img Oblivio  /  Capítulo 4 LA BONDAD EN MEDIO DE LA DEMENCIA. | 28.57%
Instalar App
Historia

Capítulo 4 LA BONDAD EN MEDIO DE LA DEMENCIA.

Palabras:5034    |    Actualizado en: 03/06/2022

, escuchar una voz en mi cabeza, imaginar que un par de inocentes enfermeros son monstruos del averno y asociar la apariencia de mi psicóloga con la de mi ex, cualquiera dudaría ¿No? El hombre allí se

o derecha y yo la apreté fuertemente con la mía, al igual que yo esté sujeto aún no llevaba aquí el suficiente tiempo como para estar mal de la cabeza, aunque con todo lo que he visto quién podría decir que alguna vez yo estuve bien de salud mental, es decir, me creo cuanta pendejada me dice una mujer a costa de que, una voz calmada y de tono experimentado, hago que mi propio ego se desvanezca hasta el punto de permitir el degenero de mi cuerpo, mi amado cuerpo y ahora estoy atrapado en este agujero que huele como si un indigente hubiese muerto luego de haber meado, vomitado y defecado como su

gún bien, hablar de los ex no debería ser un tema de conversación aceptable en ninguna sociedad, terminar una relación debería ser cómo usar un pañito para la nariz, lo usas, queda lleno de moco y lo botas, no pasas meses teniendo amargos sueños de cómo tuviste momentos agradables con el maldito pañito mientras iban a tomar café o como eran de deliciosas las noches mientras el pañito acariciaba cada centímetro de tu cuerpo hasta hacerte llegar al mayor de los éxtasis (si ya se, los adolescentes si tienen esa clase de romance tórrido que abarrota las canecas de basura noche a noche, un momento ¿Por qué me auto cuestionó, acaso mi mente se está partiendo entre interlocutor y receptor?) tal parece que; como me ocurría en muchos casos lo que pensaba y lo que decía empezaba a mezclarse en una red intrínseca que unía la realidad con el vacío universal de mi cerebro, lo digo p

ía la piel; mientras descendían para al final llegar a mi mentón donde se sentían como trozos duros de piedra fría que golpeaban justo en mi pecho, el golpe se sentía como una punzada violenta en el pecho que le gritaba a c

dad estaba encaminada en saber tanto como pudiese para ayudar a otros, recordé mis más infantiles y puros deseos de ser profesor de historia, creí que así podía enseñar a futuras generaciones a no cometer los errores de las anteriores, como en mi ingenua infancia le había prometido a mi madre que sería un arquitecto para poder regalarle una hermosa casa para que ella envejeciera de forma pacífica y feliz, par

o que seguía en la solapa de su camisa la cual tenía los dos botones superiores sueltos, estaba perfectamente peinado sin que ni uno solo de sus cabellos se elevará para alterar la armonía sincrónica

ba generando. Ahora que lo pienso, no sé su nombre, no me intereso en lo absoluto, convertí algo tan estúpido (obviemos el hecho del intento de suicidio y acabar aquí… Ahí está otra vez ¿Con quién estoy hablando?) como una decepción amorosa en un problema tan grande que lo c

n tono de voz apagado y nostálgico mientras que cada palabra que salía de sus la

lemas tenían el mismo calibre que los míos y escucharlo, sé que dije que era inútil hablar de los ex, eso lo resume como hablar del pasado, pero así como lo considero inútil incluso yo debo admitir lo liberador que era y algo me decía, que mi nuevo amigo lo necesitaba, pero, la entrada de algunos enfermeros

único que yo veía eran almas cautivas que se encontraban formando un círculo mientras todos y cada uno realizaban lo que aparentemente eran ejercicios de calentamiento, estiramiento, golpes al aire, tro

r saliva y frotarse la entrepierna extasiados por lo que allí veían; mi “camarada” y yo éramos la carne fresca, los novatos que ellos ansiaban saborear muchas más veces, nuestras almas eran frescas aún, intente con todas mis fuerzas reaccionar, pensé en lo que había ocurrido antes, debía estar alucinando otra vez y mi ser aún conserva curiosidad y duda mientras que él, mi compañero poseía esperanza como si fuese un pequeño faro de luz en este tórrido lugar, éramos los platillos más apetecidos del sitio, nu

de los monstruos en las sombras? - preguntó dedicándome una perversa y sarnosa mirada - ¿No? Yo tampoco, porque yo era el monstruo en las sombras- co

era bastante grande, alto como si un jugador de baloncesto se estuviese preparando para el juego de su vida, grande en proporción a su estatura, sus brazos y pierna

tidad que sentí el putrefacto olor aun cuando había una buena distancia entre los dos; me cuestione mucho que ocurriría si Tuxus ganaba, si el castigo al perder era alimentarse de la fe del derrotado, ganar proporciona al vencedor de aún mucha más fe, para qu

