pequeños tornados de color blanco con una cabeza esferoide, pero
ma se aviva. Dos pequeños puntos se encienden en su cabeza y de su cuerpo nacen dos largos ¿brazos? que t
brazos, haciendo que sus cuatro mitades se junten y revelando lo
on “ellos” nunca se manifestaron de forma física, sólo me hablaban cuando estaba a solas, que era casi siempre sie
no haberles perdido de vista—. No es necesario que ha
de que no desea meditar su deci
deseo que esto sea rápido. Qué importa la ton
la mano al pecho. Él se ríe con los b
rueba que garantice que renunció a su humanidad por completo —se da la vuelt
emblores no premeditados con una respiración agitada que no se queda atrás. Comienzan a dar vueltas, noto los colores que p
porque no pienso marearme. Estoy contando números, si cuando
ellos veo un oso de peluche que igualito al que tenía...
u transformación. Tiene seis minutos exactos —me
to como para ser destruido —me hago ha
todos los que quiera —dice con una voz que me recuerda
ja y lanzo al tonto juguete hacia el de llama negra. Este no tarda en
tar romper es
oque una sonrisa en mi rostro. La foto está siendo pisoteada; n
piensan en quitarle pedacito por pedacito. Escupo en las ca
. La sonrisa sigue en mí, ver la f
flama negra se pronuncia. —Por favor no cierre los ojos, será el último en subir, no
me pregunto por qué doce y no más o meno
se mueven creando un viento que aviva sus
r sin parar. Mi cuerpo entero se esfuma poco a poco, y sin
to. El que creo que es mi último cabello cae al su
hay extremidades, ropas o cabell
nte, los otros se
flama negra repite unas palabras y desaparece. El resto le sigue,
l y está en lo que antes era mi cuello, ¿acaso seré yo? Mi cuerpo se mueve sin que diga nada y en lo
s todo allá abajo se termina de des
dome hasta distinguir un lugar rodeado
que un coro de voces me recibe cantand
mino de elevar y me muevo al luga
so. Ahora soy un Milnombres, no, soy mucho más que eso. Soy un ser divino que castigar