- Es impresionante cuanto ha crecido en un año - dijo, mientras hacía muecas y caras divertidas para el bebé.
- Lo sé, mi querido niño ya está creciendo.
- ¿Y tú como te sientes, Sara? - pregunto mirándola - Sabes que puedes contar conmigo en todo, puedes dejarme cuando quieras al bodoque, yo encantada de cuidarlo.
- Lo sé amiga, creo que te tomare la palabra, encontré trabajo en la pastelería del centro y habrá veces que trabaje en la tarde y mi madre se va a esa hora.
- Yo lo cuidare - volvió su mirada al bebé - ¿Verdad que si Oliver? Tú y yo nos vamos a divertir mucho.
- Oye - tomo su mano - Te noto diferente - la miro - Tienes un brillo en los ojos algo diferente.
- Volví a escribir - le sonrió - Supongo que ya era hora.
- Me alegro Emma - le dio un beso en la mejilla - Escribir te hacia muy feliz y que lo hagas de nuevo me alegra - le sonrió - Bueno tenemos que irnos, debo ir a casa de mi madre - Emma dejo al bebé en la carriola - Te llamare cuando quiera que lo cuides.
- Claro - suspiro - Cuídate mucho, espero ir a verte pronto.
Emma se quedó mirando como su mejor amiga se iba, la extrañaba tanto, pero desde que tuvo al bebé se fue de ahí y ahora la ve muy poco. Se levanta y camina con dirección a la biblioteca, quiere iniciar algo nuevo y, si, seguirá con las novelas románticas clásicas.
Aunque antes tuvo que ayudarle a Carlos a limpiar y acomodar las sillas y las meses, ya que el club de lectura infantil iniciaba ese día y quería que todo estuviera perfecto.
- Emma, hola.
- Beni - lo miro - ¿Listo para iniciar tu club de lectura? - le sonrió.
- Claro que si - bajo la mirada un poco sonrojado - ¿Me vas a acompañar?
- Creo que ya estoy vieja para estar ahí ¿no? - sonrió divertida.
- Vamos, nadie lo notara - le guiño un ojo - Si quieres ir, sabes donde estaré.
No era secreto que el nuevo profesor de prescolar y viejo amigo de la escuela de Emma, estaba totalmente enamorado de ella e incluso ella lo sabe, pero le ha dicho que solo lo ve como un amigo y no han intentado nada. Son solo amigos. Aunque Beni no se da por vencido.
Emma estaba recorriendo los pasillos llenos de libros, mirando los nombres y sonriendo con admiración, le gustaría que un día su propio nombre estuviera en una de esas colecciones. Se detuvo en el pasillo de romance. Sus dedos pasaban por todos los libros, sintiendo el borde de todos ellos, su mirada recorría los nombres y esperaba el momento en el que dijera, ese es el indicado. Pero ninguno le llama la atención.
[...]
Nicolas tenía que entregar el libro de Romeo y Julieta, se había tardado un día en darlo por estar metido en los planos de la casa donde viven e investigando sobre ella. Siempre que llegaban a una nueva casa, él se dedicaba a investigar sobre ella para saber si era interesante o una casa más de ricachones.
Saludo amable a Carlos quien recibió el libro, le informo que estaría recorriendo la biblioteca para ver que era de su atención. Mientras recorría los pasillos su mente no pudo evitar pensar en Emma. No la ha visto en todo un día y extraña su ausencia, quiere verla de nuevo y hablar con ella, es lo único que pide. Pero no todo en esa vida se hace realidad, no como en los libros.
O puede que sí.
Su radiante sonrisa apareció cuando la vio pasando sus dedos por todos los libros del estante, su mirada recorría el título de cada libro. Como si buscara uno que le dijera, "hey espera soy el indicado léeme." Quito su mirada de ella y comenzó a mirar los libros en busca de uno que a ella le gustara.
Y sin buscarlo tanto, lo encuentra y lo toma en sus manos.
- La casamentera Emma Woodhouse - su voz asusto un poco a Emma - Lo siento, no era mi intensión asustarte - sonrió divertido.
