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Historia
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Capítulo 1 Luna 1

Palabras:2452    |    Actualizado en: 11/08/2021

o miraba de arriba abajo con una sonrisa pícara en su rostro, disfrutando de la escena, molestar a los menores siempre le resultaba un gran placer. Vio

te asunto- Cris secó el sudor frió

s una orden

l maldito día sin hacer nada- casi gritó in

e acomodó en el respaldo del inmenso asiento estilo victoriano

rminaba y no era recomendable volver a retomarla, a pesar de ser una persona just

retiro- salió

samente repasaba. Volvió a sonreír satisfecho mostrando sus largos caninos.

.

n donde una mujer joven que de paso se lo comió de pies a cabeza lo recibió, sabía que ocasionaba esa reacción en las mujeres, pero aún no se acostumbraba, para eso estaba Dylan, el tipo más mujeriego que conocía, aun no entendía como

que una mujer algo mayor que la anterio

ulpe la demora, soy Ania Loure,

eno de papeles y otro sobr

rdaespaldas y cómo se debe comportar y, así de las razon

úblico, así como de su disponibilidad y otras responsabilidades. Debajo de

s son-

a cruzó las manos nerviosa sobre la mesa. El hombre pudo o

palabras, algo le decía que ella sabía más de

pero desde hace unos meses la han perseguido y si no fuera por sus anteriores guardae

i trabajo que ese hilo no se rompa- Ella asintió con la cabeza- ¿ya lo han reportado e

un tiempo le pusieron protección pero eso no resolvió las cos

is frunció los labios, ese i

e como la mujer morena delante él le describía. Antes que él, habían ocupado la plaza 3 hombres más, los cuales habían pedido la baja,

jefa- Ania con gusto le extendió el bolígrafo y minutos má

camente todo en blanco, negro y rojo. El piso, de mármol negro pulido. Las paredes de un blanco perlado, mientras los muebles los habían puesto estratégicamente para que el terciopelo rojo se integrara c

ó en sus pulmones y la sangre fue directo a su ingle, a ese punto específico que lo llevo a la excitación plena en un momento y sus caninos picaron sobre el labio inferior al aumentar

nar. Dio, con mucho esfuerzo unos pasos dejando que el olor más delicioso que hubiera tocado sus fosas nasales lo embriagara. El lobo dentro de él luchaba

aespaldas ya llegó, está li

gada pero con unas curvas que le hicieron pasar la punta de la lengua por sus secos labios y tragar saliva junto a diminutos restos de sangre. Sus piernas, bien torneadas y definidas por la presencia de ejercicios, pero lo que más l

usiera la camisa por fuera del cinturón para que no se delatara el estado en que estaba, aunque el hecho de q

pequeña y delicada y esas pecas prácticamente invisibles en su piel blanca, que solo su vista de lobo lograba definirlas, la hacía perfecta. El lo

so la atención de nuevo en su libro mientras camina

dominante sería divertido verla con sus piernas abiertas, rodeadas de las sábanas de su cuarto impregnadas en su olor masculino y suplicándole por más. La sola idea le hizo temblar ligeramente y soltar un pequeño gemido

mpulso y la necesidad que el sentía le eran totalmente ajenos a

seguían persiguiendo, para crear lobos artificiales, todo gracias a la ayuda de un alfa que traicionó a todas las manadas, dando resultado que varios individuos de su especie habían perdió la cordura o se habían

la especie con vida fue relacionándose con las mujeres humanas. Por suerte y después de un estudio ciertas hembras daban

s esperanza hacía tanto que no se había actualizado con el tema, tendría que preguntarle a s

argo del resto- Su voz lo aca

a asistió y

y si seguía así no respondía por sus actos, no tanto su lado humano, sino su lobo. Solo la tarea d

en sus ojos, fríos como un bloque de hielo. La situación le dio gracia, aquel pequeño cuerpo no le tenía ni una pizca de miedo, incl

emblante más aristocrático y había tenido persona arrodillada frente ella por eso, pero este nuevo guardaespaldas necesitaría entrenamiento, y

rio de mañana, apré

logró articular palabras después de poder calmar sus canino

que sepas como funciona, normalmente

ventivas nunca

uste

lular por si había algo nuevo- Espero que Ania te haya explicado los horari

era imponente. Estar sentado tampoco lo hacía ser menos, sus anchos hombros cubiertos por la gruesa chaqueta negra de piel le obstruía toda la vista de todo objeto detrás. Su posición relajada con la espalda hacia atrás y las piernas separadas podrían dar

temperatura de la oficina subir varios grados y su palmas se empaparon. Por alguna razón que ni ella misma sabía, su cuerpo estaba reaccionando inconscientemente a aquel hombre. La sangre comenzó a hervirle pero no de deseo. Frunció el ceño e hincó

mpleado no le había quitado la mirada de arriba, y a cada rato lo veía lamer, con discreción, el borde de sus labios, se sint

s palabras con

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