img La muerte de mis heridas  /  Capítulo 4 Querida suegra | 8.89%
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Historia

Capítulo 4 Querida suegra

Palabras:1808    |    Actualizado en: 28/01/2022

bía muy bien que las niñas se despertarían asustadas

era aquí, Crisli. Es fin de sema

stán do

s y son los únicos días en los que me dedico a la fundación por c

erta, vi el auto de mi querida suegrit

a dejar a las niñas! — S

¿cómo se te ocurre grita

el claxon como loca. Iré a dejar a las niñas,

tra de mí, o bueno no en contra, porque nunca habíamos discutido y nunca nos habíamos faltado al respeto; pero desd

llorar en ningún momento, solo tenían su pecho agitado. Por lo general e

, estaba media dormida. Mientras que Nev

ienen que portarse

é con las niñas hasta donde estaba el carro de Alba

Alba. Le dejo a mis

traseros del auto y con mucho esmero

igo — dijo, mientras ce

an dormidas. Pero usted se encargará de e

con su mano derecha se acomodó un poco

mpo en cuidar niños que no te pertenecen, deberías de ocuparte de los tuyos. —Al

aro por mantener la prudencia, aparte siempre me caractericé por ser una persona sumament

s mejillas me ardían, como si me hubiese dado una fuerte cache

tina y yo nos dirigimos hasta la fundación. La etapa triste y nostálgica del día

ndo abrazo que parecía muy paternal. Me gustaba sentirme así, ambos tuvimos nuestros malos momentos, especialmente cuando yo me fui del país y

miraba. Es un gusto

ocia de la fundación?, aunque bueno, había una diferencia abismal entre la f

na, tío, pero prometo que no me volveré

le dediqué una mirada fulminante y ella

los niños están con Lorena, así que

vieja. Cuando construimos el hogar de los niños a los que ayudaríamos me lo imaginé de esta forma y me gustó. La casa tenía todo lo que l

ría como me las arreglaría. Me sentía orgullosa de mi trabajo, todo esto lo había construido yo sola, nadie había puesto un cinco para su construcción, e

n — mencionó Cristina muy cerca de mi oído y yo le di

stal, no sabe

solo quería tener algo mejor para ellos. La casa no estaba mal, pero tampoco estaba terminada quería algo mejor, a

e juegos, donde, precisamente, a e

tarse conmigo por videollamada. Yo de inmediato contesté y

uda Cristina. — Mi rubia amiga hizo un ge

tes, algo extraño en él, ya que siempre so

é su

tó lo de las niñ

de las

habías

ismosa. ¿Cómo pudo ponerle

muy ocupada con Cristina, ella adoptará un niño de la fundación. —Cristina h

as que de otros. — Esa última frase la había remarcado co

eces. No, no iba a discuti

sus sugerencias. Mejor acompáñame que recorreremos toda la fundación,

to con la mano para que parara la conversión y sí, paré

mente, con ese simple "mi amor" había

l lugar, le brillaron los ojos, supongo que no podía creer la gran cantidad de niños que había en el lugar. Saludó a cada uno de ellos con una gran amabilidad

ano. Sin decir nada y sólo observaba

— dijo chillando Cristina, cont

reojo la pantalla del celular, aún seguía hablando con Leonardo — cualquiera de nosotros — dije con una falsa sonrisa en el rostro. Yo era igual que

bueno. Mi falsa sonrisa desapareció, aún me mantenía la c

ar, ¿cómo podía ser tan tonto de decir eso frente a esas criaturas inocentes?; moví mi cabeza de un lado a o

ble y amoroso como él, veía de menos a unos pequeños niños que perfectamente podrían ser sus hijos. Cuando se comportaba de e

que su esposa fue uno de esos niño

har

cisión

imientos

n clavo en la madera y me hacía un inmenso agujero que no sabía

sintió, supongo que Leonardo no pudo soportar ver aquel momento de ternura

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