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La magnate

La magnate

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Ella es una exitosa y adinerada mujer de carácter difícil. Él es un modesto joven que busca trabajo en su empresa. Pero, ambos se verán envueltos en un ferviente romance lleno de mentiras y engaños, originado por una confusión. Hariella Hansen es una multimillonaria empresaria, conocida como “La Magnate”, hasta que un día en el ascensor se topa con Hermes Darner, un despistado muchacho, menor que ella, quien la confunde como a una de las aspirantes al puesto vacante que ofrece la empresa. #millonarias

Capítulo 1 Prefacio: El ascensor

Un lujoso auto de oscuro se estacionó frente a un imperioso edificio. Un hombre con atuendo de chofer fue el primero en bajarse y luego una linda muchacha con ropa de secretaria y ambos se colocaron al frente de la puerta trasera del vehículo, formando un ligero pasillo humano. El empleado fue el encargado de abrirla de manera sutil, como si estuviera por recibir a una reina de la edad media. Entonces, de manera espléndida, lo primero en mostrarse fue una esbelta pierna, cuyo tacón negro de aguja, se afirmó de modo majestuoso en el asfalto.

Así, como una poderosa soberana, que descendía de su carruaje real. Una preciosa mujer se manifestó con lentitud. Abandonó el coche con glamour y distinción. Su cabello rubio, brillaban como hilos dorados, al simple contacto con el sol. En su azulada mirada intimidante, se reflejó la maravillosa arquitectura empresarial, que le pertenecía a ella. Sus labios, permanecieron sellados y su expresión, era inflexible y fría, como un tempano de hielo.

El sonido del elevador lo hizo volver a la realidad a un tímido muchacho. Había quedado absorto en sus pensamientos mientras lo esperaba. Al fin había bajado, pues el edificio era gigante, tenía más de cien niveles y le habían indicado que debía ir al piso setenta. Las puertas plateadas se abrieron a los lados, y arriba, en una pantalla tecnológica, aparecía ahora el número uno, en color rojo. Los nervios se apoderaron de él, porque después que diera un paso hacia adentro, ya no habría vuelta atrás, pero no perdería la calma. Respiró profundo por la nariz y lo soltó todo por la boca.

Hermes Darner era un joven de veinticuatro años, recién egresado de la universidad por haber terminado no un grado, sino ya, a su corta edad, un posgrado en administración de empresas. Se había preparado para esta entrevista, había una vacante en el puesto de gerente de finanzas y en esa área él destacaba lo suficiente para tomar la iniciativa de presentarse en la empresa manufacturera de alimentos que, dominaba el mercado nacional e internacional: Industrias Hansen. Tenía los ojos, azul oscuro, que estaban protegidos por unos lentes. Lucía un ondulado cabello castaño con un corte sencillo y se había colocado un traje de color índigo. Había lustrado sus zapatos y cargaba un maletín en su mano derecha. Su aspecto era mejor de lo que él creía, pero nunca le había prestado atención a si era bello o feo, eso lo tenía sin cuidado, no era vanidoso, pero le gustaba ejercitarse para mantenerse saludable. No hacía alarde de su atractivo y ni en la escuela, ni en la universidad había sido el más popular. Siempre se mantuvo alejado de las fiestas y los desórdenes, hasta ahora su vida era tranquila y calmada, sin emociones fuertes ni momentos arriesgados. Había terminado sus estudios y ya buscaba trabajo, luego construiría una casa para él, se conseguiría una esposa y tendría hijos, ese era el camino trazado y todo le estaba saliendo como lo había planeado. Solo debía dar el siguiente paso: el de obtener el cargo de gerente de finanzas y todo seguiría su curso normal. Intentó avanzar, pero a su lado pasaron dos bellas mujeres bien vestidas. Se quedó observándolas, perplejo. No había escuchado los pasos y tampoco la presencia de ellas; lo habían adelantado como si fueran unos fantasmas: unos hermosos fantasmas. Ambas se veían mayores que él y relucían como gemas preciosas, pero una de ellas lo hacía más que la otra. No le sorprendió ver a las dos mujeres portando ese ropaje tan elegante, lo extraño sería encontrar a una que estuviera mal arreglada. El prestigio de la empresa así lo exigía.

La mujer que más destacaba tenía el cabello rubio, amarrado en un moño, y dos mechones le caían a los lados de sus blancas mejillas. Su rostro era demasiado precioso, sus delgados labios habían sido pintados de lápiz labial rojo. En las orejas tenía unos notables aretes cristalinos. Llevaba un ajustado vestido negro que la tapaba las rodillas y el cual era cubierto por un saco de mangas largas del mismo color, que era asegurado por un cinturón que venía integrado en la misma prenda. La figura de la mujer era delgada y sus tacones la hacían ver un poco más alta, y, por último, en su brazo, cargaba un bolso de mano de tamaño mediano, que también era negro, parecía gustarle ese color.

La otra mujer llevaba una falda y una chaqueta elegante gris y por dentro una camisa blanca. Su cabello era marrón y sus ojos eran verdes.

Hermes quedó embelesado ante tanta belleza. Había apartado su vista con rapidez para no incomodarlas, pero la imagen de ellas dos se habían quedado grabadas en su imaginación, como si hubiera tomado una foto con una veloz cámara tecnológica. Esas mujeres, más bien, parecían dos modelos famosas. Luego caminó, nervioso, y se puso al lado derecho de la rubia, pues la de cabello marrón se había colocado a la izquierda de ella, por la que esa preciosa mujer, con vestido negro, había quedado en el centro. El fascinante perfume de ellas inundó sus fosas nasales y eso logró calmarlo. Era un exquisito y delicioso aroma que casi podría elevarlo por el aire. Parecía que se hubiera transportado a un armonioso campo de jazmín, rosas y otras flores que no podría describir. No la distinguió, pero la que estaba a su lado era ni más ni menos que Hariella Hansen, la inalcanzable directora general y también la presidenta ejecutiva de Industrias Hansen, apodada por los medios de comunicación como “La magnate”, ya que era una empresaria multimillonaria con mucho éxito en los negocios y ocupaba distinguidos cargos en la empresa manufacturera y en varias otras, mientras que la que se había colocado al lado izquierdo de ella, era su inseparable secretaria: Lena Whitney.

***

LA MAGNATE es la historia del romance originado por una confusión entre una inalcanzable multimillonaria y un humilde muchacho. Vivirán un desbocado romance sostenido por mentiras. ¿Qué consecuencias traerán los engaños? ¿La diferencia de las clases sociales y la diferencia de edad será un impedimento para su amor?

Hariella, se pronuncia: Ariela.

Mis otras novelas:

LA JEFA.

SUGAR MOMMY.

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