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Historia

Capítulo 2 Parte Dos

Palabras:1392    |    Actualizado en: 17/03/2022

ÍTU

—un peón de la hacienda Los Moró y mano derecha d

eos. Pasaba por ahí cuando Ramiro el encargado, me dijo que habían mat

acreedores, arró

on de un Instituto

...! ¡No encuentro mis lentes! ¡Pronto! ¡

que tiene con la escuela.

que yo pagaba puntual! Es la escuela de m

l imaginar a su sobrina necesitada. Octaviano le ofreció un asie

ícese don

er obra de ese maldito

é se r

sualidad de la escuela de mi

duda. Ese malnacido de Úrsulo le

a que ya los había archivado. ¿Cómo no desconfi

e don Jacobo.

ya no da para más. Tuve que despedir a casi todos los peones. Y a ti dentro de poco no voy a poder pagarte. El banco me va a embargar, lo

o se apure por los centavos. Debe haber algun

ue llegaste en

lo recuerda? Así que el que está en deuda soy yo... —luego mirando los otros

mía! ¿Qué d

planea venir para... ¡Hoy! ¡A esta hora debe

ulsiva y necia, se puede meter en aprietos. Ah y tenle paciencia es muy test

cupe. Yo sab

. No se debe de enterar de esto. Espero que se no quede muchos días. En cuanto ella regrese al instituto, tambié

pe. Primero voy por l

ruaje y salió rumbo al pueblo. No se imaginaba

Jacobo. Cuando la joven se acercó a Octaviano, él pudo ver el brillo especial en sus ojos y algo dentro de ambos aceleró sus corazones. A él se le dificultó pasar saliva, y a ella el soltar la respiración. Para el hombre fue una sensación de deseo y admiración hacia la mujer. Mientras que para ella la simple postura de

co y fijando altivo y con indiferencia

pondió ella de una manera altanera,

o... Soy Octavi

lar con los peones...! Fue entonces que Octaviano s

ecibió mis cartas? Pero Octaviano callado, sólo la miraba por momen

No me diga que se vo

d dijo que no ha

inuó en silencio y negó despreocupado con su cabeza un par de veces. Entonces ella sin

que se alzó un poco el vestido y le dio un

e pasa oiga? — gritó Octaviano

que muy mu

rajo! — volvió a gritar Oc

n llorón... ¿Dónde

r ayudarle con su maleta a l

oiga — di

dijo ella rehusándose a

do su boca le quitó la

abajo...

n señor...! ¡Y en cuanto llegue a la hacienda

a de burla e indiferencia, ech

ras él—. ¡Mira que dejarme a mí con la palabr

ego le abrió la puerta y le extend

a —dijo la joven molesta. E intentó subir pero resba

to del otro. Él la había tomado por su pequeña cintura y e

sta entrar a la carreta con el corazón a punto de estallarle. Mientras Octaviano

o al quitarle su maleta. No sabía porque tenía unas ganas de sacarle los ojos, aunque a

está tan guapo... Es un chocoso y arrogante. Muy

u jorongo para cubrirse de la fría ventisca, pudo sentir el

e es ese? — se dijo suspirando

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