de que su abuela vaya a despertarlo, así que bajé a desayunar. Me sorprendió lo animada que estaba la casa escaleras abajo, pues del comedor se
con una sonrisa, estaba bebiendo ¿caf
avés de los anteojos y me sonrió, yo me acer
esinará —suplicó papá, yo sonreí,
gunté mientras me servía una
edirle a Mae una taza de café, y l
ue no puedes negarle ningún caprichi
gunté pues hasta entonces
sé a dónde —respondió mi mamá, tomó una t
es bailan—. Mae tiene la costumbre de ser la primera de los feligreses en asistir a la primera misa del día y
a, acompañando a Rick. Le había tomado cariño y me gustaba mucho su compañía, me había prometido una interesante charla sobre las costumbres y tradiciones irlandesas, como para aclimatarme más a la idea que muy pronto formaría parte de su clan, además que se notaba que hacía mucho tiempo necesitaba de una buena conversación. Yo
sa a disfrutar del fuego del salón mientras releía un clásico: Orgullo y Prejuicio. Las hojas de ese libro que había encontrado hacía sólo unos días en la biblioteca del estud
on leídos por nadie —dijo la voz de Rick, sacándome
ntras el abuelo se sentaba en uno de los sillon
s leyendo y recomendarnos algunos; recuerdo que cuando éramos jóvenes nos pasábamos los domingos leyéndole al otro, era nuestra manera de “ver” series, si sabes a lo que me refiero… Aún recuerdo que usaba un tono de voz diferente para cada personaje, pero luego empezó a llegar la
a distraerse y relajarse”, veía tele hasta quedarse dormido y se enojaba si se la apagaba pese a estar roncando, cada vez tenía más ganas de sacar ese condenado aparato de mi habitación, pero sabía que Kentin se iba
spiré—, por eso de ahora en más pued
una carcajada cl
eído Anne de l
eroína f
llegó moviendo la cola con elegancia y suntuosidad, ¡qué diferente era de mi perro! Fuser habría ladrado y aullado, anunciando a todo el mundo que había llegado una visita. Winnie, en cambio sólo rascó la puerta y se sentó a esperar que alguien atienda
tar sonrojarme. Mi cuñado me había ag
é mientras lo dejaba pasar y me ofrecí a to
mi abuelo —dijo
l se envaró y abrió sus ojos azul
¿quién demonios era Betzy?— Betzy es mi moto, la encontré hace unos cinco
del piso superior; cuando bajó, el anciano llevaba ropa cómoda para trabajar, se disculparon y fueron al garaje dejándome sola
sí, lo tomé en brazos y lo acosté a mi lado— ¿Sabes? A Fuser también le gusta q
me dolió la vista, decidí dejar la lectura para más adelante. No sin un pequeño gruñido a modo de queja por parte de mi cánido acompañante lo moví de mis piernas y lo dejé durmiendo en el sofá. Fui al garaje y abrí la puerta con cuidado, Gaeil y Rick se encontraban enfrascados con la motocicleta, toqué la puerta un par de
ería preguntarles si des
aste no nos da descanso —dijo Gaeil mientras se limpiaba las manos llena
ueso y jamón; fui a la cocina, preparé los bocadillos, les serví un poco de Coca-
bios, la misma nariz, la misma forma de comer y beber, de agarrar los objetos e incluso de fruncir el ceño; me llamó la atención que mi cuñado tenía tatuada una Virgen de mantos rosa y celeste con un cetro y un
rnidad, Gaeil se limpió las manos
aba sus brazos musculosos—. Espero que
noció Rick— Tu abuela casi me mata la última ve
a pro
ojada y esperé a que Gaeil se ponga su camiseta negra y su chaqueta; mientras Rick abría l
ó un poco sin moverse del lugar, aparentemente estaban escuchando el motor, cuando la Harley pasó la prueba de
aeil, muy complacido—. ¡Ven,
deé sorp
pregunté, las motos me d
vantó en brazos. Me sentó en esa cosa monstruosa y luego se sen
nes, me iba a caer un buen reto! El pavimiento estaba todo mojado, no tenía idea de la velocidad a la que íbamos, pero por lo visto era mucha; dimos una vuelta por el paseo marítimo y luego s
desde el volante—. No por na
sería aún más bella, el lugar perfecto para mi boda. Continuamos ascendiendo hasta que llegamos a la cumbre; Gaeil apagó el motor y bajamos de la moto, podía ver Brai en
hermanos —recordó mi cuñado con melancolía, quité la vista del pai
a—. Le quitaste los frenos de la bicicleta y lue
sorpresa en su rostro era genuina—. Yo no le quité
iciste, más porque Mae le llenó la cabeza
hablas? —
y al terminar Gaeil tenía u
ntiendo por qué luego de ese incidente Kentin se negó a hablar de nuevo conmigo. Vamo
y bajamos la colina a una