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Un grupo de amigas celebra una reunión sin saber que el destino tiene planes para ellas. Un accidente las llevará a donde realmente deben estar. ¿qué planes tiene el destino para ellas?
Las bebidas no dejaron de llegar mientras Rain celebraba con sus amigas unas muy esperadas vacaciones. Durante dos años, fueron reuniendo más y más chicas al grupo, todas amantes de la lectura y, por fin, habían podido reunirse. Las playas tropicales siempre son la mejor opción para una buena temporada de fiestas. Escogieron el país más céntrico entre todos y por supuesto, uno en el que pudieran pasarlo super bien por toda una semana.
El agua cristalina cambiaba sus tonos de azul hacia el horizonte. Las arenas finas y blancas, llenas de caracolas, añadieron un toque exótico y paradisíaco.
Rain bebió de su copa y suspiró acostada en la tumbona bajo un gigantesco paraguas. El licor azul tenía pequeños peces de gomitas y en vez de una sombrilla, la copa fue adornada con una estrella de mar de confitura. La dulce bebida bajó por su garganta y todo su cuerpo se estremeció de excitación. Ella no acostumbraba a beber, porque todas sus inhibiciones desaparecían, pero, aquel día no necesitaba ninguna.
Bonnie jugaba en el agua con Iria, Jess y Liena nadaban a lo lejos y las demás estaban dispersas entre la arena, el agua y el bar.
A su lado, su teléfono sonó.
-Mira -dijo Rain sorprendida de que su amiga la llamara-, ¿Dónde estás?
Mira no respondió. -Las quiero a todas en el puerto en diez minutos -Rain pudo escuchar la risa y la picardía en su voz-. Les tengo una sorpresa. No me fallen.
Rain pensó por un momento en cómo iba a reunir a todas las chicas dispersas en tan poco tiempo. Se puso de pie, se llevó los dedos a la boca y silbó tan fuerte que todos en las inmediaciones se dieron la vuelta a mirarla. En otra situación, una con menos alcohol en la sangre, se hubiese sentido cohibida pero tal y como estaban las cosas, le importaba una mierda.
Hizo un gesto de "vamos" y las chicas corrieron a su encuentro. Cuando vio que las presentes podían escucharlas, dijo:
-Tenemos diez minutos para llegar al puerto. Avisen a las que faltan. Vamos.
Enseguida todas se pusieron manos a la obra, recogieron sus toallas, bolsos, sombreros y gafas y se encaminaron hacia el puerto. El muelle era visible desde allí, así que a medida que caminaban, llamaron a las que faltaban para que ninguna quedara rezagada.
Al llegar al muelle, Rain vio estupefacta un crucero lleno de luces y banderas. El barco tenía trazos de colores a lo largo del caso a modo de diseño abstracto. Justo encima de las ventanas de lo que supuso serían camarotes, estaba escrito: "Navega hacia tu destino" y hacia el final, el nombre del barco: "Ámbar".
Mira corrió por el muelle hacia ellas y saltó a los brazos de Rain con una carcajada.
-¡Lo he encontrado! -saltó emocionada-. Es nuestro destino, lo juro. Cuando lo vi, lo único en mi mente era que teníamos que salir de fiesta en ese barco.
Rain pudo entender la emoción y el repentino llamado del destino. Todas ellas formaron el club de lectura porque eran amantes de una saga de libros llamadas "Crónicas de Ámbar". La hermosa serie, trataba sobre un mundo donde vivían seres de fantasía como los cambiaformas, vampiros, fae y muchos otros. Estaba ambientado en un país futurista, en particular en la ciudad de Ámbar que en su idioma antiguo significaba: "Destino".
-Ya veo -dijo Rain igualmente emocionada-. Espero que tengas todo listo.
Mira le dio un movimiento sugerente de cejas y asintió. -Créeme, todo está preparado.
Fiel a su promesa, Mira había arreglado todo con el capitán del barco. El Ámbar, debía regresar a Europa vacío después de un largo recorrido y aun estaba abastecido para algunos días más de fiesta. De casualidad, el capitán era amigo de la infancia de Mira y no pudo resistirse a la contagiosa emoción de su amiga.
En pocos minutos, estaban todas a bordo. Un grupo de dieciséis chicas con una tripulación de chicos exóticos y sexis dispuestos a fiestar por varios días. Escogieron sus camarotes y se separaron en busca de diversión.
Rain optó por el salón de masajes.
Al llegar se encontró con un chico alto y guapo de ojos color miel y cabello castaño. Rain no pudo evitar recorrer su cuerpo con sus ojos, todo lleno de deliciosos músculos bajo una endeble camiseta sin mangas y un pantalón deportivo. Ella no era una chica tipo super modelo, pero tenia sus curvas y buen rostro. Supuso que el masajista estaría dispuesto a algo de diversión, por lo menos hoy.
-Hola- dijo ella con una sonrisa descarada. Tenía suficiente alcohol en su sistema como para que no le importara una mierda que el chico guapo la considerara una fácil.
-Hola -sonrió él y la examinó. Ella vestía solo el traje de baño negro, que consistía en un diminuto bóxer y la parte superior estilo bikini-. ¿Te gustaría un masaje?
-Claro -ella entró y se acercó a él-, al menos eso.
Le dio la espalda y se dirigió hacia los estantes para agarrar una toalla.
-¿Al menos? -preguntó él. Por su sonrisa, Rain sabía que había entendido la indirecta, pero quería escuchar las palabras. Buen chico.
