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La lista

La lista

4.7
32 Capítulo
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Ava Margaret Jones “Avy” estaba cansada, se había esforzado para lograr seguridad y estabilidad económica antes de los 30, tenía una carrera, un buen trabajo, un apartamento, un coche y algunos ahorros en el banco, pero nada de emociones, su día a día era milimétricamente calculado, sin imprevistos , sin aventuras, aun así pensaba que estaba satisfecha con su vida, cuando de pronto uno de sus amigos sufre un accidente automovilístico y se da cuenta de que aún no había vivido su propia vida, resuelta a cambiar esa situación decide crear una lista de cosas que quiere hacer antes de morir. Todo iba según lo planeado hasta que en una de sus aventuras es socorrida por Michael Alexander Williams “Mike”, un hombre inteligente, exitoso, arrogante e inhumanamente guapo, éste quedará fascinado por su belleza y personalidad poco convencionales al punto de obsesionarse con la idea de mantenerla a su lado, para persuadirla de involucrarlo en sus aventuras le ofrece un trato, sorprendida e intrigada por las intenciones del hombre más sensual que había visto en su vida Avy decide aceptar, sin saber que con el trato había sellado su destino. ----------------------------------- Querido lector Esta novela es la primera de la serie Jones, muchas gracias por su apoyo constante, quiero más noticias sobre mis novelas, síganme en las redes sociales @marylundhautor

Capítulo 1 La vida adulta apesta

¡Vaya! Si ya son las 6 de la tarde, exhala Avy mientras juntaba más papeles que clasificar para la siguiente semana, el bufete en donde trabajaba F&C Asociados tenía muchos casos pendientes, como asistente legal que esperaba ascender algún día a abogado de la firma, se mataba haciendo los trabajos más pesados, horas extras y trámites que nadie quería hacer, de repente suena su celular, mira la pantalla es una llamada de su madre

- ¡Oh mierda! me olvidé de la cena — poniendo a un lado los papeles atiende la llamada

- Hola mamá, ya sé que estoy atrasada, pero Jeremy me pidió que preparara de último momento unos argumentos para la defensa, trataré de llegar antes de las 8 lo prometo

Cuelga la llamada y empieza a juntar sus cosas, Jeremy su “querido jefe” tendría que esperar, su ira no sería nada comparado a la de su madre si llegara después de las 8 de la noche, probablemente era una de esas interminables cenas para socializar, intentando emparejarla con algún soltero recién llegado a la ciudad, estaba harta de esa rutina, pero no había forma humana de convencer a esa mujer de que estaba bien soltera “por ahora”, tenía planes y los estaba logrando, las relaciones nunca fueron lo suyo, pensar en perder tiempo en citas con hombres que solo querían sexo la molestaba, no era que fuese una santa, pero por favor, al menos deberían esperar el postre antes de insinuar que tenían reservado un hotel o invitarle a pasar la noche en su departamento. Ya había reflexionado bastante sobre este punto, ya había pasado por el “seré yo”, “es mi apariencia”, “ es mi atuendo”, al parecer nadie la tomaba en serio, no porque no se lo propusiera, si no que nadie veía más a allá de su cuerpo curvilíneo, no nació rubia como su hermana Cassandra, ella no había heredado la belleza de su madre, si no que se parecía a su padre con una tez pálida y cabellos oscuros, unos ojos enormes de color café y unos labios carnosos que hacían envidiar a cualquier chica, apenas si llegaba a los 165 cm de altura. Lo había intentado, lo de ir a las citas, pero después de un par de intentos se dio cuenta de que los hombres solo la veían como una mujer para el sexo, especialmente cuando logró ese puesto en F&C Asociados, incluso sus ex-colegas de la universidad que siempre le tuvieron cierta envidia por sus notas perfectas no habían sido nada discretos en señalar que tal vez ella había logrado ese trabajo usando sus atributos femeninos, se dijo a si misma que no valía la pena discutir con gente tan hipócrita, ella que había pasado gran parte de sus horas libres ayudándolos a repasar para los exámenes, hizo una nota mental para no los volver a invitarlos en ninguna cena de su familia.

