ías de

puede llevarte por

ldad -dijo Darcy-. - A veces no es más que mezqui

de mi familia o amigos, nada. Sé que esto tiene mucho que ver con Logan, pero no tengo ni idea de lo que ha hecho realmente para alejarlos de mí para siempre. Desde la noche de la paliza duerme en la habitación de invitados. Sin embargo, siempre que me despierto encuentro una rosa roja tumbada a mi lado en la cama justo al lado de mi cara y un trozo de papel con la frase, Te quiero. Te quiero. No sé si aún creo en esa palabra. Se suponía que este matrimonio iba a ser mi cuento de hadas, pero se ha convertido en mi peor pesadilla. Suspiro de nuevo, sintiéndome inquieta, y me alejo de la v

os compulsivos con escalofríos y temblores. Temerosa, me acerco al mueble, pero miro con cuidado a mi alrededor. ¡Respira, Eva, respira! me digo al sentir que me ahogo en mi propia ans

la blusa y miro fijamente los seis largos que contiene. Trágate las seis de un tirón, no sentirás más que somnolencia y pronto te librarás de tu tormento. Mi subconsciente grita esta vez en mis oídos, tal es su ansia de libertad. Traga, Eva, ¡traga! Rápidamente saco dos pastillas de la tableta y con manos temblorosas me las llevo a la boca, sintiendo su amargor en cuestión de segundos y mi lengua entumeciéndose rápidamente mientras me entretengo

*

desp

ia cama, mirando los malditos medicamentos sin saber qué hacer con

para do

e había ocurrido antes? Voy al bar de la esquina del salón, cojo su mejor whisky y un vaso cuadrado, y vuelvo inmediatamente a mi habitación. Temblando, coloco cuidadosamente la botella y el vaso encima de la cómoda, y contemplo el hermoso conjunto, acomodando con sumo cuidado su posición encima del mueble. Con l

baja, guardo el polvo blanquecino en u

a poner en peligro mis planes para esta noche. Tengo que calmarme. Digo pensativa y cierro los ojos intentando relajarme un poco. Al tercer suspiro la puerta de la habitación se abre y mi corazón deja de latir violentamente. Trago en seco ante el imponente hombre que la atraviesa. Sus ojos recorren mi cue

re, es frío y áspero. Resoplo internamente. Es hora de representar este trágico capítulo

tando no tartamudear. Recorre la habitación con la mira

o. Asiento con la cabeza. - ¿Por qué? - Logan p

nfusión por mis palabras. - Me quieres y me deseas. - Continúa de pie. Dios, tengo que ser más convincen

n se me acelera en el pecho. Se lo está

lve a balbucear y su rostro demasiado serio deja

risa se ensancha un poco m

gan suelta una risita sólo con mi contacto. Mi mano vuelve a deslizarse hacia arriba, subiendo hasta llegar a su nuca y lo atraigo hacia mí en un beso profundo que me

za y profundiza aún más el beso. Contengo las fuertes ganas de vomitar que surgen en mi bilis y permito que su lengua invada mi boca, y