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Historia
La mujer de los ecos

La mujer de los ecos

Autor: ErickSB
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Capítulo 1 Bienvenido a Belguiz - Un diario, su único confidente

Palabras:1606    |    Actualizado en: 01/07/2021

los profundos acantilados rocosos. El viento ayudó a disipar las pequeñas gotas de agua que todavía descansaban sobre la superficie. Anoche hubo una lluvia moderada, pero ningu

r el país para llegar a la frontera. Allí había unos cuantos puntos de control por donde cruzaban los turistas, quienes eran los principales clientes. Los Medijays se encargaban de escoltarlos y trasladarlos al poblado para finalmente conocer el centro de entretenimiento más famoso del planeta: el Burdel Esprit Lubrique. Las instalaciones eran las más grandes y ostentosas, rivalizando e incluso superando con creces a las que se encontraban en las ciudades más modernas a nivel mundial. Era como un parque de diversiones donde solo podían verse torres rojas acentuadas con cúpulas redondas, las cuales presumían ornamentos sacados de un sueño psicodélico. Todos los que visitaban el burdel por primera vez quedaban hipnotizados y tenían la impresión de que las luces y edificios bailaban al unísono, comandados por la música que se perdía entre los gritos de euforia y placer. ¿Por qué los extranjeros hacían un viaje tan largo solo para despilfarrar sus riquezas en algo que quizás podrían encontrar cerca de su hogar? Cabe aclarar que en el Burdel Esprit Lubrique no se hacía ninguna práctica ilegal y nadie estaba ahí en contra de su voluntad. La experiencia consistía en lo siguiente: los clientes sólo eran admitidos los viernes. Por las mañanas se les daba un tour por el poblado además de un refuerzo de las normas y costumbres para evitar cualquier conflicto. El servicio del burdel solo estaba disponible desde la noche del Viernes hasta la madrugada del lunes, pero antes de ingresar cada cliente debía tener una audie

Novi

do di

yo soy la protagonista. Ahí sí he aparecido como niña y adolescente, pero en lugares y con personas que desconozco por completo. De todos mis maestros, ninguno tiene conocimientos sobre historia, y en la biblioteca del pueblo no hay información sobre el exterior. Le pedí a Madame Leyxa que contratara a algún maestro del extranjero a que impartiera la clase de historia, pero dice que sería demasiado costoso. ¡Creo que es hora de que cobre por mis servicios! Me parece ridículo que el dinero sea una excusa. ¡Aquí todos son ricos! O por lo menos eso aparentan. Por eso me gusta estar aislada y pasar la mayor parte de mi tiempo libre en el bosque, con los animales salvajes. No todos son tan peligrosos como se presume. Y estoy segura de que ellos no mienten. Además, nunca me hacen caso cuando les digo que deberían de traer a gente joven para que me haga compañía. Todos son mayores que yo. No hay ningún chico o chica de mi edad. A mis 20 años ya me consideran una mujer, pero siento que me tratan con demasiada delicadeza. Para ser honesta, no me llama la atención trabajar en el burdel, no porque sea algo malo, después de todo, los libros de sexualidad me han ayudado a entender del tema, pero creo que nec

el pasto y varios borregos formaban sus propios grupos en un amplio establo. Greta Heredia despertó temprano ese día, ya que al ser viernes, le correspondía charlar con los clientes que pronto llegarían al pueblo. Ella escribió una p

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