hillerato en el colegio Hopewell High, al norte de la ciudad. Recién salíamos de
ñores más viejos todavía que él, quejándose de sus esposas y ver si se podía cerrar algún negocio, porque para esos extraños seres llamados "empresarios", n
as de hombres de negocios, pero en muchos sentidos, era más de lo mismo: una constante preocupación por gustar y no quedar mal, que el de
podía hacer era seguir retorciendo mi human
sombrero entre manos, dejando que el viento entrante por mi v
e replicó con todo cariño en lo
a "niña de papá"; siempre parecía dejar, ocasionalmente y si
cibir esos sutiles pero inevitables cambios del paisaje casi campestre de los alrededores del club a lo urbano de los caminos en las pe
alvajes e incoherentes —mi madre dec
s: uno trata de ser comprensivo, mientras que la otra no ve siquiera la necesidad de molesta
grueso cristal de nuestro Ford modelo 58, esa calle en la que marchábamos: mal pavimen
esos terruños, entendía el por qué no
preguntó, con una voz que osciló muy rápido entre el miedo y la
—mi padre replicó, con mirada fija y concentr
dónde estam
el camino por la avenida y de
podrías
observar el camino, y me ayudaría que estuvieran
legante de pedi
la no ta
Podrían verla, y no quería lucir mal inclusive ante los ojos de perso
r señales —ella refunf
ontestó—, las señales están
os una sacudida en el vehículo; perdí el balance en mi asiento, y toda la estructura par
bía que este no se veía como un buen veci
penas alcanzando a orillarlo d
s pasos al frente, y exam
ntó —nos indicó—,
tardará en anochecer! ¡No quie
gusta verlo, ¿no sería mejor
cerlo: ese vecindario era más humilde que el mío, pero tampoco era nada
omentó en lo que caminaba para abrir la cajuela y r
ndo ante tal objeto. Y así fue por un buen par de minu
l segu
. No quiero sonar desconfiada ni nada
cer
cambiar u
stó, acercándose y tocando por brevedad el caucho
Sí
diendo un par de pasos—. ¿Puede
isc
á el club pueda mandar a alguien a ayudarnos —sugirió con hablar
que interrumpir—, ¿pero crees que eso es lo seguro? ¿Dejar
zón: entonces... ¿
Pa
simplemente alguien de por aquí pase de casualidad y
s de casualidad y queríamos preguntar si necesit
a el medio de la calle, y se trataba de un homb
darnos? —mi p
eo... ¿
ianza, mi padre se le acercó a e
brocki, c
hado por hollín y aceite; las manos que sujetaban el volante de su vehículo se veían curtidas por el trabajo manual, y vestía un overo
oblema con... —mi pa
izo notar—, es algo simple. Vamos Harry:
vo
en el asiento del pasajero, un muchacho con un atuendo igua
me dijo tras bajar, con u
é apenada que el que le notar
ó mucho más; estaba ocupado arreglando
, le ordenó, mascando una goma y con total enfoque en
ía ser un par de centímetros más alta que el chico), al entrar en acción, lucía como un pez en el agua; c
e preguntó, con una piedio manchada, gracias al cielo ya me había quitado los guantes para esa hora del día. Eso me dio tenerle un respeto más a
escendiente, ¿verdad? Lo sé. ¿Han visto a
icó, mucho más rápid
i padre
ar de su vehículo—, es algo cabeza d
s, señor Zabrocki! —mi padre excla
mecánico indicó, cor
mi padre, al sentir un
intió—. No es por ofender, pero
rocki? —preguntó mi padre, n
italianos son mejores que los polacos para aque
era y liquidó la deuda. Total, a pesar que
menos esa problemática fue solucionada, eso que ni qué,
s mencionó antes de echar a andar el auto fami
ya se había tardado en e
os solo vieron una oportunid
testó—. Y eso de que no usen sus verdaderos nombr
e muy diferente
ue les hubiera dejado una tarjeta de presentación. A su manera, resultaron no
entonces, me di cuenta, que en manos no estaba mi sombrero, sino esa pie
uto! —implorar fue
ada, la noche no se encontraba lejo
e, mi cielo
ngo muchos sombreros, pero solo una herramienta medio oxidada y grasi