Instalar APP HOT
Inicio / Fantasía / Stellaris: el epítome de una creación
Stellaris: el epítome de una creación

Stellaris: el epítome de una creación

5.0
1 Capítulo
10 Vistas
Leer ahora

Acerca de

Contenido

Primer libro de la Saga Stellaris. (Fantasía épica, ciencia ficción fantástica) Más allá del mundo que tú y yo conocemos; más allá de los límites de nuestra propia e intransigente realidad, existe un lugar tan único, místico, indescriptible por naturaleza que es un engendro magnífico lleno de misterios donde la razón se puede perder por completo hasta fundirse con tapujos sin final; donde la locura flota en inmensos vacíos con inmaculado estado de pureza ¡Oh! Eximio sea su creador; ser de grandes proezas realizadas. Maravillosas sean sus conciencias protectoras del balance entre el bien y el mal. Indescriptible son sus diversos e inigualables habitantes celestiales de todas las eras habidas o por haber; indomables, misteriosos por propia naturaleza concedida. Caóticos son los sucesos que la envuelven, desde el comienzo de su existencia hasta los días actuales que no se pueden quedar atrás. Porque sólo ella tiene el divino don de describirse en una cronología repleta de fantásticos sucesos. Esta es su historia, recuento y epítome; el epítome de una creación que perdurará por eones inconcebibles en la eternidad de las eternidades.

Capítulo 1 Stellaris

(En un punto cualquiera del espacio exterior)

Más allá del principio de los tiempos, cuando el primer universo que fue habitados por los extintos unioxtes —sus habitantes, originarios del comienzo de todo— desapareció de la existencia; hubo un único ser que sobrevivió tan horrorosa catástrofe. Ese ser decidió tomar una nueva identidad que le valió el nombre de “Gran Ente” Consciente de su inmenso poder, decidió tomar el rol de creador.

Teniendo los materiales necesarios: vacíos, partículas dispersas sin rumbo, concentró lo segundo, consiguiendo formar un “cigoto” cósmico que, al unirlo con su propio poder, causó una enorme explosión, dando origen al espacio-tiempo que componen a la magnífica primera creación del superviviente.

Se hizo dos lados. El de Gran Ente; el de la naturaleza que actuaba por cuenta propia, con sus propias leyes, las llamadas leyes naturales. Uno se encargaba de pulir lo del otro. Para ayudarse a sí, el ser divino tomó siete pedazos de poder puro del centro de su propio ser.

Fueron llamados las “siete conciencias principales” Que le servían sin descanso ni reclamo. Sus nombres son Syvaksgloido: el protector victorioso; Eddensjia: lugar puro y natural; Exadrusk: el de seis lados; Maishklyle: la guerrera; Karuraida: la que anda con dificultad; Mirukunin: el guía de brillo estelar; Kylyatlelyna: la inmaculada y pura. Gran Ente no contó con que Mirukunin, El Estelar, se negaba a cumplir sus órdenes como las demás conciencias; el único remedio fue crear a una nueva que pudiera reemplazar su lugar, Orodomvelor: el que brilla como el oro

Con el pasar de los eones, el universo fue adquiriendo la forma que se conoce hoy en día, además de múltiples denominaciones dadas por sus habitantes. La más importante “El Primer Universo”

(Planeta Beleizeiva; año desconocido)

El cuerpo del pobre individuo no hacía otra cosa más que derramar su sangre sin parar. Sus asesinos, un hombre y una mujer descendientes de la raza de Adonis, se reían sin cesar por la “proeza” hecha.

—Hermana Ada, ¿tú crees que podremos mantener este crimen tapado? —preguntó con voz inquietante el varón. Su pelo mostaza contenía rastros del líquido rojizo.

—Claro, querido hermano Niso, será pan comido. Ningún conocido podría sospechar que nosotros matamos a un tipo de la raza de Hades; de los peores existentes en el universo —contestó la mujer limpiándose su largo vestuario color vino.

A continuación, la pareja de hermanos se miró, luego dieron un vistazo al Sol de su planeta que llenaba de luz cada uno de los parajes que pudiera existir. Ese Sol era compartido por los descendientes de la Raza de Afrodita, Astrea, Apolo y otros dioses del llamado panteón griego por los mortales de un lejano planeta llamado Tierra.

(Entre el extenso espacio exterior y las barreras del espacio-tiempo)

El gran Sol del planeta donde moraban todos aquellos humanos primigenios pertenecientes al linaje del dios Adonis, tenía por nombre Aidonesía. En realidad, se trataba de la estrella que los terrestres llaman Diadem; cuya ubicación según ellos es en la constelación de Coma Berenices o Cabellera de Berenice.

Sí se preguntan por cómo se llama el astro, dejaos que os diga que es Beleizeiva; una denominación puesta tras deformar al máximo la palabra bello o belleza.

Los adonianos tenían buen tiempo en él. Se dice que la suprema identidad llamada Gran Ente lo creó con la ayuda de su gran poder para garantizar a sus hijos un hogar digno. También les dio poderes para que pudieran defenderse de las amenazas, todos esos condensados en una semilla ligada a lo más puro e indestructible que podían tener. Esa semilla era la llamada Semilla del Alma.

