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Historia

Capítulo 3 Capitulo 3:

Palabras:1247    |    Actualizado en: 13/07/2021

o Dorian, se deslizaron dentro del Chevrolet Imp

. El no confiaba con plenitud en aquella extraña agencia, pero si en Margarita, y quizás ella era el verdadero motivo por el c

ntes de darse cuenta, Dorian se encontraba fu

mo cada noche, pero esta vez él no estaría solo. Daphne lo acompañaría, una mujer sin ros

e con ella — dijo Margarita sujetando su brazo, e

ro, si había algo que deseaba con todo su corazón, más al

rsidad la licenciatura en tecnología y robótica. Ella no apareció en su vida cuando fue nombrado el multimill

imperceptible su mano, ahora la dejó

ca no ronque. Odiaría no lograr conciliar el sueño por ello — cont

s ojos color caramelo de Margarita se suavizaron

do del auto e inclinando levemente la ca

peró unos instantes hasta que ella entró a su casa, antes de h

saban la tierra a modo de despedida, y las primeras est

ión de estacionamiento, el viento ya había cambiado a uno más frío

r dentro del estrecho elevador y marcó el

su estómago dificultando el respirar. Pronto recibiría a una mujer extraña en su casa y pasaría

ama, un recuerdo que no podría repetir jam

ndo un amplio espacio, iluminado de forma suave, casi sensual

vez, expuso ante sus ojos un hermoso living, cuyos sillones del mismo color

te, sensual y con un tenue halo de misterio; aún así, teniendo todos eso atrib

mujer en su casa, la sensación era nueva y extraña,

miedos o incertidumbres; ocho años después, estaba claro que todo había cambiado desde que conoció a Elena,

ciudad, en su camino se quitó los zapatos y corbata que amenazaba con ahorcarlo, desprendió

miento de la ciudad bajo sus pies; estando allí arriba podía jugar a ser un espectador

e todo sentía dolor, pena y enojo. Quizás eso

so a la realidad, frunciendo el ceño observó su

bservando la ciudad, esto no era nuevo pero aú

uerta de entrada, el ya sabía quién se encontraba al otro lado, p

ue estrechara la mano de aquella extraña muj

para deslizar las palmas sobre sus propios pantalones cernidos

gura esbelta, piel clara como la luna y un cabello tan osc

raba el rostro ángulos de aquella mujer c

él, sin saber si mirar sus profundos ojos

e de mujer le había

eyman?— contestó Daphne, su voz parecía s

con total euforia, el manojo de nudos en su estómago aún lo acom

las palabras raspando a su sal

hermosa que ella; con gracia mortal avanzó ha

ella deslizó un suave mano por su mejilla y se

abios sobre los de él, robándole un ba

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