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Estuve casada siete años, Elvira, la esposa perfecta, la diseñadora de éxito, la que rescató la empresa de mi esposo. Pero un día, en la gala más importante del año, la carta de amor que mi Ricardo escribió siete años atrás, ¡el día de nuestra boda!, a su exnovia Sofía, fue leída en voz alta frente a toda la alta sociedad. "Me caso con Elvira, sí, pero es solo un arreglo. Nunca nadie será tú. Mi corazón siempre será tuyo. Te esperaré siempre." ¡Qué humillación! Y como si no bastara, tras una pelea de Sofía con su exnovio borracho, Ricardo la defendió como un león, gritándome después: "¿Qué clase de monstruo eres?". Me di cuenta, con el corazón destrozado, que fui solo el reemplazo, el 'curita' para su ego herido. ¡Fui una tonta! Siete años de mi vida, un tesoro robado para consolar a otra. Y mientras él seguía en el hospital al lado de la cama de Sofía, ¡ella se reía en mi cara, admitiendo que lo usaba y que yo era la esposa de 'consuelo' ideal! Esa bofetada que le di, acompañada por la furia ciega de Ricardo, fue el punto de quiebre. Ya no había dudas. Encendí la pira. No de odio, sino de liberación. Quemé cada recuerdo, cada pedazo de mi pasado con él. Y usé esos papeles, que firmó a ciegas, para sellar mi libertad. Ahora, con un nuevo capítulo en Milán y una vida creciendo dentro de mí, ¿podré finalmente dejar atrás la sombra de Ricardo y Sofía?