De igual les creó su propia morada a incontables razas divinas, ¿la razón?

Antes de que pueda mencionarse, primero se toma en cuenta que hace muchos siglos atrás, los descendientes de las estirpes celestiales tenían por encargo proteger al planeta de otras especies que quisieran hacerse con su control, para ello tenían los poderes de la Semilla del Alma.

Su creación data de las épocas cuando entre los mortales ya se habían ideado diversas formas de vidas y mitologías; se desconoce la fecha o el lugar exactos. En un principio estaban en paz, los problemas eran escasos o no se hablaba de ellos.

La inverosímil armonía se destruyó por la ambición natural de querer ganar poder encima de los otros. Comenzaron las guerras entre divinos. No había bando alguno, todos estaban contra todos, incluso los más tranquilos. Ríos se tiñeron de sangre, campos llenos de cadáveres, violencia sin control reinaba sobre el mundo. Ni Gran Ente ni las conciencias podían estar todo el tiempo vigilando.

Entre los de mayor crueldad se encontraban los descendientes de: Morrigham1 Xipe Totec2 Supay3 Pelé4 Kali5 Ares6 y Osiris7

Cuando comenzaron las guerras, en la Tierra habitada por los homínidos, existían mayores concentraciones de "homo celestialis" que de "homo sapiens sapiens" Los inmortales eran mayoría, a menudo tomaban a los mortales para sus juegos y placeres, y a menudo también asesinaban a los hijos que tenían con ellos para ofrecerlos a sus dioses con el fin de ser bendecidos en las batallas.

Ante tanto caos, él o la Gran Ente se enfureció tanto que deseó borrar la Tierra entera. En instancias finales, su furia se acalló por Maishklyle —una de sus veintitrés conciencias; en términos simples: ayudante celestial— le brindó una maravillosa idea: dejar el planeta para los "normales" y crearles sus propias moradas a los "divinos"

Al Gran Ente le pareció increíble idea la de su conciencia. Grande fue su conmoción, que, en apenas tres días terrestres, decidió darla por realizada.

Primero ideó los nuevos hogares en distintos puntos del universo, aunque la mayoría se encuentran en las constelaciones de Escorpio, Ofiuco, Sagitario, Centauro, Orión y Cisne. Segundo, durmió a los habitantes del planeta con la ayuda de unas esporas provenientes de todas las plantas somníferas del planeta existentes.

Cuando todos estaban dormidos, el ser superior pidió colaboración de sus conciencias; quienes no asistieron al máximo por estar en asuntos distintos en otras de las creaciones de su mayor.

Entre el grupo de las que ayudaron, estaban las siete principales, sus fieles aliadas. Por suerte, aquellas conciencias, en conjunto con su creador, fueron suficientes para mandar a los homos celestialis a sus nuevos hogares.

Al acabar la "limpieza" El astro Tierra quedó desprotegido. Los humanos comunes y corrientes no bastaban; buena parte carecía de utilidad. Viendo el problema, se generó descontento sobre Gran Ente. Se creían superiores tal y como había pasado con aquellos con los que alguna vez compartieron hogar. Se deshicieron de todo rastro del homo celestialis, o al menos creyeron que habían acabado con todo.

La soberana espió la actividad humana durante mucho tiempo, viendo con gran avidez y emoción lo que hacían sus creaciones mortales. Cuatro siglos antes de la llegada de Irtón, un profeta humano que hablaba de la salvación y grandes recompensas si es que se seguía el camino de mediación entre los humanos, se le ocurrió una magnífica idea: usar a los zodiacos para hacerles cumplir par función que las razas celestiales.

Incontables culturas poseían su propio zodiaco compuesto por cierto número de arquetipos humanos repartidos por todo el año, ocupando fechas o meses

La divinidad no se quedaría sin aprovecharlos. Se puso manos al trabajo, y alrededor del mundo hizo nacer individuos con poderes similares a los pertenecientes de descendientes divinos, dotándoles de sumisión para que no pudieran cometer los mismos errores que los anteriores.

Gran Ente lo había pensado todo. Al igual que sus antecesores, se les dio una Semilla del Alma, que, a diferencia de su primera versión, contaba con más posibilidades en su uso, pero también con más limitaciones que pudieran restringir su poder.

Las mujeres nacidas del nuevo trabajo —aunque no se reconocían en todas partes— llevaban de denominación junto a su nombre: Zodiac, pero no eran hermanas o familiares directos, al menos no todas. En cambio, los hombres portaban distintos. Tuvo que pasar de varios a muchos años para que las creaciones se conocieran y entablasen lazos de amistad que les uniera en su labor. Para comienzos del último siglo antes del I o Siglo de la Gran Mediación donde terminaron las Crónicas Celestiales y los últimos descendientes de las razas divinas murieron o consiguieron la forma de reunirse con los suyos en otros planetas, ya habían nacidos varios zodiacos.

