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Historia

Capítulo 3 FELICIDADES, ESTÁS LOCO.

Palabras:3826    |    Actualizado en: 03/06/2022

rmilada al enfermero que entró a la habitación que yo no tenía ni ropa de cambio ni toalla, este salió de la habitación sin decirme gran cosa, mis cortadas me

, lloré mientras pensaba lo feliz que era cuando estaba con las dos, lo bien que se llevaban y lo amado que por fin me sentía, quise seguir durmiendo, no despertar jamás, quedarme atrapado en el sueño eterno, porque, en mis sueños seguía con ella, cuando dormía la sentía junto a mí, se

tar aquí- dijo una voz calmada, ater

je luego de verla y notar

sus ojos que usted no pertene

ul, ambas prendas denotaban por la decoloración que eran usadas, no me importó, traía jabón con ella, un tubo de crema dental y un cepillo de dientes totalmente nuevo, se acercó más a mi cama, vio la pared sobre la cabecera, yo no me había fijado, pero, el mismo cartel que había en la sala de urgencias ahora estaba sobre la cabecera, esta mujer me dedicó una

fría recorría todo mi cuerpo mientras un ardor cálido atravesaba toda la geografía de mis heridas, aún no había recuperado en su totalidad el movimiento de mis pulgares, sentí nuevamente la sensación del llanto, me enojé conmigo mismo por lo débil que

e visitas. Los enfermeros nos observan en todo momento, el contacto físico está prohibido y cuando alguno de los pacientes se percataba que era observado por uno de los encargados su rostro reflejaba terror; como si estos seres les provocan pavor y nauseas con solo verlos, todos los muros son gruesos y las ventanas poseen barrotes de aspecto hogareño, aquellos pacientes que lucen aún más esquizofrénicos observan a los demás allí recluidos como quien ve un trozo de carne en la parrilla ya lista para ser servida, este infierno me parecía ahora más una cárcel o un buffet de todo lo que pueda comer que un lugar de sanación psicológica, quiero cerrar los ojos nuevamente y tener una vaga idea de lo que es dormir y seguir soñando, cada sueño es una cápsula de recuerdos y una fantasí

posa de Dios y como este la había abandonado por una virgen más joven y de mayores capacidades bondadosas, no tengo idea qué carajos significa eso; esta mujer a su vez le indicaba a todo el que le prestara la más mínima atenci

dirigiéndose a mí, su voz sonaba tranquila, su aspecto n

ro, mi viejo estaba muerto ¿Qué carajos hacía aquí? Luego que se apartó de mí pude ver que estaba más limpio de lo que parecía en un principio, casi como si emanara luz a este horrendo lugar, miré en todas direcciones esperando que alguien notara lo que yo

l forcejeo hizo que mis heridas se abrieran, sentí el líquido carmesí emanando de mi ser, dos enfermeros llegaron a mi

mitir que se le acerquen; ni usted debe acercarse demasiado a nadie- a

tatura, cabello corto, casi de estilo militar, tal vez

fermera, aunque, no la vi por ninguna parte -tú eres el

respondió entre risas que el responsable sería el caballero de las

es tu salvación- me respondió c

uerza que se los quitaran de encima, que los cadáveres de los niños se lo estaban comiendo, se lastimaba con vigor, lacerando la piel sin posibilidad de detenerse; esto me permitió marcharme para seguir mirando el lugar donde pasaría mi “sanación”, más allá, a lo lejos, como espectador vi a un hombre que parecía normal, pero por alguna razón no paraba de hablar, tanto que la gente e incluso en o

vivas- dijo con voz cortada por las emergentes lá

rse, como si estos cadáveres femeninos desaparecían y él comenzaba a hablar muy rápido sobre cómo tendría el dinero para el día siguiente, que no era su culpa, que por favor le perdonaran las vidas a cada una, al

cer ver a otros inútiles ante mi saber. El parlanchín, mi maldita carencia de habilidad para cerrar la boca y evitar que mi cerebro siga procesando y creando mentiras s

la parte más profunda de la ala psiquiátrica, este hecho me permitió observar a mayor detalle su arquitectura simplista y útil a la vez, una barra donde los guardias se reunían, como una especie de recepción o sitio de descanso para contarse las nimiedades del día, la s

al entrar vi como ataron a los dos individuos a lo que parecían mesas de sacrificio, atándolos de manos y piernas a ellos les era imposible moverse pero si les permitía llorar de forma desgarradora mientras clamaban piedad indicando que ya habían aprendido su lección por los pecados que habían cometido, los médicos, ocho en total, cada uno más aterrador que el otro se reían a carcajadas pidiéndoles que rogaran más, ya que, esto haría de su comida algo más delicioso, como un condimento adicional, como el picante en las empanadas o un poco más de mostaz

za sobrehumana me empujó dentro donde quede a total disposición de los guardias h

edadores sedientos queriendo beber más y más sin importar si se agotaba la fuente de su satisfacción, todos reían morbosamente tratando inútilmente de cubrir sus carcajadas con sus manos mientras yo sentía como toda la energía de mi ser era succionada y reemplazada por locura, desolación, angustia y miedo, mi cuerpo se veía fuertemente debilitado y cuando pude darme cuenta yo me estaba desvaneciendo literalmente, mi cuerpo comenzaba hacerse in

ue con toda la fuerza que pude, sentí como los huesos de mis nudillos impactaron contra sus anatomías, como la sangre brotaba de ellos, se abalanzaron sobre mí, los patee con toda la fuerza que me quedaba, estaba dispues

saben, las de mangas largas y lindos arneses en la espalda, oí el crujir de la puerta y a mi encuentro llegó una doctora,

o? - me preguntó, s

ndo a los pacie

uién

que ustedes lla

ntras intentaban bañar a dos pacie

pude disimul

iolencia a hombres que

erto! Yo sé

o sa

brazos y rostro, sus vestimentas blancas estaban salpicadas con sangre, la de ellos seguramente, tres, solo tres, yo había visto más y justo al lado de ellos vi dos hombr

indicó la doctora, su voz sonaba como un eco casi mudo, y

vi- le indiqué con

denar una esquizofrenia pasiva-

n, no sabía que me había ocurrido, la doctora se arrodillo junto a mí, me dijo que para eso estaba

ije con terror al

untó tratando de

nte quitarme la vida por amor, caí a este raro lugar que más parece una sucursal del infierno en la tierra, ataque hombres buenos, mi estabilidad mental están al borde del abismo y aun así, yo sigo extrañando a mi amada, pasados, quién sabe cu

e a Raike, pero, no por ella, odie haber soñado un futuro con alguien que no merecía que yo me le acercara, pero lo que más odie fue seguir pensando en ella mientras era obvio que ella ya no pensaba en mí. En ese momento noté que por primera vez en mi vida estaba rogando a

oscuridad pudiese verla -he venido por ti, yo voy a ayudarte- repitió con esa voz calmada

yo no merecía estar allí, para mí era un ángel, aunque si alucine el ataque de los enfermeros, c

ue serás útil- me indicó, no entendí nada, pero parecía ser inmune a toda noción de oscurida

s la pregunta sintiéndome culpable por el

ándome con dulzura a los ojos. -ten paciencia, aclara tu mente y no dejes de cuestionar-

en la cama contigua a la mía había una persona, no era el mismo sujeto que estaba allí el día que yo había llegado, el enfermero me libero de la camisa de contención y me ordenó con rostro intimidante que permaneciera en mi cama sin causar más problemas, así lo hi

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