

había sido grosero con Sofía, la

tro penthouse, él la consola

ue solo el

ía por burlarse de nuestro matrimonio, se c

dudó. M

a en la mano par

sometió a un submarino -usando mi trauma más profundo

que, a su retorcida m

que nos emboscar

pistola a la cabeza y a Sofía

istolero-. ¿La Re

o suficientemente fuerte para sobre

a la ch

lero apretaba el

o helado, sangrando por una herida

e me hab

levaba un chal

raba a su esposa muerta, yo

o cree que su R

mantene

ítu

e vista

el espejo de la suite del penthouse cuando la alert

nítida: mi esposo acababa de reducir una manz

ían, él no pensaba en mí. Es

un sótano húmedo y apestoso en el Sudeste Asiático. En ese

dida manchado con la sangre de ellos mientras me levantaba de la inmundici

stro quinto

de Monterrey bebían champaña, esperando para brind

ias era temblorosa, haciendo zoom en el distrito comercial de la Avenida Mont

era un

LA GUERRA DE CÁRTELES EN

estacionada frente a las llamas. Reconocí la silueta alta y

nt

ña y temblorosa que él pro

a Ro

el tocador de mármol. Er

udio*, decía

ptero no tenía sonido, pero Enzo se había co

llorando

esó la estática, distorsi

speto. Le dijo que se largara. Nadie l

pantalla cómo un hombre arrodillado frente al edific

n ins

en su afilada mandíbula, dándole un brillo demoníaco.

uando me despertaba gritando por las

Sofía -dijo-. Lo

hora. No le importó que su esposa lo estuviera esperand

la tele

hace tres años, cuando Sofía apareció por pri

Luca, cuya memoria era un fantasma que a

al salón de baile. En lugar de eso, me dirigí a

e abeja y madera vieja. Aquí fue donde hicimos nues

bro de plata, una reliquia de sus antepasados.

alan

fue más fuerte que un disparo. La vibració

e nuevo. Pedazos de piedr

ugar donde p

eroseno que guardaban para las antorchas exteriores. Lo destapé

trante, químico.

s de roble rechina

le

sualmente vibraba en mi pecho. Ahora so

acié lo último del bi

s tard

rcó. Podía oler el humo en él. No era humo de

tí. Me giré pa

al en un traje italiano hecho a la medida. Sus ojos eran oscuros,

oseno en mi mano, lue

ás hacien

uemaste mi avenida. Yo e

-Eso fue necesario. El comerciante insultó

mi voz plana-. Sofía está

rágil. Necesita protección. Tú... tú eres diferente. Eres fuerte. Sobr

mundo para mantene

Su agarre era de hierro. -Te di este imperio. Te di un

jaula para meterm

en mi mano libre. L

abrieron de par en pa

ntenegro -dije, mirándo

s a ella por encima de mí, no me de

er el m

uro de calor separando al hombre que me poseí

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