También se recurrió a las "trampas divinas" preparadas por Exadrusk y Maishklyle. Algunas peores que otras. Sus diversos encuentros dieron origen a los signos zodiacales de los distintos horóscopos.

Está la historia de Maddox Mac Crann, originario de Eilsídhe, que, junto a una muchacha rescatada por él en una de sus expediciones marítimas, y de nombre Lajkia Zodiac, cambiado a Gaela8 engendraron a los signos del zodiaco druida, quienes se les reconocía por llevar de apellidos el de su clan Mac Crann, junto al de Zodiac. En rara ocasión mencionaban su segundo apellido.

Cada zodiaco se diferenciaba de los otros por sus apellidos y por sus modos de vida. Cumplían diversas funciones que tenían relación directa con sus pueblos, se sentían felices viviendo en compañía de los humanos; aunque lo hacían camuflados, no querían ni debían revelar su verdadera identidad por órdenes de sus superiores que deseaban el bienestar. Los últimos en nacer para esa fecha fueron aquellos del zodiaco de los Pueblos del Norte9

Su felicidad se vio interrumpida cuando a finales del último siglo antes de la Gran Mediación, Orodomvelor, Maishklyle y Karuraida; buscando venganza hacia Gran Ente, por no dejarles tomar más poder del universo; decidieron asesinar sin piedad a todos los padres.

Primero se deshicieron de los hombres, luego de las mujeres. Los signos de los zodiacos —en especial de los más jóvenes— sufrieron un gran impacto causado por la repentina muerte de sus progenitores. Los siguientes zodiacos que nacieron no pudieron ver a sus padres y madres porque a los tres años de nacidos ellos, morían por las pestes echadas por las conciencias.

El temperamento de los zodiacos que llevaban tiempo en la Tierra, se trastornó caótico tanto como para humanos como para ellos mismos, el respeto se volvió un asunto del pasado. Cometían crímenes contra aquellos que tenían que proteger.

Los conflictos y peleas no se dejaron esperar, conforme los años pasaban, tomaban mayor conciencia de sus poderes los cuales ocupaban más en el mal que en la bondad. Su existencia se convirtió en un gran revoltijo propiciador de problemas e interminables peleas. Para remediarlo, fueron dormidos por la fuerza u ocultados por la fuerza de la creadora, o mucho peor, por sus conciencias que tenían más sadismo.

Ante tal situación, en los primeros años que transcurrieron del Siglo I después de la Gran Medición, mientras los humanos se ocupaban en sus asuntos, la Gran Ente tomó por decisión propia crear a los Arcanos o Arkanux: seres portadores de magníficos poderes y habilidades únicas capaces de llevar vida o muerte, según lo deseen. Su cantidad es desconocida, pero su principal misión es guiar a sus zodiacos, hacerles cambiar y cuidarlos de los males.

Los Arcanux cumplían su labor a la perfección, acabando con los principales problemas zodiacales. Uno de los primeros en nacer se llamó Arlam10

No todos nacieron al mismo tiempo, tuvieron que pasar varios siglos ocupados para reestablecer las armonías. Ellos, al igual que los zodiacos, portaban semillas del alma con características propias que le daban las habilidades tan únicas que tenían.

La cúspide entre los arcanos se dio al final del siglo XVIII. El último día del año se reunieron veintiún arcanos; que para esas fechas ya se les podía decir Arcanos Mayores11

La reunión ocurrió con ayuda de Exadrusk quien al ver su estado los transportó a un mismo sitio. Ahí se conocieron y amistaron. Se podría asegurar que dicho lugar se trataba de una lejana aldea ubicada en un país que solo existía en la tierra de este universo; su nombre era: Zdarzael.

Las barreras humanas del lenguaje, la raza, el sexo y demás se quebraron dando cabida a una unión natural entre guardianes; al final todos ellos sabían que fueron creador por el mismo ser.

El principal tema fue el inocultable cansancio en sus personas. Resolver conflictos les agotó por completo. Sus debates concibieron grandes proezas orales, ninguno se quedó sin aportar nada.

Entre los más victoriosos arcanos hablantes se pueden mencionar a: Scheherezade (arcano del zodiaco árabe) y también a: Abubakar (arcano del zodiaco egipcio)

Al culminar el encuentro, los Arcanos decidieron que tomarían un descanso por al menos tres siglos. Syvaksgloido, quien espió su reunión, fue directo con el Gran Ente a informarle sobre la acción acometida por los guardianes.

La inquietud del creador no se hizo esperar, en su infinita mente se preguntó: ¿Quién o quiénes poseían la valía de cuidar los signos zodiacales mientras sus protectores tomaban un merecido descanso?

Nadie lo haría, por tanto, surgía una segunda interrogante: ¿Si los zodiacos terrestres, al no tener regulación ninguna en sus conflictos se pelearían sin descanso, ¿quiénes protegerían el mundo? ¡Pues nadie lo haría!

Las razas celestiales estaban caducas, teniendo sus vidas en planetas inalcanzables al humano de aquellos tiempos.