-Si, quiero un masaje entre otras cosas -se lanzó la toalla al hombro y volvió a acercarse a él-. ¿Dónde puedo encontrar una ducha? -le murmuró, acercando su rostro a sus labios.
-Esa puerta- el chico señaló y Rain fue hacia ella con una leve cadencia en sus caderas.
Después de una ducha rápida pero bien cuidadosa, volvió a la habitación de masajes aun mojada y envuelta en aquella toalla que apenas le cubría el cuerpo.
El joven ya tenía la cama lista, velas aromáticas encendidas y una suave música sonando de fondo. Movía sus manos una contra otra como si frotara algo entre ellas... crema, o tal vez aceite.
Rain caminó hacia la cama con cuidado de no mostrar demasiado y se tumbó boca abajo.
-¿Cómo te llamas? -preguntó ella.
-Alec -respondió él mientras le cubría el trasero con la toalla-. ¿y tú?
-Rain -dijo ella y levantó un poco el rostro para mirarlo muy seria-. Espero que tengas todo lo que necesitas.
Alec sonrió y abrió un cajón del estante frente a la cama. Dentro había aceites para masajes, velas, lubricante y una considerable variedad de juguetes sexuales.
-¿Crees que es suficiente? -le preguntó con una sonrisa socarrona.
-Eso espero- respondió ella y volvió a acomodarse para un muy esperado masaje.
***
Los días pasaron como un borrón de fiesta, sexo y diversión. La tripulación de marineros no perdía oportunidad para coquetear con ellas y las chicas estaban más que dispuestas a una temporada inolvidable. Alrededor del tercer día, el capitán les anunció que pasarían por el temido Triangulo de las Bermudas y les ofreció hacer una fiesta en la Carena del barco donde había un salón mirador con paredes acristaladas para observar el fondo marino.
La emoción fue instantánea. Abastecieron el bar y prepararon un bufete enorme para la ocasión.
El momento llegó y el lugar estaba precioso, iluminado con luz tenue para que el fondo marino fuese visible con las luces externas del crucero. La vista era preciosa. Rain bailaba con uno de los rescatistas de la piscina y enseguida dejó de hacerlo para acercarse a mirar hacia afuera. Roland, el rescatista, la abrazó por la cintura y le mordisqueó el cuello. Debía haber visto aquello miles de veces y a Rain no le molestó en absoluto la atención. Si una cosa tenía suficiente en su maleta, eran condones.
Mas tarde esa noche, mientras la música y el alcohol embriagaba a todos, el barco se detuvo en un lugar particularmente hermoso. A lo lejos, bajo el agua, un arrecife se ocultaba de la mano del hombre. Las luces mostraron hermosos colores, cientos de peces y criaturas magníficas. Rodados de tanta belleza, buena música, bebidas y diversión, se dispusieron a divertirse hasta que saliera el sol.
Un estrépito hizo saltar a Rain de su cama. Roland se puso de pie de un salto, se embutió en sus pantalones y salió corriendo descalzo hacia el pasillo. Ella lo siguió. Al llegar a las oficinas del capitán, se quedó petrificada.
Todas las pantallas mostraban algún tipo de alerta y la vista hacia afuera era espeluznante. Una tormenta monstruosa azotaba el crucero. Al parecer, el capitán estaba sobrio y también su equipo, porque gritaba órdenes sin parar y todos se movían en sus tareas como si fuesen un equipo muy bien entrenado. Eso relajó un poco a Rain.
-Señorita por favor -le dijo el capitán-, vuelva a la cama. Nosotros nos encargaremos de todo.
Rain asintió incapaz de pensar en una respuesta mejor y regresó a su camarote. Bajo las sábanas la tormenta era un murmullo lejano casi imperceptible pero el movimiento era brusco y la asustó. Por algunas horas las cosas no cambiaron, hasta que un crujido horrible resonó por todo el lugar y Rain cayó de la cama hacia la pared lateral para luego volver al suelo.
Un grito escapó de sus labios cuando se dio cuenta que el barco debía estar de un lado a otro y posiblemente a punto de hundirse. Corrió como pudo hacia la puerta y al pasillo, donde sus amigas estaban en estado de pánico total.
Aterrada de las posibilidades corrió hacia las escaleras. En la proa, el capitán sería capaz de orientarlas en base a los botes de salvamento y las medidas a tomar en caso de emergencias. Pasó a toda velocidad por las estancias sin mirar bien el lugar hasta que salió a la zona de la piscina. Al final, vio a algunas de sus amigas ya con chalecos salvavidas y los chicos de la tripulación que ladraban órdenes. Corrió hacia ellos, con el pánico arañándole las entrañas. El lado de la piscina estaba mojado y en un movimiento brusco del barco, resbaló y cayó al agua.
Fue como caer en un mar embravecido. La piscina estaba tan agitada con el movimiento como el mar. Desesperada, intentó llegar a la superficie, pero le costaba nadar. Por fin, llegó a la escalera y agarró con fuerza el pasamanos. Entre jadeos, puso el pie en el escalón lista para salir de aquel infierno.
Pero su destino no iba a ponérselo fácil. En ese instante, el barco dio un giro tan brusco que sus manos soltaron la barandilla y su cabeza fue directo a la pared de la piscina. Rain pensó que esos días habían sido maravillosos y se iba feliz de lograr conocer a sus amigas en persona.
Ojalá que ellas puedan llegar a salvo a casa. Entonces, la oscuridad la tragó.
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