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Un golpe brutal me dejó inconsciente tras salvar a mi prometida Lina de un accidente. Cuando desperté, fingí amnesia para no preocuparla, pero la verdad que descubrí me heló la sangre. Lina, mi amor de dos años, convenció a su mejor amiga Sylvia para que se hiciera pasar por mi prometida durante mi "recuperación". Pero lo más devastador fue oír a Lina mofarse por teléfono, diciendo que yo era "demasiado intenso" y que necesitaba "un respiro" con su ex. Prometió que, cuando se cansara de "jugar" con él, regresaría, y yo, ciegamente enamorado, la perdonaría. Comprendí que todo mi amor por ella era una farsa unilateral, un trampolín para sus caprichos. El hombre que la amaba ciegamente murió con esa verdad. Así que sonreí, miré a Sylvia, y decidí que Lina aprendería una lección inolvidable: su cruel juego acababa de empezar, pero lo que ella no sabía es que yo también estaba dispuesto a jugar. Y que en el proceso, descubriría que mi verdadera musa, la inspiración que siempre busqué, nunca fue ella.