Sin perder la esperanza, el Gran Ente, habiendo caído la noche del treinta y uno de diciembre del año 1799, vio que, en el cielo nocturno a través de las estrellas juntas, se formaban esas figuras imaginarias que los homos sapiens sapiens llamaron constelaciones. Se quedó con gran impresión admirándolas, después de incontables ocasiones de intentar mirarlas, al fin lo logró.

—Gran Ente, puede que usted y yo seamos seres invisibles ante los ojos de sus creaciones mortales, pero si nos quedamos sin mover una partícula de nuestro ser podremos ser vistos ¿acaso quiera concretarlo? —la conciencia le reclamó a su creadora.

—Syvaksgloido, tengo planeados quienes serán los nuevos guardianes de vuestro querido astro. Lo que debo hacer es ir a un universo paralelo. Traeré al primer humano que encuentre y lo transportaré a este universo para volverlo en la primera encarnación de una constelación.

—Estoy consciente que desde hace muchísimo no traigo nada de otros universos, pero, siento poder realizarlo —contestó el supremo moviéndose a similar velocidad que el sonido.

— ¿Qué? Gran Ente ¡No se vaya tan rápido! ¡Debe decirme más al respecto! —se preocupó Syvaksgloido. Él fue incapaz de alcanzar al creador. Mas, decidió no caer en lamentos.

Mientras la conciencia intentaba mantener su cordura, el todopoderoso usó su incalculable poder y traspasó las barreras que separan muchos universos hasta llegar a ese12 donde tomaría su víctima.

En dicho universo, cuando llegó a su versión del planeta Tierra, la fecha era también el 31 de diciembre del año 1799. El lugar arribado por el supremo creador era un país llamado Prusia.

Sin detenerse a contemplar sus maravillas, el Gran Ente buscó al primer ser humano en una casa. Se desencantó un rato porque no veía ninguno, pasó un segundo y justo halló dos en un lugar abandonado de escasa luz.

En él visualizó una pareja compuesta por un hombre de corta estatura que veía con inmensa lujuria a una pobre joven que emborrachó. Dándose cuenta de las intenciones del varón, provocó fuertes temblores en el piso.

— ¡Escapa ahora! —le gritó a la muchacha. Por más que no le entendió al máximo, comprendió que, si no salía del lugar, acabaría teniendo una experiencia fatal. Por un momento recuperó la conciencia y en plena oscuridad se marchó.

En tanto el macho se paró, la entidad volvió a hacerlo caer. Seguido, arrebató el alma en su interior, el resto del cuerpo lo carbonizó con su poder. Creó una prisión en forma de burbuja que serviría de encierro para el alma. Con lo que no contó era con que Syvaksgloido, le había seguido el paso y se hizo con el alma de la muchacha. Decidió no enojarse con su conciencia, él no lo hizo con mala intención.

Se encontraban listos para volver a su hogar. El Gran Ente, sin descuidar la escencia atrapada, se impulsó y dejando una estela lumínica aceleró hasta de nuevo traspasar las barreras entre los mundos. Se movía con velocidad constante, en ciertos lugares trabados por materias poco amigables, se movió lleno de cautela. Su conciencia le siguió sin reclamo alguno.

Cuando poco les restó para volver a su universo, la entidad se detuvo, su creación también lo hizo. Antes de que siguieran el camino, le encargó a Syvaksgloido que tendría que regresar el alma a su universo de origen. Después aceleraron.

(Planeta Tierra; año 1800)

En centésimas de segundos regresaron de vuelta a la Tierra de su universo, Syvaksgloido tomó la forma de un humano con gran estatura, plexo fuerte, piel cambiante de color, cabellos rubios y ocres; y ojos verdes. Incluso se ideó un vestuario compuesto por unos ropajes parecidos a los usados en la Grecia antigua.

—Por fin estamos de regreso, me siento tan satisfecho por llegar con una alma sana y salva —dijo, mirando sus alrededores caracterizados por su escasa vegetación, tierras infértiles que se acompañaban por un cielo gris.

—No hay tiempo Syvaksgloido, prepara tu vista que en frente tuyo haré una magnífica creación —respondió el creador. Liberó de la burbuja que fabricó, aquella alma traída desde el otro universo. La conciencia hizo lo suyo igual.

Manteniendo precaución tomó un poco de su poder y lo materializó en una bola de luz, la misma que moldeó hasta conseguir el porte de un cuerpo humano. Coloreó su creación, le otorgó un par de genitales. Lo puso al lado de su alma, después unió ambos a través del choque entre un dedo físico y espiritual.

El resultado era un nuevo ser vivo cuyo aspecto no era el que se esperaba. Este, pese a yacer sobre el piso, mostró un rostro de miedo porque lo primero que vio fue la versión humana de Syvaksgloido.

— ¡Tiene vida! —gritó Gran Ente. Su grito provocó que las nubes del cielo se desplazaran. Su alegría era colosal, el experimento realizado fue un completo éxito, solo le faltaba darla una voz y un nombre.

