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La fuerza de Ciro

La fuerza de Ciro

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Darío ha estado peleando contra el mismo para contener a su bestia debido a su lazo formado con su cuñada la esposa de su hermano mayor y el alfa de la manada, al no poder contener a su bestia se va de la villa familiar, todos está en relativa calma, pero la calma desaparece cuando se entera que su nuevo sobrino a nacido y decide volver a casa. Es donde Ciro tiene que ser más inteligente y astuto que sus dos hermanos, debe mantener la verdad oculta a su hermano mayor y a su cuñada Nereida y enfrentar a su hermano Darío sin levantar sospecha, al tiempo que debe enfrentar de nuevo la amenaza que los llevó a la guerra con un antiguo hechicero o al menos eso cree él. No esta solo en este nuevo problema el rey de los vampiros será quien le ayuda a batallar en esta ocasión.

Capítulo 1 Hace mil quinientos años

Hace mil quinientos años

Grecia año 500 d.C.

Aunque no es luna llena, la villa de Licaón está siendo atacada por los enemigos del clan. Hay varios incendios dentro de la propiedad, incluyendo los campos de olivos.

Los soldados leales al rey Elián y a la primera manada se enfrentan a sus enemigos, que no son otros que los de más allá del reino de Persia, un clan que reclama el nombre de la Primera Manada además de proclamarse como los verdaderos monarcas licantrópicos.

Kaveh, es el nombre del enemigo de Licaón, astuto, inteligente, sediento de sangre, y él fue quien comandó el ataque a los Licaón, estaba detrás de la cabeza de Elián, el "autodesignado" Rey Licántropo, luego arreglaría cuentas con Ciro el príncipe cazador y con Darío el príncipe asesino.

Aprovechando que ninguno de los tres está en la villa, se lleva a cabo el ataque, lo que nunca se imaginó que Jano, la esposa de Ciro y Elora, esposa de Elián y reina de los licántropos defenderán el pueblo con valentía. A pesar de su avanzado embarazo, Elora no dejó de luchar cuerpo a cuerpo, siendo espartana sabía manejar muy bien la espada y el escudo, sin mencionar la forma en que comandaba a sus guerreros.

La rubia esposa de Elián y su hijo mayor Calix lucharon hombro con hombro, un enemigo, blande su espada contra Calix que estaba luchando contra dos oponentes no se da cuenta de que será golpeado a traición, el instinto maternal está más presente en estar embarazada, ella es la que detiene el golpe, el oponente es más alto y robusto, pero ella es fuerte y ágil. El enemigo le da un golpe en la cara, que la hace tambalearse, incluso casi perdiendo el conocimiento, no le importa, sabe que ella es su enemiga, aprovecha su desorientación para abusar de ella, con una mirada sin vida, pero con la mente lúcida ella busca en su cinturón, encuentra una daga, la sostiene fuertemente en su mano derecha, Finge estar demayada y con un movimiento rápido pasa la cuchilla por su garganta, ella tuvo que cerrar los ojos y la boca para evitar tragar sangre enemiga.

_Con mi escudo o sobre él -ella escupe sobre el cadáver y le limpia la cara, asegurándose de que su hijo esté lo suficientemente bien como para que ella siga luchando- _¿Estás bien hijo?

_Sí, madre, y por lo que puedo ver tú también.

_Soy la esposa de tu padre por una razón, ve con los demás, iré a buscar a tus hermanas.

_Sí, mamá, mamá, por favor cuídate a ti y a Denes.

Madre e hijo se separan, cada uno por su cuenta enfrentándose a formidables oponentes, Elora llega al refugio de Denes, su hijo de cinco años, al ver a su madre, el niño pequeño sale a buscarla y sin dudarlo lo lleva en sus brazos. Al darse cuenta de que Denes está en perfectas condiciones, se lo acomoda bien en su espalda, le da la orden de aferrarse a ella toma una bocanada de aire, empuña la espada con fuerza, con la derecha y con la izquierda el escudo, sale del refugio, debe abandonar la villa, el pueblo y salvar a sus hijos.

Con gran dificultad, sale de la villa a cierta distancia y gracias a su visión nocturna y al oído del lobo, encuentra al resto de sus hijos Calix, Briseida y Cristel, gracias a los dioses que los cuatro están a salvo.

_Madre, debes ir con mis hermanos, volveré a defender lo que queda de nuestro hogar.

_No puedes, eres el mayor, si mueres tu padre nunca me perdonará.

_Soy el príncipe heredero, debo ayudar a mi pueblo.

_Lo ayudas estando seguro, debes obedecer, ayuda a tu gente desde las sobras.

_ Pero madre.

_ Nada de peros, debes obedecer.

Madre e hijo empezaron a discutir, ambos callan cuando fueron interrumpidos por Artemisa, la mujer de confianza de Elián, estaban demasiado cercanos ya que fue él quien le salvó la vida al sacarla de las garras del rey Licaón hace más de dos mil años.

_Elora, Elián llegó inesperadamente, ha quedado gravemente herido, me temo que no sobrevivirá a la noche.