Volviendo a la realidad, toma sus llaves, pone su cara de “estoy contenta de estar aquí” y sale del edificio para dirigirse a la casa de sus padres, su madre sin duda se quejará por su apariencia actual, ella siempre le decía lo severa y poco receptiva que se veía con esos trajes formales y oscuros, a lo cual ella siempre le decía que por la naturaleza de su trabajo debía vestir así, ya que era abogada y no un payaso de circo, se enojaban por 5 minutos y luego todo volvía a la normalidad, seguido de un empujón al primer hombre soltero que veía en la fiesta.

Casi siendo las 8 de la noche llegaba a la cena

- ¡Rayos!, ella dijo que era una cena familiar, no el siguiente evento de la temporada

Habían filas y filas de vehículos estacionados en las veredas, lo que significaba una sola cosa: su madre le había engañado para asistir a uno de sus eventos de caridad, nuevamente con la esperanza de que conociera a alguien “especial”, ahora tendría que ver algo que ponerse, su traje gris con rayas oscuras no sería para nada festivo, buscó un lugar para estacionar y respirando profundamente se dirigió hacia la casa

Ingresó por la puerta trasera a través de la cocina, no quería tropezarse con nadie, al menos no antes de darse un lavado de cara, allí estaba Cassy como siempre degustando los aperitivos antes de ingresar al evento, siendo una diosa total, nunca tocaba un plato una vez empezada la fiesta.

- Hey ya estás aquí, al fin.., debo advertirte que madre está en esos días — ríe — y no hablo de su periodo menstrual

Pongo una cara de sorpresa…

- Ah no lo había notado, pensé que todos esos autos en frente de la casa solo estaban aprovechando el estacionamiento gratuito

- Ay Avy, lo siento debí advertirte — dice mirando despectivamente su atuendo

- Si, ya me di cuenta, no estoy vestida precisamente para una fiesta, y menos para ser la femme fatale — se ríe de sí misma.

- Vamos no es tan grave, como sé de tu rutina me supuse que ibas a llegar tarde y poco arreglada — espeta arrugando la cara — así que te prepare algunos vestidos, ven yo te ayudaré a estar lista antes de que el dragón salga de su cueva — le sonríe

- Bien, pero nada de brillo — objeta en broma y finalmente sonríe antes de pensar que se estaba lanzando a los tiburones.

Media hora después ya estaba lista y descendía por las escaleras hacia el salón de recepción, la mayoría de las familias pensarían que eran millonarios por la cantidad de fiestas que daban anualmente, pero la realidad era muy distinta, no eran ricos, vivían bien pero su padre ingeniero ya retirado, vivía de su pensión, su madre una mujer que nunca trabajó en su vida, tenía recursos, y no hablamos de dinero, sino de contactos, provenía de una familia adinerada, pero al casarse con su padre sus familiares le dieron la espalda, ella sin embargo siguió en ese círculo, lo que le permitió abrir varias fundaciones de beneficencia, de ahí que tenían fiestas todo el año para promover las actividades y recaudar fondos, cuando ingresó a la universidad todos habían pensado que sus padres habían dado un generoso donativo, pero en realidad ella había logrado calificar para una beca completa, por lo que pasó día y noche estudiando y nada de diversión durante su estadía en la escuela de leyes, todos la habían prejuzgado pensando que una cara bonita no podía tener cerebro, incluso su madre hubiera preferido verla casada, antes que verla como una profesional, milagrosamente sus hijas habían optado por estudiar antes que permanecer ignorantes esperando la proposición de algún hombre con recursos.