Volvió a mirar su creación, una mitad era de sexo masculino y la otra era femenina. Tenía genitales de ambos sexos. Al poner de pie al ser, le vio caminar con pasos cortos en dirección contraria a su conciencia humanizada. Cada paso que daba le cambiaba el color de ojos, piel, todo lo que podía, alternando de sexo en sexo. Tenía que solucionar el problema de la inestabilidad de la nueva criatura pronto.

—Gran Ente, su creación, no tiene una Semilla del Alma —le hizo dar cuenta su conciencia. ¿Cómo podría defenderse si es que era incapaz de generar sus propios poderes?

Estaba en una encrucijada. Detuvo el andar de la criatura, vio el otro el alma que fue traída. Y lo pensó: era tiempo de mejorar la semilla. Con un soplido le hizo dormir. La conciencia puso una cara de preocupación. Gran Ente iluminó su cuerpo dormido, de una pequeña partícula de su poder creó un cuerpo idéntico al que realizó momentos atrás, con la peculiaridad de que podían distinguirse doce piezas de distintos tamaños.

—Syvaksgloido, me complace en presentarte al Cuerpo Astral. Una característica única de mis creaciones que estará en medio del cuerpo físico y el alma. A partir de ahora, todas las creaciones que haga tendrán esto que les permitirá moverse por todo el universo sin restricción alguna. Es injusto que unos tengan y otros no, haré que los antecesores también la tengan —le dijo a la conciencia que notó la presencia de un humano cerca.

—Gran Ente, me gusta su idea —le respondió a su creadora mientras lanzó una ráfaga de aire invisible que mandó a volar al humano—. Pero, ¿no significa que las anteriores creaciones tengan que domar desde cero de nuevo su semilla? —se adelantó, usando su don de la clarividencia apresurada, característico de las conciencias cuando sienten que hay peligro.

—Será un problema de ellos, un reto que tendrán que superar todos menos los descendientes de razas divinas. Valdrá la pena al final. —respondió con serenidad al cuestionador. De una mano que hizo con tierra del suelo, hizo surgir una pequeña semilla, creó un par de ellas más para que sostuvieran el cuerpo, con la cuarta que hizo acomodó la semilla y el cuerpo astral sobre la creación que se puso de pie. Al abrir sus ojos, no se había asustado. Tenía la apariencia de un hombre de edad adulta con la mirada en frente.

«Nuevo humano, tu nombre, a partir de estos momentos será Primitivus Caelum. Tú eres la encarnación de la constelación del buril; de acuerdo con los astrónomos humanos, tu agrupación estelar es una de las más débiles, no ocurre lo mismo conmigo. Yo soy tu creador o creadora, puedes llamarme Gran Ente.

Quiero que sepas además que conservas parte de tu naturaleza inicial. Podrás cambiar de sexo, color de piel, apariencia y casi todo lo que desees a voluntad. Por favor usa tu don para hacer el bien. Te daré una voz, con ella podrás hablar todos los idiomas existentes en el universo.

El soberano movió las cuerdas vocales de Caelum y le entregó una voz de hombre adulto.

—Gran Ente —replicó la constelación—. Si es quien asegura ser, dígame, ¿quién soy yo? ¿Por qué me encuentro desnudo? ¿Qué hago en estos páramos desconocidos? Y ¿quién es ese tipo que me observa enojado? —dejó el miedo al preguntar. En un par de segundos, mil interrogantes afloraron en él.

—Muchacho, tú eres la primera encarnación de una constelación. Eres el primer "guardián moderno" creado para defender el mundo. Te encuentras desnudo porque no hace unos minutos terminé de crearte.

«Fue en estos sitios en los que decidí darte vida. Quien te ve es la forma humanizada de una conciencia mía llamada Syvaksgloido, él es uno de mis ayudantes. No vayas a preguntarte por las memorias de tu "vida pasada" que las perdiste.

Estás comenzando una nueva vida. Puedes marcharte si gustas, anda y explora que yo te vigilaré.

—Grac-gracias —Caelum se tragó el resto de sus palabras.

—Ten cuidado al interactuar o mencionar mi nombre. Te recuerdo que cuentas con la magnífica capacidad de oírme.

Caelum salió disparado del sitio. Nada le importó el estar desvestido. Se pasó el día sin ropa y explorando sin parar. El Gran Ente se sintió tan feliz por su logro.

(Marsella-Francia; año 1821)

Al transcurrir varios años desde el "nacimiento" de Caelum. La divinidad suprema se dispuso a realizar una segunda constelación que fuese mejor que la primera.

Su nacimiento se dio entre un humano normal de padre y una humanizada Maishklyle, quien se ofreció con el trato de que el creador le concediera dos eones de tiempo libre para descansar.

La segunda constelación, de nombre Jeanne Nicole Petra Gray Reticulum, era una mujer brillante que se destacó por su increíble genio. A los ocho años era capaz de resolver problemas de cálculo avanzando sin si quiera usar un mínimo de esfuerzo.

Se retiró del colegio con edad de nueve, a los once, pese a su condición de mujer, Jeanne fue aceptada en la universidad más prestigiosa con la condición de pasar clases a ocultas de los demás estudiantes.

