a edad que había estado esperando en la puerta le dirigió el habitual y siem
la blancura a la que s
—. Despojándose de la americana negra que llevaba puesta, Gloria se
ta que Gloria se había quitado y la colgó entre sus
cosméticos ni accesorios, sino las llaves del coche, una pesada pila de papeles y un mon
na de la noche, pero ¿qué le importaba a ella? De todos modos, no podía ayudar, y no era ella la que había entrado en la escuela de posgrad
e el piso de abajo, detrás de ella, y Gloria se detuvo sólo medio segundo antes de seguir
oria, sólo una débil mirada de reojo a la chica de abajo
a oficina, así que ven a hacernos compañía—. La chica es Elma Windsor, la hermana de Gloria. E
n indiferencia: —Tengo trabajo que hacer, puedes hablar—.
ce muy cansa
Missy, tu helado de fresa, te he puesto
tú eres la que
ya está horneada—. Otra voz llegó de nue
nto cómo sabrá cuando
e se detuvo en el momento en que Glo
eño respiro e inclinando la cabeza, Gloria se fro
ncesa europea, Gloria se dio la vuelta y se desplomó en la cama, dejando escapar un largo y persistente suspiro. Se sentía tan cansada, le
e recordaban constantemente que era la fiscal superior, la señora mayor de l
oria no sintió que había recuperado algo de
r, Gloria abrió su ordenador e introdujo su contraseña, y en la
fiscal, todavía con su uniforme de fiscal, su rostro todavía jo
al que miraba innumerables veces al día, a su rostro apuesto, a su p
u tiempo libre. Así que aunque llevaba cinco años enamorada en secreto de ese hombre y él nunca lo había sabido ...... quizás sí, porqu
in darse cuenta del pasado y se despertó
bum electrónico y cubrir las fotos en la pantalla de
cabeza que asomaba por la
na sonrisa: —Glori, ¿por qué no has bajado todavía? Hay muchos
dado dormida de espaldas y que llevaba una toalla de b
ceño suavemente, no tenía tantas ganas de bajar a conocer
lma entró corriendo por la puerta y se arrodilló junto a Gloria y la cogió
spiró impotente, —Bien.
más te quiere!— Elma le dio a Gloria un rápido beso en la
n la pantalla con una leve sonrisa: —Me das fuerzas si
la fiesta de Gloria, así que no
o con hombros de tul de encaje. El
a joya, aunque sus clavículas eran cristalinas no tenía por qué embellecerlas de ninguna manera. Con los mismos discretos tacon
ori
iss
stás abaj
issy ..
os, y Gloria respondía con un movimiento de cabeza,
él! Destacaba tanto entre la multitud que ella lo veía fácil