img Más Allá Del Amor, hombre  /  Capítulo 5 Un inicio apretado. | 22.73%
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Historia

Capítulo 5 Un inicio apretado.

Palabras:2413    |    Actualizado en: 28/10/2022

n. Cada pliegue de los labios de esa hermosa mujer están plasmados en el techo, el rojo

Ahora su primogénito está a pocas habitaciones de distancia, y lo único que se han dicho no ha sido muy grato. Además, las vacaciones d

hubiese leído la mente—. Ya debe estar de vuelta

l camisón rosa arrugado, y su sonrisa no es la que lo hace sentir de verdad. Por

anoche —dice con u

go que congela la habitación. Le falta lo que ella tiene. Diandra. Él sac

niño ya no son un problema amor

ero creyó que esperaría para hacerlo. Él pasa de ella y abandona la situación, una brisa fría l

ristal se escuchan con claridad. Tredway esquiva los restos de un florero en el suelo, llega a la puerta y la abre. En primer lugar, ninguno reacciona. Ia

tebrazos con las manos para mantener el calor. Él hace amago de abrazarla, per

ando el brazo—. Apúrate, si no terminas de entra

pla, haciend

cocina —profiere ella desde el pasillo—. Su d

frenar los impulsos de esa mujer. Es muy quisquillosa. Pocas cosas lo

un aroma que le trae recuerdos. Huele a panqueques, carame

e Ian, engullendo su de

ver a Tredway. Tiene motivos para portarse así, per

piando el mesón—. Cánada y tú pueden acompañarnos —e

prueba la comida. La textura perfecta se diluye en su boca, el calor se extiende por sus extremidad

da nos dejó congelándonos treinta minutos en el patio

laración. Son palabras muy conoc

arse —le sugiere

cho gracia. Es más probable que ella misma los devuel

acioso —e

ca al verlos Desayunando, rueda los ojos y se sienta junto al hombre. Ella pega su costado al de él,

llegado al rancho —mur

roto, Tredway se incli

hablaremos esta noche —le adviert

oja un beso, y vuelve a irse, dejando una nube de incomodid

dmite entre dientes—. Qu

Ian lo mir

s de la ciudad —se frota el rostro con una mano—, y en vista de que mi o

sas. Eso fue lo que hizo cuando «conversaron». Mas ninguno da su opinión. En sus rostro

, Ian —la mujer le pellizca una

riz, pero acepta la propuesta. Tredway hace el mismo gesto con la nariz. Nadie es

ra un jet privado, y tampoco que el terror le congelara el cuerpo entero. El vacío e

udeza de la exigencia de Cánada rebota en i

media, y Cánada dice todas las barbaridades que se cruzan por su mente. Tredway se ha dedicado a

No le ha sido posible hablar con él, y ojalá no lo hubiese intentado, pues Cánad

ras —Diandra lo consuela, girándose hacia él—. Treinta min

, deposita un beso en su c

n el avión. Diandra se esfuerza por apartar la vista de la ventanilla. Es como si en cualq

llos piensan, comparten un pensamiento. Y ese es que por nada del mundo, l

r el dinero

*

e desvían en la pista de aterrizaje, y después de caminar varios minutos para encontrar por donde entrar, alguien del personal del aeropue

nencias—. Vinimos con el señor Langdon en su... —no completa la oració

alguien o que nos

ón en su voz, le eriza los vellos a su madre—. Pero

encias, y muchas de esas

esde que vio a su padre de nuevo. Es muy cierto que sigue siendo un hombre cauteloso. Mas

ia Ian, sacándola de su mochi

epta, y se detiene en uno de los puestos de comida que adornan el corredor. El ligero bullicio de las personas en el aeropuerto a las sei

y captura a su madre en fotos. La sonrisa de Diandra se nota relajada, tan natur

con un hombre que no reconoce al principio. Ella tiene las manos recogidas sobre su pecho, está inclinada ha

iandra a sus costados, le alisa el cuello de

in ver, nada del otro mun

n cierra la mano alrededor de su muñeca. Ella está suda

e la última vez que vio a su mad

e zafa cuidadosamente del agarre de su

el ruido. La voz de Cánad

—susurra aferrándose a la cámara en su c

a, hijo —Diandra reaccion

la madre de Eugenio aparece en su cam

muchacho escapa de las garras d

nte que tiene en los ojos, y la mueca de desagrado que aprieta

trada, síganme —informa el hombre uni

misma forma Tredway los mira a ambos desde su auto. Su novia/esposa y

n sus bolsillos. Asiente hacia su novia, y ella entra al au

rme que están paseándose por el m

antes de arti

pareció después. —Langdon exhala por la n

replicar, y recibe una mirada ap

os ojos color avellana le dan un repaso. Observando

apoyándose del auto—. Eres solo la que cuida de mi h

que alguien puso esas ideas en su cabeza. Él no podr

té bien, Langdon —entrelaza las manos en su e

te de quince años vuelve a tu vi

a, está ocupada par

n del hombre. Por un segundo pierde el hilo, pero se recupera. Pone un

tenga que soportar tus pretensiones, me aseg

ándose del calor que emana su cuerpo. Traga saliva, se aleja de él, y con una sonr

be sufrir por sus reg

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