A los doce años, su inteligencia se había vuelto incomparable. Los periódicos no paraban de hablar de ella. Conocía sobre todas las ciencias del mundo de ese entonces sin importar su categoría. Filosofía, astronomía, biología, geología, física; no existía nada fuera de su alcance. Incluso era una políglota. También tenía conocimiento de las artes ocultas o lo que ella llamaba poderes para humanos.

Llegando a los veinticuatro, Jeanne se volvió bastante codiciada entre los hombres y algunas mujeres que le veían como un premio a alcanzar. Ella les rechazó sin compasión, no estaba dispuesta a tener relaciones amorosas con nadie; ni con el hombre la mujer con mayor riqueza o poder. Estaba concentrada en su propio mundo.

Pese a sonar tan perfecta, al ser una humana, Jeanne presentaba también defectos. Se puede mencionar los siguientes: solo se juntaba con personas de la alta sociedad o cierto grado intelectual. Poseía miopía y astigmatismo.

No quería hablar otras lenguas más que el francés e italiano, idiomas que de acuerdo con su persona le parecían llenos de belleza. Su elevado gusto culinario le hacía rechazar alimentos que consideraba basura.

(Entre la Oscuridad de la Noche y la Claridad del Día)

Unos humanizados Syvaksgloido, Mirukunin y Karuraida observaban al sol salir por un horizonte mientras que, en el opuesto, las estrellas todavía perduraban. Eran el día y la noche convergiendo en un mismo lugar. Mirukunin, el estelar, dio un respiro. Sus ojos se habían vuelto negros de todos los malos presagios que tuvo.

Karuraida, la que anda con dificultad, sacó una baraja de cartas que tenía guardadas. El viento que soplaba se llevó a todas.

—No volverán —dijo imbuido en melancolía Syvaksgloido, el protector victorioso.

—Aún hay una esperanza —miró directo al sol sin sufrir daño en los ojos.

—Dime, cuál es esa esperanza.

—Cazadores.

Al pronunciar la última palabra, el astro rey terminó de elevarse en el horizonte. Había comenzado un nuevo día.

(Paris; año 1845)

—Sacrebleu! ¿comment qu’ils naîtront plus de constellations? (¿Cómo que nacerán más constelaciones?) —se admiró Jeanne Reticulum, golpeando la mesa del restaurante. Los antecedentes se dieron en encuentros pasados con conciencias donde recibió la noticia de los próximos nacimientos.

Sus cubiertos se cayeron al suelo. Su copa de vino había derramado unas gotas del contenido.

Las personas de sus cercanías le miraron extraño, a la constelación no le interesó. Llevando una mirada despechada, se retiró del local sin recibir su comida. Le urgía demasiado tener un encuentro con el divino. Intentó sin éxito contactarse con una conciencia. Su enojo se agravó al ver que nadie le atendió.

La noche no tardó en caer, Jeanne seguía caminando por las calles de París. Elevó sus ojos color gris al cielo y miró consternada los astros que emitían su luz propia. Sobre el lienzo parisino, a horas doce de la media noche y en dirección norte se podían visualizar las figuras de: Cefeo, Casiopea, Cisne y Dragón.

(Entre el espacio y el tiempo II)

En los siguientes años del siglo XIX, nacieron otras quince constelaciones que fueron: Alkres Crateris, Alsciaukat Lynx, Alderamín Cepheus, Shedir Cassiopea, Cristiaan Holorogium, Olabisi Camelopardis, Magnius Pyxis, Mirach Andrómeda, Thuban Draconis, Deneb Cygnus, Ankaa Phoenix, Isocelia Norma, Regor Vela, Gina Octantis y Augustus Michelis Sculptor.

Siendo siete hombres y ocho mujeres, todas nacieron por "parto natural" con una familia propia, en distintas partes del mundo. Sus verdaderas identidades les fueron advertidas mediante visiones por el mismísimo Gran Ente.

Al aumentar el número de encarnaciones, por consecuente, en el momento que las nuevas alcanzaron poco más de la mayoría de edad, comenzaron a recorrer el globo para conocerse entre sí. Dando origen al dicho de que una constelación es capaz de reconocer a otra.

El comunicarse no les fue mucho problema, conocían entre cinco a siete idiomas que aprendieron por cuenta propia gracias al natural intelecto que tenían y que en ocasiones decidían ocultar para no levantar sospechas. También para no seguir

En el año 1880, cuatro constelaciones se volvieron las predilectas del Gran Ente por las proezas que realizaron; se trataban de: Thuban, Shedir, Mirach y Alderamín que usaron sus dones en favor de la humanidad. El resto de las constelaciones, algunas se pusieron celosas y a otras no les importaba recibir atención divina o humana.

En recompensa para las constelaciones proezas, tuvieron una ceremonia de premiación realizada por el supremo junto con Karuraida, Maishklyle y Orodomvelor, dejaron el camino de la maldad y sentaron pases con su creador.

Se resaltó la valía del cuarteto de constelaciones. Se les premió con habilidades que iban más allá de las otorgadas por su Semilla del Alma. Algunas constelaciones del resto, no les dirigieron la palabra desde ese día y cuando podían degradarles, lo hacían.

