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El Niño del Piso Dos

El Niño del Piso Dos

5.0
2 Capítulo
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Él es un niño muy especial y desea contarte una historia, ¿estarás dispuesto a escucharle?

Capítulo 1 El niño del piso dos

Me llamo... no, creo que todavía no es momento de decirte mi nombre, pero vivo con papá y mamá en o más bien dicho... vivía con ellos en un departamento de paredes rojas manchadas de blanco. Lo único que tenía para entretenerme era mi querido oso de peluche con el compartí mis mejores momentos y aquella ventana por donde veía pasar seres que ya puedo llamar “inferiores”

Ahora vivo “arriba” en un lugar que tú nunca podrías imaginarte; es oscuro, es mi hogar temporal hasta que pueda ascender al mundo que se encuentra entre el humano y el reino celestial.

Creo que te vi antes por la calle, estabas de camino a la heladería con tus padres, tal vez reconozcas mi voz. Creo que tú eras mi vecino ¿o vecina? Del piso superior. Qué importa tu sexo, tú fuiste esa persona que escuchaba todas esas botellas romperse, los llantos que provenían de mi departamento y los gritos incesantes. No te reproches en preguntar lo qué fue, tú no debes preocuparte de ello, seguro tienes asuntos más importantes por tratar, ni siquiera sé por qué pierdes tu tiempo conmigo.

Por favor, no preguntes cómo estoy. Aunque mi apariencia siga siendo infantil, mi ser interno cambió desde ese día hice el pacto para convertirme en un ser más allá del entendimiento mortal. Nada malo me pasará. Solo estoy yo, sin ningún reproche o grito que deba escuchar. Mi humanidad terminará de morir pronto, mi alma jamás lo hará.

Cuando vivía con mis padres, era un chico algo torpe o eso me decían. Siempre rompía las botellas con líquidos extraños que mamá solía beber noches enteras o echaba agua sobre las camisas de papá que olían a perfume de mujer y estaban con cabellos que no eran de mamá. Ella le solía reclamar por esa razón, él la amenazaba para callarle. Yo, lo único que hacía era mirar de lejos sus discusiones, esperando a que me dieran atención.

¿Qué si quería a mis padres? ¡Que locura dijiste! No, no y no. Son lo peor de lo peor. Jamás quiero volver a saber de ellos.

¡Oh! Gracias a ti recordé que también hablaba en voz baja, en especial las veces que conversaba con “ellos” Las personas cerca de mí miraban hacia lados opuestos al mío o se iban sin decir una palabra. Aun así, procuraba tener respeto con todos, incluso con la niña obesa o su hermano que me quitaban el dinero que llevaba al infierno llamado primaria.

Ahí, hasta la maestra más amable parecía verme la cara de loco o apartarme del resto de niños con aquellas sonrisas de oreja a oreja. En cambio, “ellos” me aceptaban tal como era.

No, estás mal si piensas que te diré quiénes son “ellos” Nunca quise decírselo a mis padres, ¿por qué tendría que contártelo a ti?

Para mí se acabaron los infinitos días de ocultarse bajo la cama; excusas baratas último momento, castigos llenos de lágrimas y justicia que nunca llegaba por mucho que lo desease.

¿Mi ojo? ¿Dices que está hinchado? Te equivocas, nada grave le pasó; fue culpa de mi torpeza ya que una vez me caí de las gradas o por lo menos así me lo explicó mamá.

¿Qué sí tenía sueños? Los tenía, ahora quedaron como recuerdos del pasado. Quizá lo único que extraño de ellos es que podía hablar con mi osito sin que nadie me moleste.

No entiendo por qué preguntas tanto, son asuntos míos, no tuyos. Entiende de una sola vez, provocaste que la luz blanca apareciese y está cerca de ti.

Ahora bajaste tu cabeza, eres una buena compañía. Si te portas bien te concederé un favor especial.

¿Sabes? Por mucho que me enoje, creo que estoy pasando un buen rato contigo pese a las preguntas incómodas que haces. Me recuerdas a todas esas veces donde usaba mi mente y pasaba días sin ser obligado a oír ruidos extraños o golpes. ¿Te sientes mejor?

Por segunda vez, no preguntes cómo estoy. Hace tiempo que dejé de ser como tú. ¡Mira lo que hiciste! Por tu culpa las luces rojas se encendieron.

Por favor no lo hagas, para de insistir; vete, seguro tienes una familia, una pareja o amigos que necesitan tu atención más que yo. Déjame en paz de una vez.

No me mires de esa manera, lárgate, la luz blanca está desapareciendo, si no te vas antes de tiempo, te quedarás en este sitio por siempre y tendrás una muerte poco agradable. Tú no quieres volverte un ser con la oscuridad ni dejar que ella te consuma, ¿verdad? Ni tampoco oír todos los gritos o reproches que yo escuché en mi vida, ¿cierto?

¿¡De nuevo te debo decir que no preguntes cómo estoy!? Si me llevas contigo mi nuevo “yo” nunca se realizará y jamás podré estar con “ellos”

Lárgate ya, ¿acaso quieres que tus padres te reprochen como lo hacían los míos? ¿Deseas no volver a ver la luz solar o comer galletas con chispas de chocolate?

Así que te cruzaste de brazos, por fin lo comprendes. Vamos, tu vida es oro. Deja de protestar, todo lo que te pido es por tu bien.

No demores; no llores, yo estaré bien. Estuviste suficiente tiempo conmigo, oíste mi historia sin aburrirte. Mejor deja de observarme, ¿quieres?

Lo hiciste, acabas de mirar lo que hay más allá de mí: la puerta —a veces ventana— de regreso a tu mundo; el aburrido donde nadie usa poderes o habilidades interesantes.

Sí, sigue el sendero de la luz, lo estás haciendo a la perfección. La puerta se abrirá por última vez sólo por ti. No des vuelta atrás ni te dejes intimidar por las luces rojas que desaparecerán cuando te vayas. Estás cerca, no te detengas. Llegaste, que bueno que no te pasó nada malo. Ábrela.

Increíble, nunca antes había salido tanto brillo de ella. Quizás eres una persona única entre millones, que además es digna de recibir mi... adiós final.

Espero nunca volver a verte, espero que tengas una maravillosa vida. No sé si aún puedas oírme; un segundo... te fuiste por completo sin que te haya dicho mi nombre.

No importa que hayas dejado de oírme, me gustaría decirte que gracias por escuchar mi historia. Las luces rojas no tardarán en reaparecer para terminar mi transformación, luego “ellos” vendrán y me llevarán hasta mi nuevo hogar.

Mi nombre es Luka Santaia y sigo siendo el niño del piso dos.

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