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Rebecca Martin es la asistenta del joven CEO, Liam Edwards, uno de los más prometedores millonarios de Chicago. Para Rebecca, lidiar con su jefe arrogante, creído y desesperadamente apuesto, no es una tarea fácil. Harta de todo, decide renunciar a su trabajo justo el día en el que una de las ex de su jefe, Margot, se aparece en la oficina con su supuesta hija, la pequeña Maya quién rápidamente estrecha lazos con Rebecca. La pequeña impedirá que la asistente renuncie logrando que su padre y ella comiencen a acercarse cada vez más, pero las cosas no serán nada fáciles, Margot hará todo lo posible por arruinar la vida de ambos. ¿Logrará Rebecca descubrir el amor verdadero? ¿Podrá Maya afianzar su relación con Liam? ¿Qué estará Margot dispuesta a hacer para acabar con su ex? ¿Podrá el magnate más arrogante de Chicago dejar su pasado atrás?
"¡Ya está! Lo he decidido, hoy es el día en el que finalmente voy a renunciar a mi puesto de trabajo", fueron los primeros pensamientos que le llegaron a la cabeza de Rebecca cuando sus ojos se clavaron en la tanga roja que se encontraban sobre la silla de su oficina. Encolerizada se acercó a ella y la arrojó con desdén al bote de basura.
"Estoy cansada de encontrarme las evidencias de un momento lujurioso de él por toda mi oficina, no me importa que sea mi jefe, estoy harta", volvió a decirse para sus adentros y, de forma decidida comenzó a teclear en su computadora:
"Estimado Liam Edwards, a pesar de que hemos estado trabajando juntos por más de cinco años, tengo que informarle que renuncio. Aprecio en demasía el tiempo que he pasado en esta empresa aprendiendo de ella y de usted. Me comprometo a entrenar como es debido a mi reemplazo antes de marcharme..."
Justo antes de que pudiera pulsar el botón azul de "enviar", el picaporte de su puerta giró y Liam apareció ante ella.
- Buenos días, Rebecca –de forma apresurada, ella cerró el archivo que estaba escribiendo cuando notó que él caminaba hacia su escritorio luciendo tan sensual como de costumbre- ¿Pudiste terminar mi borrador de propuesta para los nuevos inversores? Si tenemos suerte, nos convertiremos en la empresa más rentable de... -Liam se detuvo en cuanto vio un extremo de encaje de la tanga roja sobre el basurero- ¿por qué has tirado tus prendas interiores a la basura? No sé si estás al tanto de que esta es una empresa prestigiosa, al menos pudiste guardarlas en tu bolso hasta llegar a tu hogar.
- Lo siento señor Edwards, pero eso no es mío, es suyo –le respondió en un vano intento de contener su mal humor.
- ¡Oh! Ya veo, tienes razón, en ese caso, puedes colocarlo con el resto de las cosas perdidas y envíale unas flores y una tarjeta bonita a la chica, algo como "nuestro encuentro fue hermoso pero sería mejor dejarlo como algo de una noche", solo que suene amable –Rebecca tomaba respiraciones profundas para intentar calmar su respiración y su evidente molestia, siempre tenía que lidiar con este tipo de cosas- Entonces, el borrador para los inversores ¿lo terminaste? –le preguntó como si nada algo que solo logró alterar más a Rebecca.
- Sí, señor, terminé el borrador, pero quiero hablarle sobre algo más...
- Perfecto entonces, en cuanto termine con este proyecto estaré listo para otro mejores –la interrumpió él.
- Estoy completamente de acuerdo con usted, de hecho, yo también estoy lista para un nuevo reto, por eso quería...- una vez más, Liam la interrumpe, esta vez, chasqueando sus dedos, como si acabara de tener una brillante idea.
- Exactamente eso es lo que necesito, un nuevo reto, la vida se ha vuelto demasiado sencilla y eso es un poco aburrido. Nos hemos mantenido por la línea segura, el negocio de los whisky nos amplió un nuevo campo mostrándonos que es un sector en el que podemos incursionar más, tequila, vodka, tendremos que hacer estadísticas y estudiar la economía de la competencia –Rebecca no podía creer la arrogancia del hombre que tenía enfrente, había pasado años trabajando para él pero, de alguna forma, todavía se las arreglaba para sorprenderla justo como estaba haciendo en ese momento, por más que se esforzara él no le permitía hablar.
- Puedes hacer lo que quieras, eres el jefe, pero yo no...
- Tienes razón, puedo hacer lo que quiera, eres una genio, siempre tienes la respuesta adecuada para mí, muchas gracias, no sé qué haría sin ti –Liam pronuncia estas palabras y se marcha de regreso a su oficina deteniéndose en la entrada de la misma- por cierto, fuiste muy comprensiva con lo de la tanga, llévate hoy la tarjeta de la empresa cuando vayas a almorzar, pide lo que quieras, incluso puedes comprarte un nuevo vestido, esa será tu compensación –le sonríe y cierra la puerta de su oficina.
Si las miradas mataran, la de Rebecca hubiese fulminado a Liam rápidamente. Ella no conseguía comprender cómo un ser podía ser tan prepotente como él. A ese hombre no le interesaba nadie más que él, siempre hacía lo mismo, enredaba a las chicas, le pintaba flores y corazones solo con la intención de llevarlas a la cama, si le daba tiempo llegar a ella, de lo contrario, usaba la empresa como había hecho la noche anterior. La única cosa con la que sí era responsable era su empresa, pero nada más y ya Rebecca estaba cansada de trabajar para alguien así.