(Ruinas de Atenas; año 1881)

—Señor Gran Ente, yo, Shedir Cassiopeia; en nombre de mis compañeros le damos absolutas gracias por la maravillosa reunión que nos fue hecha —agradecía una fortuita constelación.

Nadie sospechó que aquel inocente encuentro despertó una fuerte envidia en las dos primeras constelaciones, quienes asistieron a ocultas al lugar del encuentro: las Ruinas de Atenas.

Las constelaciones, zodiacos y otras creaciones del Superior portadores del Semilla del Alma, a pesar de lucir como humanos y tener comportamientos de uno, tenían permitido realizar acciones fuera del código de la moral humana o que antes los ojos humanos, podían ser aberrantes.

(Entre el espacio y tiempo III)

Los rencores e infortunios entre las constelaciones no se dejaron esperar. Tan pronto como pasaron los meses, la envidia de Caelum y Reticulum dio sus primeros y oscuros frutos. Ellos dos consiguieron provocar una guerra en el país natalicio de Cassiopeia, usando un arsenal compuesto de mentiras, engaños, promesas falsas y mentiras que pusieron al pueblo en contra de su propia benefactora.

Existieron unos cuantos que se opusieron al engaño, sabían que, si bien su maestra no era una persona perfecta, conocían su comportamiento justiciero y estandarte de la verdad. Algunos fueron asesinados por Caelum y Reticulum, asesinados por sus propias manos.

Siendo su pensamiento opuesto al primer grupo caído en la farsa, se desató conspiraciones, pequeñas peleas que al final condujeron a la primera de las llamadas: guerras estelares.

Las guerras estelares se dieron debido por la ambición, envidia y maldad habida entre constelaciones. Fueron un total de quince guerras donde los humanos normales fueron usados de simples peones para satisfacer

La mayoría culminaron con la victoria del lado bueno. Solo dos; la octava y treceava guerra fueron ganadas por las constelaciones malvadas que, a pesar de contar también con humanos de su lado, no conseguían sus objetivos. Todas ellas se ejecutaron en el periodo de 1884-1899, coincidiendo con el tiempo de liberación de muchas naciones coloniales en los continentes de Aderengia y Tskadria.

Fueron muchos los muertos en las guerras. Algunos recibieron sus propias estatuas y reconocimientos por parte de suyos y portadores de la semilla.

Al acabar el oscuro periodo, el Gran Ente rindió cuentas con las constelaciones. Decidió castigarlas separándolas unas de otras y enviándolas al exilio en diversas partes del globo. Las dos constelaciones caóticas fueron enviadas a sitios fuera de sus propios universos. Confinadas, con sus poderes arrebatados.

Entre guerra y guerra, el siglo XIX no tardó en culminar, dando paso a una nueva era marcada por avances científicos, ideológicos y culturales; períodos de guerra y un indescriptible avance de la civilización humana.

El siglo XX se constituyó tranquilo para el Gran Ente y sus conciencias. La actividad no vino sino en la década de los ochenta. Empezó cuando el supremo creó a la última de sus conciencias que nombró Celeno, junto con ella, el número de ayudantes subió a veinticuatro.

Seguido del "nacimiento" de Celeno, vino el de más constelaciones. En este caso de treinta y dos constelaciones que adquirieron el nombre de: constelaciones medias; denominación que les fue otorgada por Kylyatlelyna. Pero, no solo nacieron constelaciones, se le sumaron encarnaciones de meteoritos, asteroides y otros astros que antes no habían sido considerados.

Las constelaciones medias, eran un grupo compuesto por diecisiete hombres y mismo número en mujeres, contaban con una vida plena y normal. La mayoría no estuvo consciente de su verdadera identidad durante años, algunos tardaron más que otros en conocerse a sí mismos. Algunos enloquecieron y se exiliaron rechazando su responsabilidad.

Una de las características más notorias que poseían, es que su poder no era tan grande como el de las primeras encarnaciones y contaban con un número mayor de defectos que les entregó más "humanidad"

Entre las más destacadas de las constelaciones medias se encuentran: Betelgeuse Orión, Mothallah Triangulum, Canopus Carina y Henrietta Ruby Teleskopirim.

Llegando el siglo de la vanguardia tecnológica y del internet, nacieron otras treinta y seis constelaciones más, repartiéndose un número igual de hombres y mujeres. A estas, se les denominó: constelaciones modernas, porque habían nacido en el tiempo moderno comprendido al final de los noventa e inicios del 2000.

Entre ellas es posible destacarse a: Lyra Vega, Sirius Majoris, Formahault Austrelo y Dubhe Maiore.

Entre todas las constelaciones encarnadas y existentes, se contabiliza un total de setenta y seis, faltando apenas doce por nacer.

Corría el periodo de los años 2009-2014 en la Tierra, una etapa tranquila para todos los portadores de la Semilla del Alma, excepto por un problema que amenazaba con volverse mayor: la rebeldía de algunos usuarios de la Semilla del Alma que hacían actos atroces con sus poderes.

