img 40 Días de Sexo - QUÉDATE EN CASA  /  Capítulo 5 4 | 17.86%
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Historia

Capítulo 5 4

Palabras:1351    |    Actualizado en: 03/12/2021

ontró la suya una silenciosa batalla se llevó a cabo. Recordé que me encontraba prácticamente desnuda ante él y aún no se había quitado ni la camisa.Me aparté de él para tomar aire, mi temperatura

mo si de un animal se tratara y sin ofenderme ni un poco, le sonreí — Te ganaste un poco de lo mismo.Me instó a subir a la cama y cerró las esposas sobre mis manos alzadas encima de mi cabeza, besó mis labios con violencia, amaba ese tipo de besos, su boca bajó por mis senos y los succionó dandoles en mismo trato, mientras yo por puro instinto cerraba mis piernas. Cuando llegó a mi monte de venus, las abrió de golpe, dejando mi vagina hinchada y húmeda a su merced. — Que tenemos aquí... — decía burlón, bajando su cabeza hasta que su aliento chocaba con mi clítoris — Parece que alguien esta muy húmeda. ¿Lo estás, sumisa? — Sí, Amo. — mi voz temblaba llena de excitación. Sin apartarse del sitio, con un dedo acariciaba mi clítoris rosado y deseoso de atención. Me retorcí cuando lo hice y sólo se rió. — Sin moverse, sumisa, sino no recibirás ningún regalo.Fui obediente y me mantuve en mi sitio, mientras que su mano castigadora pellizcaba y meneaba mi clítoris de un lado al otro, su aliento chocaba con el mismo y mordí mi boca para no gemir y ser regañada.Le dio una lámida a mi vagina entera, desde arriba hasta abajo y arqueé mi espalda de placer, no le importó ya que hundió su lengua dentro de mí, jugando y mordiendome con la misma rudeza que me besaba, mis gemidos eran ensordecedores y no me importó ni un poco, porque cuando el orgasmo empezó a sentirse en mí, él de inmediato se detuvo.Sollocé un poco y lo miré con furia, el idiota me sonreía lleno de diversión. — La noche es larga, sumisa.Me dio la vuelta en la misma posición y dobló mis piernas para dejar mi culo expuesto a él. — Que rica tu piel, tan suave y delicada — hablaba en mi oído y quise morderlo, estaba furiosa — Quedará hermosa llena de latigazos.Mis ojos se abrieron con sorpresa y antes de que pudiese decir algo, un gritito de sorpresa salió de mis labios cuando el primer latigazo se hizo sentir en mi nalga izquierda. Picaba un poco pero no era doloroso, era más bien... sorpresivo.Un segundo latigazo llegó, esta vez en la otra nalga y se sintió casi mejor que el otro. Para el décimo latigazo ya no gritaba, realmente gemía. Me estaba excitando mucho el momento y parecía no acabar. Sentía mi vagina desbordar y necesitaba un pene dentro mío de inmediato. — Amo, por fa

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