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Historia

Capítulo 4 ¿Y dónde quedó todo

Palabras:2659    |    Actualizado en: 24/11/2021

notó esto y tomó su mano de inmediato, él sabía que eso no cambiaría nada, pero, que ella supiese que él e

es supo que ella lo entendía. Fo

do. Sólo... ¿Quieres esperar aquí? —preguntó su abog

e tengas que

sto, sola —apretó su mano una vez más atrayéndola a sus

tió esa calidez de la que tanto había deseado tener. Se sentó en el último escalón del lugar

me quiero ir, no imp

el suelo, menos con alguno de sus trajes, pero, si era reconfortante para ella estar ahí, lo haría, mi

ás de tener una mujer embarazada, había algo más. Ella soltó un suspiro, exhausta de que otra vez le hacían la misma pregunta, anteriorment

—. En realidad, tiene una mujer embarazada de 4 meses, y m

mano en la cabeza de la chica—. Eres la mujer más hermosa e intel

ices porque te gusto y me

ve risa que apena

le—. Es por eso por lo que lo digo, porque me gustas y quiero

tando su mirada, ahí estaba otra vez esa

S ADAM, ESTAMO

ba que la misma electricidad recorría su cuerpo en esos momentos, era e

de tu vida, ¿

llevarte a la cama, no. No tod

us padres, me parece que hay pers

son mis padres, ellos me

burdel debiste apre

respeto a mis amigas —confesó—. Sólo

los brazos

o, muy a

un resorte en los pies, se puso de pie para voltear a verle. La mujer de 4 meses se encontraba a su lado, rubi

ostro de Adam y se colocó junto a ell

poco de aire —la mencionada saludó eleva

do su mano, agitó con

cierto. S

los ojos e

, pero, ella a

ún tema ante el juzgado para quitarle más dinero, sólo por tener u

sintió—. Por cierto, el cheque rebotó, me

ede se

Con el cinismo se atrevía a venir para seguirle pidiendo dinero, molestarla y burlars

billetes a Cameron—. Es un poco de cambio que me sob

asta el suelo, así como el de Olympia. Tomó por la ci

eso, ahora vendrá a pedir

a extensión de la palabra, no por otra cosa sino por la manera en la que se expresó. Una idea de A

ioso, ¿sabes? —comentó nerviosa

osas estén en su lugar y

se acercó corriendo a ella con unos cuantos pape

lympia, ¡l

ó incrédula—. ¿Ganamo

stro. Tenía dudas, y muchas se le estaban

u lugar y cada un

ro, definitivamente reclamaba no poder quedarse con la casa. Se aliv

l —Adam frunció el ceño—. Ad

ayos eres, pero, llegaste con mi

amantes —agregó en cuanto vio que él lo iba a acl

rguesas, pero, no aceptes las vegetarianas, las hace

ue inventara eso

ue tenías u

u mano—. Pero, vamos, les agradarás. Sólo

A mi abuela le enca

es y cómo es que

pia—. Es un listillo, fui

lympia y Leonardo quedaron

s a contratar

preguntó Leonard

.. El Sr. Hens

a en cada respuesta que decía, Leonardo tomó su mano asintiendo, confir

también lo estaba, no se le había ocurrido pedir un espacio para su sobrino en la empresa, no es como si hubiera una vacante disponible, los abogados se aferraban a no despedirse. Y ahora su sobrino, ahí, con ella. Nunca congenió con algun

dam se posó

arme —él asintió y c

de relación y sólo con acompañarle y brindarle su apoyo, además de darle trabajo

ia de la mujer con la que salía y tampoco es como si saliera con muchas mujeres. Es más, Olympia aún no aceptaba que ellos dos salieran, se preguntó si con

e 74 años con el alma de un joven, llevaba

azó—. No has comido much

je que no me vo

aciable —sus ojos entonces se fijaron en Adam, una vez más se hizo pequeño, ahogó u

rabajo. ¡En su empresa! —g

Si le preguntaba qué era de ella, no podía contestar que eran amantes, se lo podía

rlo —dijo extendiendo su mano para saludar, en s

o en esta familia —les dio el paso—. Y créeme que es muy

mos en la Preparatoria para que m

, ven Adam, déjame

de cerca. Olympia rio y se dirigió a la coc

os abrazos que le daban. Siempre tan alegres y hospitalarios con cualquier persona que ella siempre trajo a la familia. Es p

igió a su hermana que la

me ha dejado encender la licuadora, pe

i hermana mamá, 40 año

adre

sobre un chi

e al juzgado y luego Leo lo invitó a comer. Mamá, incluso pagó el penúltimo

ia que había en la mesa, le colocó ad

malo, tal vez sól

rer llevarme a

lar en la mesa, Olympia le enseñó la verdura a medio masticar, Claudia frunció el ceño—. ¿Y si es así qué? Necesi

asajeó lentamente—. Es decir, es lindo, lo es, pe

ojo —guiñó su hermana—. Yo te advertí de ese infeliz desgra

da hacia la cocina, Olympia estaba sentada en la isla comiendo ve

otella —dijo agitando la botella de vino mientras comenza

na altura, al menos este no te

mana—. Las copas están en la alacena, p

asi

sa diferente —volvió a asentir—. Llévate tam

z más

vamos a comer la lengu

tá peor si escuchán

—se acercó a abrazarlo—. Soy Claudia, y

ntes de que te hagan

egresa para que nos ayudes a llevar más cosas —volvió

eces, llevaba patatas con limón, ensalada, pasta fría y otros platillos más. Para el final, Olympia lo obligó a sentarse junto a ella y se puso aún más nervioso. Le sirvió

cantó, conoció más de ella en unas cuantas horas que en t

ajo a mi nieto, además de que la protegiste hace unas ho

s aplaudieron—. Tendrás que invitarn

día que ustedes

mó Claudia—. ¿Y t

gó en su propi

de Olympia bajo la mesa y ésta lo miró

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