n carcome
ras más
í al otro lado de la mesa y me mira con su mirada ruda y seria. Mi
é su respuesta. Primero le sirve a él y luego a mí,
en esta casa.
ando con fuego, pero la verdad es
ero intimar con
camente los cubiertos sobre su plato, sobresaltándome.
ntiendes? Quiero tu sonrisa para mí sola, tu mirada, tu atención, tu calor,
alguien que me distraiga un poco? ¿Que nec
mis palabras. Observo cómo vuelve a respirar hondo. Logan parece querer co
sé, no paras de deci
a puerta, me agarra del brazo y aspira largamente el olor de mi piel. - No te bañes, cariño, ¡me gusta tu olor! - me pide en voz baja y áspera. Me alejo sin devolverle su afecto enfermizo y subo las escaleras
*
sobre mi cuerpo. Cierra la puerta con cuidado y mete la llave. Cierro la mandíbula y busco algo de valor para lo que tengo que hacer. Me meto una cosa en la ca
oco de miedo. Aunque mi miedo quiere aflorar y mi lado cobarde quiere a
aran los huesos e inmediatamente me abracé a mi propio cuerpo, dando un pequeño paso
cada vez más envalentonada, liberada y a un paso de la luz. Sin embargo, mi cuerpo también tembló ante su aproximación, las lágrimas inundaron mi rostro y pude sentir el dulce sabor de la muerte en mi paladar. Sentí que mis piernas se apoyaban e
ed
ni
rr
alabra. Le miré a los ojos buscando mi alivio y su perdón, pero Logan ya no estaba en aquellas
nte Logan monta sobre mí, descargando varios golpes violentos, gritando como un loco alucinado que soy suya, hasta que ya no me quedan fuerzas para luchar. Después de toda su furia, dentro de la habitación sólo se oye e
nada. Quería llorar, quería gritar, quería tener fuerzas
drá arrebatarte de mi lado a menos que yo se lo permita. - Mientras habla, se colo
*
or el suelo, hay paquetes de condones esparcidos por la mesilla de noche, la pantalla de la lámpara se ha caído de lado y su ropa está amontonada en un rincón. Suelto un gruñido de dolor y hago fuerza para levantarme, sintiendo que me duele todo el cuerpo, y suelto automáticamente unos gemidos, conteniendo la respiración, porque respirar hace que me
ucho efecto y mi respiración me recuerda mis momentos de terror. Caminar es algo casi imposible, pero intento mantener mi andar lo más natural posible.
ce una señora cuando entro en la coci
. ¡por favor! - pregunto, pero no me
lda para ir a preparar algo y me fijo en una caja de pastillas tirada en un rincón del mostrador. Curiosa, levanto la caja y miro su descripción. Nortiprilina.
to es
e preocupe, la conservaré hasta ahora... -Intenta
ra qu
Es un tranquilizante, señora. Lo uso para do
s? - pregunt
todo para mí! - Sacudo
ndome a la medicina. Ella fuerza
me dijo que tomara solo
entera? - Frunce el ceño. Parec
diaca, sobre
un vuelco sólo con
la caja,
e el desayuno al comedor? - Le
siento atraído por volver a esa habitación y coger esas pastillas. Es la ocasión perfecta para lo que necesito. ¡Tundum! ¡Tundum! ¡Tundum