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Historia

Capítulo 3 Es un Dios.

Palabras:1828    |    Actualizado en: 24/11/2021

ni siquiera tenía cara de decirle a sus padres que debían mudarse otra vez, tal vez incluso con ella, a su diminuto departamento en Liberty Village cerca del centro. Le asqueó pensar en lo tanto q

iera estado fantá

máforo para poder cruzar, tampoco estaba segura de cómo alguien tan simple como él era dueño de una multimillonaria, al menos los que conocía tenían la pinta de malcriados. Llevaba un pantalón formal de color azul, ch

cuerpo que traía ese hombre, encanto, carisma y aparte, dinero. ¿Y ella? A pesar de seguir presum

stenía en la mesita auxiliar y caminó con lentitud hacia l

con un ramo de flores amarilla

afé tan

si no lo deseas, que bueno que en

tomar tanta azúcar y ya

e era té de manz

r unos momentos. —Está delicioso, muchas gracias —este se sentó en el sofá de la

nzó hacia la mesa, hizo su cuerpo hacia adelante colocando los codos en sus rodillas—. Pero, debido

estaba viendo. Sus mejillas enrojecieron y lo único que

ulipanes? —se encogió de hombros

eran las más hermosas en la florerí

, no era porque le molestaba, sino que, ya no quería relacio

oy conscien

chica de cabello corto entró con unos cuantos papeles y su ag

to del... —detuvo sus palabras al pie del escrito

ga antes de que se lanzara encima del

la chica saludándola—. Olympia me h

ho? —pregunt

, son mejores

de dónde sacaste a

na larga histo

divertido al ver la expresión de respuesta

ociéndote, ni siquiera podr

. Somos amantes, pero

igiéndose s

en el rostro—. Y te trajo flores, que dedi

dea que sigas aquí,

pueden esperar, quiero s

as adulaciones de su mejor amiga por unos minutos más cuando decidió volver a su trabajo, no era posible que a ell

multitasking" y su mente sólo se concentró en descifrar lo que estaba haciendo, o pensando. Su aroma a lavanda le encantaba, desde que la conoció era un sabor que no podía quitarse de la boca y que deseaba con ansías probar él mismo. Seguía maldiciéndose por el hecho de que su encanto no

largo y veo que Olympia se encuentra cansada. Deberías tom

efe no le interesa si est

uien no pescaba aún la insistencia de los mensajes—. Fue agradable con

ndo un vacío en

ios, me

lo r

trajo l

té con

Dios, ¿por qué

el problema del divorcio, y entonces ve

mentó agarrando la pluma de las manos de su amiga—. Además, necesi

jada y enseguida hizo u

tre risas—. Pero, sí se nota que debe ser un bue

eaba tirarse a sus brazos durante toda la noche, no quería salirse de su objetivo. Tenía que terminar por lo menos el manuscrito ese día, y otros dos la sigu

lo menos hasta las 2 de la mañana revisando, leyó la portada del libro qu

as las escenas candentes, vaya que odiaba su imaginación en esos momentos. Levantándose

to pasadas las 3 de la mañana. Giró el pomo de la puerta y dejó escapar un suspiro. El departamento no era muy grande, con una sola habitación, el baño, sala/cocina y claro, una pequeña terraza que daba al esplendor de un

ercándose a ella—. T

ca. Sus zapatos perfectamente limpios, y él tan pulcro, i

ó tomando la ma

parpadear rápidamente para acostumbrarse a los rayos de luz que entrab

ecía s

la puerta. Con pesadez se levantó y ob

sabes dó

o que se refería cuando bajó la mirada hacia ella misma, tuvo que cerrar la puerta de in

ápida, ni siquiera pensó en qué momento se levantó para abrir la puerta en esa

gustado

sus regorde

sus vellos a

ahí, sentado en una de las sillas de la cocina, vestía igual, de traje gris, le fru

—Olympia no tenía palabras para hablar—. Tranquila, Anne me p

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