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De CEO despiadado a súper papá

De CEO despiadado a súper papá

5.0
31 Capítulo
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Acerca de

Contenido

Esta historia es la secuela de "La madre del hijo del CEO despiadado". En un inicio se narró cómo los caminos de Ángela y Archer se cruzaron una noche de lujuria, noche en la cual concibieron un bebé para luego nunca volver a verse hasta que ella supo la noticia y él no creyó su palabra. Ángela prometió vengarse y lo hizo justo en el cumpleaños de Archer, exponiéndolo frente a camara de televisión y medios de comunicación. Esta segunda parte también estará movida por el sentimiento de venganza pero, esta vez hay un cambio de roles, será Archer quién la buscará y quien querrá acabar con Ángela a la misma vez que se convierte en un excelente padre. ¿Podrá hacerlo? ¿Será capaz de destruir a la mujer que ama con locura, a la madre de su hijo? Descúbrelo en esta última parte.

Capítulo 1 Quince minutos

Resumen:

Después de haber avergonzado a Archer Spencer frente a miles de personas el mismo día de su cumpleaños, Ángela tocó fondo, se había dado cuenta de que había arruinado la única relación amorosa verdadera que había tenido. Por una parte, había cobrado su venganza en contra del padre de su hijo por haberla dejado sola y no reconocerlo, pero, por el otro, había herido si único hombre al que había amado.

Esta es la continuación de la historia de "La madre del hijo del CEO"

Ángela había pasado toda la reunión provocando a Archer, mientras ella intentaba reconquistarlo, él quería acabar con ella de la peor forma que existiera. Se sentía usado, le había dado a ella todo de sí mismo y ella solo jugó con él.

Esta era su oportunidad de hacerle lo mismo, ojo por ojo y diente por diente, ese era el plan así que, cuando entraron al ascensor, no se contuvo más, la agarró y la besó con todas sus fuerzas, ella tendría que pensar que él había caído nuevamente y Archer estaba dispuesto a mover sus cartas a la perfección.

Si Ángela estaba confundida, él lo estaba el doble aunque tratara de auto convencerse de lo contrario . Comenzó a besarla frenéticamente, como si se hubiese estado conteniendo por años.

La besaba fuerte mordiéndole el labio inferior a su antojo. Definitivamente estaba descargando su enojo hacia ella de esta forma, era mejor así que pelear consigo mismo.

Ángela quería frenarlo, quería decirle que se detuviera, podía sentir en ese beso el enojo y la ira y pensaba que ella no era una muñequita con la que él podía jugar a su antojo y eso era precisamente lo que estaba haciendo, o lo que pretendía hacer. Ella lo intentó pero no se pudo negar a esa boca y él lo sabía perfectamente bien.

Nuevamente tenía cerca de ella ese olor a madera y canela que lo caracterizaba. Todavía tenía su mano sujetando su cara y con la otra comenzó a trazar un camino hacia abajo, definitivamente no había sido una buena idea utilizar un vestido ese día.

Llegó hasta la parte interna de sus muslos y con ayuda de sus dedos comenzó a cosquillearle por encima de sus bragas, una y otra vez, no se detenía "¿Cuánto tiempo tardarán en sacarnos de aquí?", pensó ella de forma desesperada para sus adentros, era consciente de que si alguien no llegaba, nada los frenaría a ambos.

– Archer, no podemos –balbuceó de la mejor manera que pudo, pero sentía que el aire en ese espacio estaba reducido y ya comenzaba a hacer calor- pueden llegar en cualquier momento.

– Tenemos quince minutos antes de que nos saquen de aquí, así lo indica el protocolo de la empresa, tiempo nos sobra para lo que tengo en mente -sus palabras fueron como una droga, pero directamente a su entrepierna, inmediatamente se humedeció.

Al él darse cuenta soltó una pequeña risita y corriendo sus bragas hacia un lado introdujo sus dedos dentro de ella de la forma más fuerte y profunda que pudo.

Soltó el agarre de su cara para intercambiarlo por la pierna derecha de ella colocándola en su cadera, así tenía más espacio para su jugueteo. Sus dedos no tenían piedad de ella, entraban y salían sin parar. Pudo sentir como el orgasmo venía en camino, pero él también, así que se detuvo.

– ¿Qué haces? –le preguntó frustrada.

– Esto no es un regalo para ti Ángela, es la forma en la que elegí desquitármela contigo, terminarás cuando yo quiera, si es que quiero.

Ella iba a contestarle, a preguntarle que quién se creía que era, pero si interior se llenó nuevamente, esta vez a un ritmo muy suave, lo que le permitía sentir como entraba cada falange, cada poro caminando en su interior.

La desesperación se apoderó de ella y comenzó a desabrochar su pantalón, él se lo permitió y cuando la tarea estuvo completada con sus manos la empujó por los hombros hacia abajo, poniéndola de rodillas frente a él.

De inmediato averla comprendió lo que él quería, este era su turno. Ella comenzó a juguetear con su lengua, casi sin tocarlo, sintiendo sus palpitaciones, pero justo cuando pensó que llevaba el mando, él colocó su mano en la parte posterior de su cabeza empujándola duro hacia delante y así lo hizo una y otra vez sin contemplación.

Se detuvo cuando ya no se pudo contener más y agarrándola por los muslos, la levantó desde el suelo y la puso sobre su cintura de forma que sus piernas lo rodeaban.

Al igual que hizo con sus dedos, lo hizo con su miembro, de una sola vez ella se sintió llena completamente y era tan agradable que por más que quería mantener sus ojos abiertos para mirarlo, no podía.