Esas palabras fueron lo suficiente para que ella pusiera a su propio hijo fuera de acción, entregara Denes a Briseida, se despidiera de ambos e incluyendo a su hijo mayor, sin perder tiempo regresa al pueblo, y allí busca a su esposo sin darse por vencida. Busaca desesperada sin dar con él unos minutos más tarde le llega el rumor de que está gravemente herido en el ala norte del pueblo, corre abriéndose paso entre los enemigos, cuando llega no hay nadie... Sus ojos se abren de sorpresa cuando ve quién es la persona que entierra un par en cada uno de sus costados.

_Tú ... ¿Por qué? - Cae al suelo desangrándose hasta morir, las dagas estaban hechas de plata pura, su atacante se coloca a su altura solo para abrir la garganta de lado a lado-

_La reina debe morir.

Se escuchan aullidos por toda la ciudad de Atenas, aullidos que causan terror a quienes los escuchan, no eran otros que los hermanos Licaón, los tres transformados en lobos de cuatro patas, Elián en el centro a la derecha Ciro a la izquierda Darío. El mayor cambia a hombre, da órdenes a los hermanos, cada uno de ellos al mando de un pelotón, llevan a cabo el contraataque para recuperar la villa.

Los lobos al entrar en el pueblo no tientan el corazón matan a los enemigos, así como a los amigos, no hicieron ninguna distinción y en pocas horas logran recuperar su hogar, los "viejos" lobos pueden transformarse a voluntad, Elián viendo que ya están victoriosos, cambia a hombre, ve como los cazadores del Ciro salen en busca del enemigo, Darío y sus asesinos se dedica a buscar y ayudar a los sobrevivientes, entre los heridos encuentra a Artemisa, la toma en sus brazos para llevarla con los curanderos, al llegar la deja en manos de los curanderos, al tocar la cama Artemisa pierde el conocimiento.

El rey sigue buscando y ayudando a los heridos, ve a varios de sus hombres y ni uno de ellos le pueden sostener su mirada, no entiende por qué de ese comportamiento, no es hasta que uno de ellos lo enfrenta y dice que han encontrado el cuerpo de su esposa, los ojos del rey que son negros cambian a rojo sangre y exige que la lleven a donde ella está, cuando ve el cuerpo de su esposa se congela sin saber qué hacer, no logra escuchar su último aliento de vida, su compañero es quien le dice que acaba de dejar de respirar. Todos los presentes ven moverse el vientre. Elián toma una de las dagas y abre el vientre de su esposa, extrayendo a su hija que llora a todo pulmón como si supiera lo que ha sucedido, Ciro y Darío se acercan a su lado cuando ven la escena, ambos se quedan sin saber qué hacer, Elián se sienta en un rincón con su hija en brazos llorando la muerte de su esposa, Darío cubre el cuerpo con lo que tiene a mano, coloca su espada en su pecho y debajo de su espada el escudo espartano, después de todo era una guerrera. Ciro toma las dagas y observa cuidadosamente el diseño, va con su hermano y las coloca frente a él, Elian mira hacia arriba, viendo el objeto perplejo.

_Hermano, eran los de Spania.

Elián ve el arma, la toma con la mano derecha, la daga todavía tiene la sangre fresca de su esposa, se levanta.

_Darío ... sabes qué hacer, Ciro, te necesito conmigo para reorganizar todo aquí en casa.

_Sí señor -dicen al mismo tiempo-

Los hermanos obedecen y cada uno hace lo que se le indica, cuando sale el sol, Darío se pone en marcha, lleva la orden explícita de su alfa, su rey y su hermano, el menor no dice nada, pero la muerte de su cuñada le duele en el alma, ya que cuando llegó a la familia era muy joven, Ella era su compañera de juegos, su mejor amiga, su confidente y en muchas ocasiones su cómplice, encontrar a su asesino no solo era venganza era personal, mataron a su hermanita, así fue como siempre vio a su cuñada.

Los funerales se llevan a cabo sin contratiempos, el último en celebrarse fue el de Elora, Elián no tuvo la fuerza para hacerse cargo del funeral de su esposa, así lo hizo su hijo Calix, él es quien coloca las monedas en sus ojos, y es quien enciende la pira funeraria.

Elián devastado y con la ayuda de su hermano reorganiza todo en la villa, siempre confió en su esposa en la toma de decisiones, en su lugar quedó su hija mayor Briseida, quien apoyó o contradijo a su padre, ella también sufrió la pérdida desafortunada de su madre, pero no recibe consuelo de su padre sino de su tío Ciro y su tía Jano, siendo precisamente sus tíos quienes los apoyan en todo momento, incluidos sus primos mayores Talio y Lucrecia, hijos de Darío.

Pasan los días y el día veinte Darío regresa y no solo llega con el asesino de su cuñada o al menos uno de ellos, Elián da la orden de llevarlo a las mazmorras, todos creen que lo va a torturar e incluso al propio prisionero lo cree más sin embargo, es todo lo contrario, Elián le habla con palabras hermosas, es elocuente, comprensivo, hace que cada palabra que dice tome conciencia al asesino, la tortura no es física, es psicológica a tal grado que casi lo vuelve loco y confiesa todo, da nombres de quienes organizaron el ataque al clan Licaón, confiesa porque el clan Spania se une al otro clan y sobre todo confiesa quién dio la orden de matar a la reina Elora, lo que no dijo fue quién le dio muerte a la reina.

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