/0/5792/coverbig.jpg?v=78885e0cf87380cc401fbaf26f2f9855)
Alana decide participar en un sangriento torneo organizado por vampiros para recuperar el tiempo que perdió estudiando una carrera que no le gustaba y en un trabajo que odiaba como contadora. Cada prueba mortal que debe pasar para convertirse en vampiresa está diseñada para llevarla al límite y poner en prueba sus principios y por si no fuera suficiente el amor que surgió en el peor momento se interpondrá en su camino. ¿Podrá aún así lograr su cometido?
Dormir de día para poder mantenerse alerta durante la noche resultó ser más inconveniente de lo que había previsto.
Estaba casi segura de que antes de arrastrarla al inquietante dormitorio que compartía con tres desconocidas le habían inyectado algo para hacerla dormir, pero había abierto los ojos unas horas después, no tenía manera de calcular cuantas ya que no había ni relojes ni ventanas en esa habitación, y no había podido volver a conciliar el sueño.
¿Sería posible que llevara más de un día inconsciente en ese lugar? No, era muy improbable, no la habían llevado hasta ahí a dormir.
No sabía que esperar de las siguientes horas, no tenía ninguna estrategia para ganar ni tampoco le parecía que tuviera alguna cualidad en particular de la que pudiera servirse para asegurar su supervivencia, pero con todo, su cerebro había decidido obsesionarse con tonterías que le molestaban en vez de centrar su energía en algo útil.
Le inquietaba no saber cuanto tiempo tenía antes de que cayera la noche y con eso iniciara el grotesco espectáculo del que había decidido formar parte, no tenía idea de donde estaba y no había ninguna de sus pertenencias a la vista, ni siquiera la ropa que llevaba puesta cuando la trajeron.
Lo único que alcanzaba a ver eran cuatro muros simples de color blanco, cuatro camas iguales con sabanas del mismo color, una pequeña mesa de noche a lado de cada una y un pequeño baúl a los pies.
Seguramente no sería esa la única habitación ¿verdad? Había supuesto que llevarían a más personas y dudaba mucho que los juegos se llevaran a cabo ahí mismo porque tenía entendido que habría una audiencia y era imposible que pudieran acomodarla en el pequeño dormitorio, pero ¿Contaría el edificio con las instalaciones que los humanos necesitaban para sobrevivir al menos el tiempo que pensaran tenerlos ahí? ¿Se preocuparían si quiera por permitirles asearse, alimentarlos y cubrir sus otras necesidades básicas? ¿Cómo era posible que no hubiera pensado en eso hasta ese momento?
Bueno, la habían hecho dormir en una cama y una habitación que si bien era austera estaba muy lejos de poder compararse con una celda, así que esa era una buena señal.
¿Cuanto tiempo llevaba despierta? Nunca había tenido una buena noción del tiempo.
¿Debería intentar volver a dormirse igual que sus compañeras? ¿O ya faltaba poco para que fueran a buscarlas?
No pudo evitar resoplar, fastidiada. La espera y la incertidumbre eran insoportables. Ojala que, lo que fuera que estaba por suceder, empezara de una vez para que terminara cuanto antes.
Se quedó dando vueltas en la cama, suspirando molesta de vez en cuando, por quién sabe cuanto tiempo, hasta que se escucharon golpes en la puerta, cuya intención con toda certeza era despertarlas.
- Arriba. Tienen 10 minutos para estar listas.
Anunció en tono autoritario una voz masculina.
Se levantó con un suspiro y apenas se permitió darle un vistazo a la habitación, ahora iluminada por una potente lampara que acaban de encender.
Descubrió que había un pequeño lavabo en una de las esquinas, bastaría para lavarse la cara.
La ocupante de la cama contigua a la suya, una chica morena de cabello rizado, fue la primera que se aventuró a abrir el pequeño baúl que estaba a los pies de su cama.
Encontró una especie de overol color gris con el que remplazar el camisón blanco que tenía puesto y un par de zapatos deportivos negros, así como un modesto neceser de artículos personales.
Todas la imitaron, poniéndose el uniforme rápidamente.
A Alana le sorprendió que la chica se movía con tanta eficiencia que además le dio tiempo de sujetarse el cabello en una coleta, hacer su cama y doblar su camisón para dejarlo en el baúl. Sorprendente, sí, pero no estaba segura de que preocuparse por esos detalles fuera a servirle de algo.
¿A quién le importaba dejar su cama hecha cuando sabía que había una alta
probabilidad de que no volviera a ella.
Pasados lo que podría apostar fueron 10 minutos exactos, la puerta de abrió.
- Salgan y formen una fila.
Indicó la misma voz.
Se colocó detrás de las otras chicas, un tanto inquieta por lo mucho que esa rutina y las ordenes que les ladraban le recordaban una escuela.
Pudo comprobar que estaba en lo cierto, había otros dormitorios y de cada uno de ellos salían grupos ordenados para integrar una sola fila de unas treinta personas de largo.
Siguieron en completo silencio a un hombre, por llamarle de una manera, que llevaba un impecable traje negro en vez de un overol.
Los condujo por un pasillo largo y finalmente por unas escaleras de madera que crujían terriblemente cada que las pisaban.
Bajaron un par de pisos y luego se detuvieron en un pasillo, con una puerta abierta de cada lado.
- Izquierda. Derecha. Izquierda.
Gruñía señalando la puerta respectiva, de modo que quedaron divididos en dos grupos.
A Alana le tocó encontrar a la puerta de lado izquierdo.
"Tiene que ser una puta broma" Pensó al ver que, de hecho, la habían hecho entrar a una habitación con pupitres y un pizarrón al frente, como un salón de clases.
Los que habían entrado antes que ella tomaron asiento y ella los imitó.