Sin clemencia se agarró de sus piernas y comenzó a moverse muy rápido, obligando a Ángela a colocar sus manos alrededor de su cuello y entrelazarlas fuertes porque sentía que en cualquier momento se caería.

Los gemidos guturales de Archer no se hicieron esperar, así que ella los acompañó con los suyos. El sudor les corría por todas partes, hacía el contacto con nuestras pieles resbaladizo y el calor imperioso.

Caminó hasta incrustar la espalda de ella contra una de las paredes del ascensor de forma bastante brusca haciéndola exhalar un poco de aire debido al impacto, pero así tenía más seguridad de no caerse.

Cuando Ángela pensó que ya no podía ser más intenso, comenzó a moverse aún más rápido y enérgico. Sus jadeos se convirtieron en gemidos, sus dedos se encajaron en los muslos protuberantes de ella y los dos explotaron al unísono.

La colocó en el suelo y de inmediato ella comenzó a arreglarse el vestido, el cabello, todo, cuando esas puertas se abrieran tenía que estar impecable.

– No te apresures, todavía nos quedan unos cinco minutos aquí -le dijo él con voz tranquila como si no hubiese sucedido nada.

– Vergüenza para ti -le respondió ella.

– ¿Qué has dicho?

– Lo que has escuchado.

– Terminamos ahora porque así yo lo quise, pero si querías que nos vieran en el pleno acto, solo tenías que decírmelo y lo hubiese prolongado -la voz de Archer era firme y seca.

– Sí claro, excusas y más excusas -ella siguió en su postura.

Sabía que con ese tema iba a lograr incomodarlo bastante, así se desquitaba el mal rato que la había hecho pasar más temprano en la mañana, él podría ser el dueño de toda la empresa, pero la vida y los sentimientos de Ángela no los iba a poder controlar a su antojo también.

– No vayas por ahí Ángela, mejor dime, ¿ya pensaste en la propuesta que te hice?

– ¿Cuál? –le preguntó ella haciéndose la desentendida.

– Tú sabes muy bien cual, la de vivir juntos, en familia -le especificó él.

– No lo sé aún, es que tú y yo no somos familia y no creo que le vaya a hacer ningún bien a nuestro hijo crecer en un lugar donde las chicas entran y salen constantemente como si fuera un burdel –él sonrió.

– ¿Quién ha dicho que mi casa es un burdel o que yo ande con otras chicas?

– Nadie lo ha dicho, no es necesario, yo lo vi esta mañana con mis propios ojos.

– ¡Ah, eso! ¿Te molestó acaso? Eso no fue nada, te lo aseguro.

– No, tranquilo, no me molestó en lo absoluto, pero sé muy bien lo que vi, no tengo casi dos años como nuestro hijo, a mí no me puedes engañar.

– Ángela, no te pongas celosa –le dijo con voz juguetona.

– Yo no estoy celosa cariño, yo solo digo lo obvio y déjame decirte –hizo una pausa- ¡Ah no, disculpe! Se me había olvidado. DéjeMe decirLe que el papel de chulito no le conviene para nada, el bebé es de los dos, pero la que decide sobre él soy yo, si continua con esa actitud puede ser que decida que nos quedemos en nuestro departamento en nuestra tranquilidad, así que piénselo mejor.

En cuanto terminó de decirle eso, las puertas del ascensor se abrieron, si lo hubiese planificado no le hubiera salido tan perfecto.

Ángela no le dijo nada más y salió caminando tranquilamente hacia su oficina, mientras en la cara de Archer pudo apreciar el enojo, era casi palpable. Su piel había tomado un color rojo encendido, parecía que iba a explotar en cualquier momento, algo que le permitió a ella regocijarse bastante.

En verdad, ya ella había decidido hacerlo. Si quería ganarse su confianza de nuevo y arreglar las cosas, esa iba a ser la mejor forma de hacerlo. Estaba totalmente consciente de que resultaría difícil, sobre todo cuando existía tanta tensión entre los dos, pero tenía que hacerlo, además al bebé le haría mucho bien criarse con su padre al lado, eso es lo que siempre ella quiso desde un inicio.

Por supuesto, no le iba a dar el gusto a Archer tan pronto, se demoraría un poco más en comunicarle la noticia. Todo no lo podía tener el señor jefe siempre cuando lo quisiera y la escena que le había montado a Ángela ese día había sido bastante desagradable.

No fueron celos lo que ella sentió, no era una persona celosa para nada, más bien se sentió lastimada, le dolió verlo flirtear con otra chica, hasta hacía muy poco era ella la que estaba en su lugar, pero no le podía reclamar nada a él, no solo porque no estaba en posición de hacerlo, sino también porque sería darle otro gusto.

Al menos era consciente que acababa de jugar muy bien. Sus coacciones no le fueron indiferentes en lo absoluto, tanto efecto surgió en él que no se pudo contener en el ascensor y casi podría jurar que se subió ahí solo con ella a propósito, pero no iba a cantar victoria antes de tiempo.

Entonces, la pregunta del millón era ¿Sentía Archer algo por ella todavía apartando toda esa ira que guardaba o fueron simplemente sus instintos más primitivos actuando por él?

Ella sabía que el sexo funcionaba en él, era una herramienta maravillosa, pero no quería que su relación se limitara solo a eso o que los avances que lograran se debieran solamente por ello. Algo se le tenía que ocurrir para que la relación avanzara más rápido, de lo contrario podía correr el riesgo de que la escena que le montó esa mañana, se convirtiera en realidad.

Nota del autor: Esta es la secuela de "La madre del hijo del CEO" para una buena comprensión de la historia es necesario leer la primera parte.

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