el pobre y escuálido Tuxus, todo este espectáculo era igual que embriagar un ave para darle una vaga idea de felicidad antes de que cayera muerta, todo esto no es más que la orgía gastronómica más horrenda que la mente corrupta pudiese pensar, me descubrí recordando en una realidad que no repasaba en mi mente hacía varios años ya, solo durante un breve periodo de mi vida fui un gran combatiente, realmen

que era retórica –si las cosas se hacen bien en la vida a nadie le importa, pero, por otro lado, si cometes errores te faltarán ánimos para soportar toda la basura que te caerá encima, así es la vida y si por error no llega a ser así… yo se los recordaré con gran placer- me sorprendió mucho el que usara la palabra vida, creo que debía usar términos referentes al pasado, pero, no fue así –aquí no hay nada bueno para u

condena, como el caballo que le limitan su campo visual para que solo camine ignorante de su labor justo hacia

ender mucho de ellos y eso haría más sencillo a futuro determinar cómo vencer a otros más grandes, más fuertes o tal vez más veloces y si, allí estaba yo ideando un plan maestro que sería mi boleto directo a una tortura inclemente, pero, no me importaba, sabía que me iría aunque fuese por pocos instantes con la sonrisa mortuoria de haber vencido a una de esas cosas, pero, hacía un momento, un parpadeo, todo lo que veía era gente alegre con juegos de mesa ¿Que era la realidad entonces, es más, existía la realidad? Ya entrados en gastos, debo admitir que hacer enojar a otros siempre ha sido algo que me provoca un enorme y etéreo placer inexplicable, mi

contra cualquiera, pero es ese tipo de dolores que nos lleva a nosotros los hombres (porque jamás vi una mujer con auténtico dolor solidario) a hacernos una construcción imaginaria de lo que la persona que estamos viendo sufrir puede estar padeciendo, en especial si dicho dolor proviene de un letal golpe en la entrepierna; noté rápidamente que T

ar nuevas formas de superarlo, su mente estaba enfocada en atacar y en dedicarme una leve mirada con un matiz oscuro y grotesco, como si quisiera distraerme con pavor de mi concentración, pero, por ese instante yo olvide dónde me encontraba y por primera vez comencé a racionalizar como hacía en cada cosa en mi

ó a mi habitación antes. -no te enfoques en mí, sabes que puedes ganar, sigue observando con detenimiento

que estaba aprendiendo, porque en mi mente esta información aún no era suficiente, en mi mente yo solo

físico la burla y las cotilleras entre sus camaradas hicieron que sintiera un malestar en el orgullo aún más candente que cualquier dolor físico, la bestia recobró su postura de combate, su mirada despojada de bondad o cualquier buen sentimiento y totalmente iracundo camino en dirección del pobre Tuxus quien ahora se lamentaba para sí mismo su penoso intento de ganar la pelea con una patada, la bestia cargo toda su furia en un movimiento de su brazo derecho en dirección opuesta a su andar y cuando lanzó su enorme puño derecho para golpearlo el estruendo fue tal como si golpearas agua, la forma de Tuxus pareció desdibujarse como si fuese

é carajos pasa conmigo?) finalmente esa cosa se acercó a Tuxus, lo levantó de los hombros sujetándolo fuertemente con sus callosas e inmundas manos, mi pobre compañero, no tenía ni las fuerzas ni la coordinación para defenderse y fue allí donde el pobre pagó por mi e

pulsa a actuar, ya sea para bien o para mal, esto lo digo ahora porque siempre creí que sería un cobarde en momentos complejos, recuerdo que cuando alguien parecía querer atacarme si bien yo no demostraba ni un solo rasgo de sentir temor mis pie

ándolo con tal violencia que su aparente estructura inamovible parecía ablandarse ante los impactos de mi ser contra el suyo, la bestia se reía a carcajadas, pero

o interpretar. Se abalanzó cojeando para tratar de alcanzarme, su cuerpo lento y adolorido no era rival para la velocidad que ahora yo tenía, como si la furia me hubiese brindado una carga excepcional de poder y fuerza; sentí en lo más profundo de lo que quedaba de mi ser racional que estaba peleando con odio y no con razón, no me importaba nada, solo quería matar a la criatura hedionda que había asesinado a Tuxus y en medio de e

bservar de dónde provenía. –controla tu ira, tu decepción, aún no estás listo para

n de esquivar nuevamente sus demoledores brazos, golpeé su pierna derecha y este se desplomó al suelo mordiendo sus horrendos labios para no dejar escapar el so

pervivencia y el único deseo de venganza roja que te hace hervir la sangre. Atravesaron una superficie ajada, de apariencia sólida y un

ndo, no había monstruo, no había círculo de batalla, solo un enfermero tirado en el suelo, con un enorme mordisco en su cuello, miré con terror en todas di

guja entraba por mi cuello y el contenido ingresaba a mi cuerpo, no pude resistencia alguna y con la m

rdiendo todo rastro de sensualidad, era la psicóloga hablando del otro la

l- le dije mientras

te y yo te dir

usted

eal que verás

ermero es

r de cuesti

sted diga

Instalar App
icon APP STORE
icon GOOGLE PLAY