- Nicolas - su gran sonrisa no pudo ocultarla, así como el fuerte latir de su corazón al verlo, una vez más - ¿Qué haces aquí?
- Quería ser atraído a una mujer increíble - la miro con una pequeña sonrisa - Y Emma fue de mi agrado.
- ¿Cómo? - pregunto demasiado confundida. En cuanto escucho eso su corazón casi se sale de su pecho. Pero en cuanto vio que Nicolas subió el libro con el nombre de Emma se sintió como una tonta.
- ¿No lo has leído?
- Si, lo tengo en mi casa - le sonrió - Me lo regalo mi papá en mi cumpleaños.
- Tienes un grandioso padre, ha sido una de mis obras favoritas de Jane Austin, pero claro que Orgullo y Prejuicio lo tengo en un altar.
- ¿De verdad? - sonrió un poco más al escuchar eso.
Nicolas retrocedió unos pasos, acomodo su camisa de cuadros que tenía puesta y la miro.
- En vano he luchado - comenzó a decir con una voz un poco más grave lo que provocó una gran sonrisa en Emma - No quiero hacerlo más. Mis sentimientos no pueden contenerse - se acercó a ella, lo suficiente para estar frente a frente - Permítame usted, señorita Emma, que le manifieste cuan ardientemente la admiro y la amo.
Un ligero sonrojo apareció en las mejillas de Emma, bajo la mirada y sintió a su desbocado corazón latiendo con fuerza. Sintió las manos de Nicolas en sus brazos dándole suaves caricias y la atrajo poco a poco, dándole un afectuoso abrazo. Emma no se opuso, sintió el aroma embriagante del perfume de Nicolas, escuchando como el corazón de él estaba igual que el de ella, latiendo con fuerza y muy rápido. Una sonrisa apareció en sus labios.
¿Eso era sentir el amor del cual Shakespeare escribió en su trágica historia?
Porque si es así, se siente totalmente bien. Son demasiadas sensaciones raras, algunas no las había sentido antes y otras eran familiares para ella.
Las manos de Nicolas acariciaron su cabello, disfrutando el aroma a cerezas de su perfume. No era imposible el amor del cual Shakespeare escribió, era totalmente real y verídico, podía confirmarlo ahora.
- Nicolas - la nerviosa voz de Emma lo saco de su fantasía en el mundo de Shakespeare, rompieron su abrazo para poder mirarse - ¿Qué tan fanático eres de la lectura infantil? - pregunto.
- No leo mucho el género infantil - soltó una risita - ¿Por qué? - la miro con ternura.
- Se inicia un club de lectura ¿quieres venir? Lo inicio un viejo amigo de la escuela.
- Claro, todos los días hay que probar nuevas cosas - dejo el libro de Emma justo donde lo encontró y la siguió.
Emma sentía como sus manos sudaban, estaba muy nerviosa, hace mucho que no se ponía así con alguien y menos con un "desconocido."
Cuando llegaron al lugar donde sería el club de lectura, los niños ya estaban sentados en sillas pequeñas, Beni estaba al frente con un libro en sus manos cuando la vio le sonrió, sonrisa que se esfumo al ver que venía acompañada.
Tomaron dos de las sillas grandes y se sentaron hasta atrás en un rincón para que no fueran distracción para los niños.
Nicolas no era fan de estar entre niños, ni mucho menos de lecturas infantiles, pero por Emma, por estar más tiempo con ella y ver como era su vida, estaba ahí. Pero sí que se llevó una gran sorpresa, no era la típica lectura infantil, era algo de terror, terror que consumiría en una película como la noche del demonio. Le pareció realmente interesante, se inclinó para escuchar mejor la historia. Emma lo miro con una sonrisa divertida, ella conocía bien los "cuentos" para niños que Beni leía para los niños, pero jamás creyó que le gustaran a Nicolas.
No lo negaría, le gustaba Nicolas y le parecía totalmente absurdo ya que ella no es así, no es de las que aman a un tipo solo porque es guapo. No siente nada de esa atracción, hablando con su yo interior, podría decir que Shakespeare no estaba tan loco después de todo, el amor a primera vista es realmente posible.