(La nada; tiempo desconocido)

En medio de un gigantesco, se encontraban el Gran Ente y Eddensjia.

—Gran Ente, por favor deje de lamentarse. Sin importar lo que haga, los rebeldes no reaccionaran. Ellos siguen sus propios intereses —dijo Eddensjia calmando el enojo de su creador.

—Ya lo sé conciencia, déjame en paz, ¿no comprendes la dificultad de mi trabajo? —la voz del ser provocó fisuras en algunas partes del vacío.

—No hable con esas palabras. Tenemos una esperanza final. Hace tiempo que usted mencionó que faltaban doce constelaciones por encarnar, ¿cuáles son esas? —titubeó la conciencia, viendo hacia las grietas que se expandían.

—Las constelaciones del zodiaco occidental —retozó en melancolía—. Querida conciencia —se disipó su enojo. Para mí, aquellos dibujos imaginarios que acompañan al Sol del planeta Tierra son tan especiales.

«Esas agrupaciones estelares se encuentran ligadas a un mito directamente relacionado con ciertos dioses, y también tienen versión en un horóscopo. ¿Acaso no te da indicios de algo?

— ¿Razas divinas? ¿Zodiacos? ¿Arcanos?

—Ninguna de tus respuestas es correcta. Son ellos a quienes necesitamos, tienen la esencia de las razas divinas; de los horóscopos y constelaciones. Jamás desee que encarnaran por un motivo, tú ya lo conoces. Eddensjia, yo no tengo el requerido para ir hacia el universo del cual extraje el alma de Caelum.

«Pero, tú podrías hacerlo. Tengo otros asuntos que atender, son muchos. Con otros dioses y sus avatares. Con otros mundos también. Y como no, con otros de los míos.

—Gran Ente... ¿está queriendo decir que vaya a ese universo y consiga las almas de quienes serán las encarnaciones de las constelaciones faltantes?

—Es correcto, tú eres la única que jamás me traicionó. Todas las conciencias lo hicieron, incluido Celeno que decidió evadir sus responsabilidades y las cambió por vivir cómoda en el mundo de los humanos. Solo tú puedes ir hacia allí y conseguir las almas, ¿estarías dispuesta a hacerlo?

Un manto de silencio perduró dentro del remoto sitio. La conciencia quería y no a la vez tomar forma material. Sintió un breve remordimiento; posteriormente, envuelta en contestó:

—Acepto —su voz hizo eco fuera del espacio de nada—. ¿Cuántos espíritus debo traer? ¿Doce? ¿Quince? ¿Dieciocho?

—Veinticuatro. Serán dos por cada constelación que poseerán Stellaris como uno de sus apellidos. Ve y tráelas. Pediré ayuda a mis aliados para que te cubran. Debes apurarte, quiero que las traigas antes de que en la Tierra sea el primer día del año 2015 —esclareció el Gran Ente. Después, él disolvió su cuerpo en el mismo vacío.

Eddensjia se puso en marcha a cumplir su orden. Usando inmensa cantidad de poder traspasó las barreras finales de su mundo. Con ritmo tardío y seguro, la conciencia recorrió un camino de cosmos infinitos.

No era la primera ocasión que debía cumplir una tarea de esa talla. En ninguna había fallado, en esta tampoco era una opción el fracaso.

(Tierra de nuestro universo; año 2014)

Estaba a punto de llegar al universo pedido. Gastando sus fuerzas restantes, se abrió paso para encontrar la ubicación de la Tierra de los humanos natales.

Cuando ella llegó, la fecha correspondía al treinta de diciembre del año 2014. Descansó unas cuantas horas y luego se colocó en sendero de cumplir su deber.

Conocía que la mejor manera de atrapar ánimas era mientras el cuerpo dueño se encontraba en reposo, sin importar que fuera una siesta o un profundo sueño. En caso de no ser posible lo mencionado, se vería obligada a hacer dormitar al dueño mediante sus poderes o usando trucos y artimañas.

El día treinta y uno de diciembre, en diversas partes del mundo con distintas zonas horarias, veinticuatro almas fueron sacadas de sus cuerpos; una por cada hora.

A la conciencia le dio cierto remordimiento. En momentos dados se preguntaba: ¿qué iban a decir o pensar las familias de los futuros signos del zodiaco al ver que sus hijos o hijas desaparecieron sin dar explicación alguna?

El sentimiento le carcomía, recordó luego que la tarea era de vital importancia. Quería cumplir cueste lo que cueste.

Antes de que acabase el primer día del nuevo año, todas aquellas almas abandonaron su universo natal; y atrapadas en burbujas hechas de poder divino, se dirigían hacia un sitio desconocido. En él, pronto iniciarían una nueva vida con nuevos cuerpos, pero habiendo perdido incontables recuerdos sobre sí mismos.

Fin

Seguir leyendo
img Ver más comentarios en la APP
Recién lanzado: Capítulo 1 Stellaris   09-11 07:30
img
1 Capítulo 1 Stellaris
11/09/2022
Instalar App
icon APP STORE
icon GOOGLE PLAY