Cuando el ultimo estuvo ocupado, la puerta se cerró con un sonoro azotón.
Por unos segundos el silencio reinó en esa parodia de un aula. Le pareció que el aire pesaba tanto que podría aplastarla.
Si hubiera podido prestar atención a lo que sucedía a su al rededor hubiera notado los signos que delataban que sus compañeros estaban experimentando, cada uno por su cuenta, la misma tensión: Las manos sudorosas, los tics, la postura rígida, la respiración agitada, el movimiento de los labios que susurraban en voz baja una oración; pero había tenido que concentrarse en quedarse quieta en su lugar y no empezar a hiperventilar.
Quería salir corriendo de ahí ¿En que mierda había estado pensando? Pero ya era demasiado tarde, ahora sólo le quedaba una manera de salir de ahí "viva".
Cuando ya se encontraba al borde de un ataque de nervios, la pantalla se desenrollo, cubriendo parte del pizarrón, y el proyector colgado de alguna parte del techo se encendió.
Por obra y arte de una tecnología que estaba completamente fuera de lugar en ese edificio que parecía ser más viejo que los padres de sus abuelos, apareció la imagen de una mujer, por decirlo de alguna manera, con piel de nieve inmaculada, ojos azules y risos dorados que caían como una cascada hasta su cadera. La belleza de ese cadáver la había dejado sin aliento.
- Bienvenidos, mis queridos mortales. Al tratarse de la primera noche, decidimos que las reglas de esta ronda fueran lo más simples posible. Sólo tienen que responder a una pregunta con "Sí" o "No" ¿Debería matar a todos en el salón de enfrente? Si les sirve como pista, no podemos quedarnos sin jugadores en la primer ronda ¿Cierto? Así que tomaré en cuenta la respuesta del primer que la escriba en la pizarra. Tienen un máximo de 10 minutos para decidir.
Dijo la vampiresa con voz aniñada y una sonrisa aterradora en su rostro que parecía haber sido pintado por Botticelli.
El día de su aniversario de boda, la amante de Joshua drogó a Alicia, que acabó en la cama de un desconocido. En una noche, Alicia perdió su inocencia, mientras la amante de Joshua llevaba a su hijo en el vientre. Desconsolada y humillada, Alicia pidió el divorcio, pero Joshua lo consideró una rabieta más. Cuando finalmente se separaron, ella se convirtió en una artista de renombre, admirada por todos. Consumido por el remordimiento, Joshua se acercó a su puerta con la esperanza de reconciliarse, solo para encontrarla en brazos de un poderoso magnate. "Saluda a tu cuñada", dijo este.
Carolina Navarro fue obligada por su padre a casarse con un hombre desfigurado para salvar a su familia de la ruina. Maximo Castillo tenía todo lo que cualquiera deseaba, hasta que un accidente aéreo destruyó su cuerpo, su alma y su relación, haciendo su vida desesperada. Sin embargo, independientemente de eso, todavía necesitaba una esposa y un heredero. ¿Podría funcionar un matrimonio entre estas dos personas? ¿Sería solo un matrimonio de conveniencia o crecería el amor entre dos almas heridas?
Como simple asistenta, enviar un mensaje al CEO en plena noche para solicitar películas pornográficas fue un movimiento audaz. Como era de esperar, Bethany no recibió ninguna película. Sin embargo, el CEO le respondió que, aunque no tenía películas para compartir, podía ofrecerle una demostración en directo. Tras una noche llena de pasión, Bethany estaba segura de que perdería su trabajo. Pero en lugar de eso, su jefe le propuso: "Cásate conmigo. Por favor, considéralo". "Sr. Bates, está bromeando, ¿verdad?".
Hanna Müller es una atractiva estudiante de medicina, que tiene a su cargo a su hermana de ocho años Mia, tras la muerte de su madre hace ya dos años, ella es su única familia. Para poder mantenerla a ambas, Hanna, de día, estudia medicina, pero por la noche hace de acompañante en una agencia de hombres millonarios. Dentro de sus normas, está no tener sexo con sus clientes, además ella tiene novio. Por otro lado, Roy William Miller, es el CEO, tras su padre, Norman Miller, retirarse el año anterior, lleva la dirección del Grupo Miller, aunque comparte sus acciones con sus hermanos, entre ellas está su melliza Alian. La razón por la que trasladó a la sede central de Miller en Londres es porque quería estar cerca de su hermana, ya que no se fiaba del marido de ella. Una noche descubre a su cuñado con otra mujer, una atractiva y deseable mujer que despierta su interés, al igual que su irá al descubrir que esa preciosidad es una mujer que se vende por dinero. Cosas suceden al mismo tiempo que lo cambia todo. Lo principal Mia, la hermana de Hanna, sufre un accidente, que necesita de una operación y una rehabilitación muy larga. Sólo le queda aceptar la propuesta del maldito CEO de ser su amante por un año, sin ninguna restricción por su parte, excepto la de enamorarse.
Durante dos años, Bryan solo vio a Eileen como asistente. Ella necesitaba dinero para el tratamiento de su madre, y él pensó que ella nunca se iría por eso. A él le pareció justo ofrecerle ayuda económica a cambio de sexo. Sin embargo, Bryan no esperaba enamorarse de ella. Eileen se enfrentó a él: "¿Amas a otra persona y siempre te acuestas conmigo? Eres despreciable". En cuanto ella firmó los papeles del divorcio, él se dio cuenta de que era la misteriosa esposa con la que se había casado seis años atrás. Decidido a recuperarla, Bryan la colmó de afecto. Cuando otros se burlaban de sus orígenes, él le dio toda su riqueza, feliz de ser el marido que la apoyaba. Eileen, que ahora era una célebre CEO, lo tenía todo, pero Bryan se encontró perdido en otro torbellino...