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Historia
Vientre de alkiler

Vientre de alkiler

Autor: Steven
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Capítulo 1 El comienzo

Palabras:2812    |    Actualizado en: 29/01/2021

n enfoque bastante práctico. No quería dejar ningún cabo suelto en todo lo relacionado con su decisión de convertirse en padre. Cientos de mujeres habían contestado al

nsión en medio, estaba completamente alucinada. Vaya, otra mansión. Qué bonito. Necesitaba un lugar seguro para que no la encontrara el chiflado de su ex novio, y no podía haber escogido un sitio mejor, pensó. Pero, ¿cómo podía saberse segura si aún no sabía lo que le esperaba? No sabía por qué había sido elegida. Había visto el tipo de mujeres que se presentaron para el mismo puesto, y ella no podía competir con ninguna. Entonces, ¿por qué estaba allí? ¿Por qué ella? Pronto tendría la oportunidad de formular esa misma pregunta al hombre responsable de todo aquello, cuando lo viera cara a cara unos minutos después de su llegada. La condujeron a una oficina tipo biblioteca señorial. Detrás de un enorme escritorio se encontraba una figura que se puso en pie cuando ella entró acompañada de un silencioso secretario. Para entonces, se sentía muy lejos de estar tranquila, pero al mirar al hombre que tenía enfrente, olvidó sus nervios. Parpadeó varias veces para asegurarse de lo que estaba viendo. Guau. ¿Quién demonios era aquel hombre? Era guapísimo. De aproximadamente un metro ochenta, hombros anchos y un cuerpo compacto que quedaba muy bien enfundado en su impecable traje a medida. Ojos verdes, cabello castaño claro, y una atractiva barba que decoraba su admirable mentón. Parecía una estrella de cine, con un toque rústico en los pómulos y barbilla. Sus labios, sin embargo, sólo podían calificarse de exuberantes. Cara se quedó mirando y sintió los primeros indicios de atracción física desde hacía un par de años. Ni siquiera la reciente historia con su ex le había provocado tantas mariposas en el estómago. Él se presentó y le preguntó si estaba lista para escuchar su proposición. Cara pensó que no le importaba escuchar cualquier cosa que saliese de aquella sensual boca, y menos con aquel seductor acento irlandés. Le pilló por sorpresa, pero sólo se sumó al misterio que constituía aquel hombre. Quién era y qué hacía allí en aquella apartada mansión. Y qué demonios quería con alguien como ella. -Bueno, veamos de qué se trata- dijo despreocupadamente, acomodándose en la silla más cercana. -Me puedes llamar Liam. Ella asintió. -De acuerdo, Liam. -¿Qué truco hay? Sé que no tiene nada que ver con el cine. No he hecho ninguna prueba de actuación, pero me han sometido a todo tipo de exámenes médicos y me han preguntado por mis antecedentes. ¿De qué se trata? Teniendo en cuenta que aún no he firmado nada… Él dejó que continuara con su cháchara y, cuando estuvo seguro de que se había quedado sin cuerda y le dejaría hablar, hizo una pausa para crear efecto. Y a continuación dijo: -Necesito un vientre de alquiler para que tenga a mi hijo. *** Era lo último que esperaba Cara. -Sabes lo que es un vientre de alquiler, ¿verdad?- preguntó Liam cuando ella lo miró con la boca abierta. -Claro que sí- respondió, intentando recuperarse del shock. Volvía a estar nerviosa y comenzó a agitarse en su asiento. No podía creer que hubiese viajado tan lejos para aquella broma. -Si se trata de eso, creo que ambos hemos malgastando el tiempo- dijo Cara con tanta tranquilidad como pudo, deseando salir corriendo de aquella estancia y de la casa. ¡Tenía que estar loco! Poseía un aire tosco, como una especie de Jason Statham pero más joven y sexy, aunque si debía ser sincera, no parecía que estuviera loco. -¿Por qué no me dejas explicártelo todo y luego decides?- preguntó Liam, sentándose en un elegante sillón a la izquierda de Cara. Ella se estremeció, apretó los puños y relajó las rodillas, obligándose a actuar de forma razonable. Forzando una risa, dijo: -Estoy tratando de decidir si realmente tengo curiosidad para oírlo. -Entonces, permíteme que despierte tu interés: un año, dos millones de dólares, tres reglas. Cara se quedó prendada de su acento y de la forma en que sus palabras consiguieron despertar su curiosidad. -Te escucho- añadió, con un nudo en la garganta. -Durante un año, vivirás en mi casa, con todos los gastos pagados más una prestación hasta que nazca el bebé. Al final de ese año, recibirás dos millones de dólares. A cambio de todo eso, deberás acatar tres estipulaciones: abstenerte de alcohol y drogas, someterte a una adecuada atención médica y personal durante todo el embarazo, y mantener el acuerdo en absoluta confidencialidad, sin excepciones. Cara lo miraba fijamente y sin pestañear, pero él no parecía sentirse molesto por aquel escrutinio, ni por su siguiente pregunta. -¿Hay alguna razón especial por la que deseas hacer esto? y ¿por qué me has elegido a mí? -¿Por qué lo hago?- Una pequeña sonrisa apareció en sus labios - por primera vez. -Porque me gusta tener el control. Cara se lo había imaginado. Aquel hombre transmitía un aire de seguridad y daba la sensación de estar acostumbrado a salirse con la suya. Pero se abstuvo de hacer ningún comentario. -Estoy en una etapa de mi vida e

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