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Historia
PROVÓCAME

PROVÓCAME

Autor: J.C.CASTRO
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Capítulo 1 ENGAÑO

Palabras:2232    |    Actualizado en: 01/11/2022

ía si Adam estaría de humor hoy para tolerar retardos. Cambiaba de humor constantemente, así que era bastante difícil de predecir, estiró su falda tubo, planchando unas inexi

spués de siete años de matrimonio lo seguía amando como el primer día, se había sentido afortunada de tenerle, compartir su vida junto a

uego otro en la frente, en cada parpado, en la punta

iertes- susurró co

le besó la mejilla con cariño y é

porque llegaré tarde. Pero esta tarde cuando llegue te compensa

raré con

esayuno está listo, te preparé café

le besó la mej

tó con cariño sus glúteos, Rita rió- no hagas eso, cariño- se puso en pi

ausencia, se fue inmediatamente a su oficina y comenzó a trabajar en los pendientes, un terrible dolor de cabeza comenzaba a

a que no había desayunado, pero le había sido imposible, en casa solo tomó jugo de manzana, pero al llegar a la empresa

analgésicos y acostarse con un antifaz sobre sus ojos, eso calmaría su migraña. Pobre Mic

dam, y su sexy voz le

o estás?, ¿En qu

amos a mitad de semana, pero necesito una licencia, me at

tu as

S

omo sigues, no hay nada importante hasta la reunión del lunes, si cr

mucho ese gesto. Espero par

e te mejo

a más que agregar,

na y el descanso que tanto necesitaba para encontrar el alivio que le hacía falta. Estacionó el coche y si

uedarse en casa descansando. Se encaminó a la habitación y encontró la pu

aceleró y su cabeza

dos, no había

pasmada ante la escena. Su marido

gudos gemidos de placer. Sus piernas completamente abiertas para recibir las fuertes

ma, en la misma que dormía con su marido. En la misma cama que ellos habían hecho

me esperabas tem

ubrir su desnudez. Aquella rubia oxigena

dos generando que su migraña se incrementara

¿eso tiene explicación?- aquella mujer se había cubierto con las sabanas. Rita

ta.

la tarde, todas tus cosa

o toda su estatura, sus finos tacones repiqueteaban sobre el suelo de madera, y así sin s

se alejó, con su cabeza

de deb

bsurda mentira, necesitaba conversar con alguien. Cuando estuvo lejos d

ta C

fuerzo por no comenzar a

a recogerte a tu traba

ito verte, aho

te escuchas como si te estuvie

Connie, necesit

riño. Dime dónde e

a, ya mismo v

**

ía si Adam estaría de humor hoy para tolerar retardos. Cambiaba de humor constantemente, así que era bastante difícil de predecir, estiró su falda tubo, planchando unas inexi

spués de siete años de matrimonio lo seguía amando como el primer día, se había sentido afortunada de tenerle, compartir su vida junto a

uego otro en la frente, en cada parpado, en la punta

iertes- susurró co

le besó la mejilla con cariño y é

porque llegaré tarde. Pero esta tarde cuando llegue te compensa

raré con

esayuno está listo, te preparé café

le besó la mej

tó con cariño sus glúteos, Rita rió- no hagas eso, cariño- se puso en pi

ausencia, se fue inmediatamente a su oficina y comenzó a trabajar en los pendientes, un terrible dolor de cabeza comenzaba a

a que no había desayunado, pero le había sido imposible, en casa solo tomó jugo de manzana, pero al llegar a la empresa

analgésicos y acostarse con un antifaz sobre sus ojos, eso calmaría su migraña. Pobre Mic

dam, y su sexy voz le

o estás?, ¿En qu

amos a mitad de semana, pero necesito una licencia, me at

tu as

S

omo sigues, no hay nada importante hasta la reunión del lunes, si cr

mucho ese gesto. Espero par

e te mejo

a más que agregar,

na y el descanso que tanto necesitaba para encontrar el alivio que le hacía falta. Estacionó el coche y si

uedarse en casa descansando. Se encaminó a la habitación y encontró la pu

aceleró y su cabeza

dos, no había

pasmada ante la escena. Su marido

gudos gemidos de placer. Sus piernas completamente abiertas para recibir las fuertes

ma, en la misma que dormía con su marido. En la misma cama que ellos habían hecho

me esperabas tem

ubrir su desnudez. Aquella rubia oxigena

dos generando que su migraña se incrementara

¿eso tiene explicación?- aquella mujer se había cubierto con las sabanas. Rita

ta.

la tarde, todas tus cosa

o toda su estatura, sus finos tacones repiqueteaban sobre el suelo de madera, y así sin s

se alejó, con su cabeza

de deb

bsurda mentira, necesitaba conversar con alguien. Cuando estuvo lejos d

a, Ca

fuerzo por no comenzar a

a recogerte a tu traba

ito verte, aho

te escuchas como si te estuvie

Connie, necesit

riño. Dime dónde e

a, ya mismo v

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