Llegó el momento de ingresar al salón, a pesar de que llevaba haciendo estas cosas toda la vida, desde que su madre se obsesionó por emparejarla, ya no disfrutaba de estos eventos, se sentía presionada y poco valorada, dio la vuelva en su última lucha por no cumplir los caprichos de su madre, cuando chocó contra un muro, el muro la sostuvo en sus brazos y ella sintió escalofríos inmediatamente, espera…pensó, no era un muro, era caliente, duro y era alto, tan alto que su ojos quedaban a la altura de su torso, cuando estaba a punto de levantar los ojos escucha a su madre que viene por el pasillo, antes de siquiera pensarlo dos veces dice:

- Lo siento, ha sido un accidente, debo irme — y sale disparaba para la primera habitación que encuentra al lado del salón de baile, si su madre la encontraba con un hombre, porque sin duda era un hombre por lo que pudo sentir de su cuerpo, ella trataría de emparejarlos como diera lugar.

Al llegar a la habitación para esconderse, sintió pena de no haberle visto la cara, si era la mitad de bonita que el resto de su cuerpo, hubiera valido la pena el malestar que su madre le haría pasar durante el resto de la velada.

Unos minutos después decidió salir y echar un vistazo por el pasillo, nada de humanos, genial, ingresaría discretamente a la fiesta, saludaría a su madre y luego se escaparía en cuanto se librara de las presentaciones. Entró y vio que había mucha gente, su respiración se volvió más pesada al ver que su madre la había visto entrar y se dirigía hacia ella a grandes zancadas

- Avy querida al fin estás aquí quiero presentarte a algunos amigos, ven…

Sabiendo que no tenía elección ella siguió caminando como un títere, saludando y dando respuestas ensayadas con años de práctica. Luego de 2 horas finalmente vio una oportunidad para escapar y salió por una de las puertas francesas que daban al jardín, sin mirar por donde iba casi atropella a un hombre que se había apartado para hablar por teléfono..

- Oh lo siento — dice nuevamente.

Cuando finalmente lo mira se da cuenta de que es la misma persona con la que se había tropezado antes, ésta vez sí le vería la cara se dijo, pero al mirarle estaba a contra luz y no se veían claramente sus rasgos, pero podía confirmar su teoría anterior, el hombre era alto 193 cm como mínimo y puro musculo, llevaba un traje a la medida, sin duda de diseñador, tenía los cabellos castaños, y la tez parecía bronceada, no le podía ver claramente el rostro, quedaba en la oscuridad. El hombre parecía sorprendido, y a su vez interesado, cuando se dio cuenta de que la estaba observando, hizo lo único que se le ocurrió y volvió a disculparse

- Oh, lo siento, no soy así de torpe normalmente, pero hoy ha sido un día muy largo y pensaba en retirarme discretamente

- ¿La fiesta no es de su agrado? — el hombre preguntó

Dios mío esa voz, tenía una voz ronca, profunda y sensual que generaba escalofríos en su columna vertebral, cuando se recuperó de la sorpresa respondió:

- Oh sí, pero mi madre, ella está en plan de casamentera, y la verdad es que hoy no estoy de humor para conocer candidatos — el hombre dio una media sonrisa y apuntó:

- Entiendo, así que se está escapando — no era una pregunta, era una afirmación, por alguna razón no quiso endulzar la realidad y respondió:

- Verás ya tengo casi 30 años, ella está desesperada por verme casada, me casaría con cualquier hombre que me diera conversación, por lo que le sugiero que mantenga la distancia — dijo al mirarlo seriamente, al desconocido pareció divertirle la idea.

- Oh no es una broma, tome en serio mi advertencia, la cosa es que yo estoy feliz así “por ahora” — le pareció oportuno agregar — estoy bien tengo una carrera, trabajo, casa, auto y tengo metas, ya sabes una vida perfecta.

- Claro — responde divertido

- Y bueno no sé porque le he contado todo esto, debo marcharme antes que me vean, de nuevo lo siento — dijo y se giró hacia el portón, sin escuchar las últimas palabras que le había dirigido el extraño, ni vio la sonrisa en su rostro cuando dijo:

- “Pues yo no lo siento para nada señorita Jones”

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