Era hora de conseguirse otro trabajo, con sus años de experiencia y su curriculum no tardarían mucho en contratarla en cualquier otro lugar a su altura. Justo antes de que pudiera considerar su estrategia, Laura, la recepcionista asomó su cabeza por la puerta de la oficina que Liam había dejado abierta.
- Rebe, hay alguien en la recepción que... bueno que quiere hablar con el señor Edwars.
- ¿Tiene cita? –le preguntó ella sin prestarle mucha atención a la forma en la que las palabras se trababan en la boca de Laura.
- No, pero dice que no aceptará un "No" por respuesta –dijo haciendo una pequeña mueca en su rostro.
Rebecca asintió con su cabeza y se levantó para seguir a Laura hasta la recepción. Esa no era la primera vez que algo así sucedía, ese era otra de las situaciones con las que tenía que lidiar casi día a día, las chicas descontentas reclamando atención porque el señor Edwars no les atendía sus llamadas ni contestaba sus mensajes. Al llegar, se encontró con una mujer alta, hermosa, con ropa cara, todo el tipo de Liam.
- Tú no eres Liam –dijo la chica evidentemente enojada.
- Buenos días, mi nombre es Rebecca Martin, soy la asistente del señor Edwars, lamentablemente, su agenda se encuentra muy ocupada el día de hoy y no podrá atenderla, pero podemos arreglarlo, agendar cita para otro día o...
- No pienso moverme de aquí, puede enviarme a cuantas asistentes desee pero de aquí no me voy hasta que no venga a dar la cara, puedes decirle que Margot Weller lo está esperando –al escuchar ese nombre algo en la cabeza de Rebecca hizo clic, era la supermodelo famosa ex de Liam.
- Discúlpeme señorita Weller, estoy segura de que podremos encontrar un espacio para usted, solo necesito que me de unos minutos.
- Si se reúsa a verme, dígale que no puede reusarse a ver a mi hija –dijo señalando a una pequeña que se encontraba sentada en una de las butacas de espera- bueno, a su hija.
De pronto Rebecca entró en shock, por suerte para ella, solo le duró unos pocos segundos y pudo recuperar su compostura pero las preguntas no paraban de llegar a su mente ¿Liam Edwars tenía una hija? ¿Era él consciente de ello? ¿Qué edad tenía esa niña? Su jefe podía ser un patán y un cínico pero una mala persona jamás, no lo creía ser capaz de rechazar a su propia hija ¿o sí?
- Laura, cancela todas las citas y todo lo restante que haya en la agenda del señor Edwars para el resto de la mañana, esto le tomará un buen tiempo.
Unos minutos después, Liam, Rebecca, Margot y un abogado se encontraban en la oficina directiva analizando los resultados de una prueba de paternidad, estaba más que claro, Liam era el padre de la pequeña.
Lo extraño era por qué ahora, por qué esa mujer acababa de llegar con la noticia sin haber mencionado nunca antes absolutamente nada sobre el tema.
La cara de Liam estaba más pálida que nunca, esto era un cambio que no se esperaba en lo absoluto, un cambio que no estaba en su planes.
- ¿Siempre lo supiste? –fue lo primero que dijo Liam.
- Sí –le respondió Margot.
- ¿Y por qué nunca dijiste nada antes? Nunca me mencionaste el tema –la voz de Liam era apenas un hilillo, estaba asustado, ese hombre sabía de todo menos cómo ser un padre.
- Me parece que eso es algo que tenemos que discutir en privado, eso junto con otras cosas más –le respondió implacable ella.
- Lo haremos, pero primero necesito hablar con mi asistente –dijo y sus palabras tomaron por sorpresa a Rebecca.
- ¿Conmigo?
- Sí, solo será un momento –todos los presentes salen de la oficina dejando a solas a Rebecca y Liam, este último se sirve un trago de whisky y se lo bebe de un solo trago- necesito que prepares un fondo universitario para esa niña y una cuenta de ahorros también, ahora lo que más nos apremia es cambiar mi testamento, si algo sucede –las palabras salían de él como si las estuviese disparando.
- Liam –Rebecca se tomó el atrevimiento de tutearlo- ¿te encuentras bien? No has tenido tiempo a procesar nada de esto.
- No, es solo que, ni siquiera sabía de la existencia de esa niña y ya no es tan pequeña ¿qué edad podrá tener cinco, seis? Esos son muchos años, años que me he perdido, años en los que nunca la vi, nunca le di un regalo de cumpleaños, nunca la llevé a esquiar, a ver fuegos artificiales, a un parque de diversión, nada. No pienso dejar que Margot me diga cómo debo cuidar a mi hija, si ha esperado hasta ahora es seña de que nada bueno se avecina, puede mentir y acusarme de que no me he preocupado por mi hija solo para sacarme una buena cantidad de dinero.
Su máscara de determinación se rompió, por primera vez desde que trabajaba para él, Rebecca apreció la vulnerabilidad que se escondía debajo de esa piel que era la arrogancia, el gran Liam Edwars estaba cayendo...
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