Lisa es una fotógrafa de la agencia Siluetas, sueña con convertirse en empresaria para estar a la altura de su jefe, sin embargo una situación inesperada la lleva a un contrato que nunca imaginó pero que cambia su vida por completo
Lisa es una fotógrafa de la agencia Siluetas, sueña con convertirse en empresaria para estar a la altura de su jefe, sin embargo una situación inesperada la lleva a un contrato que nunca imaginó pero que cambia su vida por completo
Estaba tan enamorada de Thiago, de su forma de caminar y hablar; su voz dulce y suave. Era un caballero elegante, educado, el hombre que cualquier mujer sueña tener. Inesperadamente lo había conocido mientras
realizaba una sesión de fotos a una de mis amigas que trabaja en su agencia de modelaje, ahí supe que aunque era arrogante, daba trabajo a quien lo necesitara, fue solo por esa razón que se había apiadado de mí y aun sabiendo que yo no era una fotógrafa profesional, me contrataba cada vez que salía una oportunidad. Me enamoré de sus ojos verdes que me miraban a veces con deseo y tristeza, una mirada que me atormentaba cada noche, en la que pensaba en mi situación decadente de muchacha trabajadora y esforzada y en su vida de empresario millonario, dos mundos tan desiguales.
Yo era una simple mujer de veinticuatro años, con deseos de encontrar un hombre con quien compartir mi vida desordenada y carente de estabilidad, recién había terminado mi carrera de Administración de empresas,
pero lo único que me apasionaba era la fotografía, aunque a como decía mi madre, eso no daba para vivir, en realidad justo así era, sin embargo ¿Qué obligaciones podía tener? ninguna, solo yo y eso no era tan complicado, con lo de las fotos al menos lograba pagar un par de tacones que me gustaran, comerme un helado o comprar la gasolina para mi pequeña moto roja y dar vueltas en la ciudad con la esperanza de ver a Thiago pasearse en su Ferrari , así de sencilla era mi vida, como lo era yo.
Él en cambio, era un hombre de treinta años que tenía una vida completamente estable, una esposa arrogante y esbelta que lo manipulaba con sus escenas de víctima, para conseguir lo único que le importaba: El dinero, la agencia de modelaje Siluetas, era una de las más famosas de la ciudad, en Thiago también habitaba el egoísmo y el orgullo, no sé por qué eso era lo que me ataba él y en verdad lo que me lastimaba era saber que estaba casado con una mujer que no lo amaba, de eso me había dado cuenta cinco meses atrás, cuando asistió a una de las pasarelas, noté que lo miraba con desdén, el amor se sale por los ojos, decía mi padre, y ella a quien se lo manifestaba era al dinero, en las fotos que logré tomarles,Thiago se veía descontento, con la tez dura y la risa forzada, pero la de ella más fingida. Pensar en eso me agotaba horriblemente, era junio y la lluvia cubría de humedad las paredes blancas de mi habitación, vi que el reloj ya marcaba las siete de la mañana y no había logrado dormir bien, pero debía asistir a la clínica Salud femenina, para recibir los resultados de un chequeo médico que me había realizado la semana anterior, debido a los continuos dolores en el vientre que estaba padeciendo, me alisté de prisa y me fui en mi moto, durante el trayecto no hice más que observar alrededor queriendo encontrarme a Thiago, incluso decidí pasar por la avenida donde estaba su agencia, me detuve en las verjas y por el vidrio de la ventana lo vi andar con
su imponente arrogancia, sus zapatillas relucientes y su abrigo gris perfectamente combinado con su atuendo, mientras buscaba un libro en la inmensa biblioteca que ocupaba la mitad de su gran oficina, me quité el casco para tener una mejor visión, por mi distracción cayó al suelo y el sonido hizo que dirigiera sus ojos hacia donde me encontraba, abrió la ventana y me miró con molestia.
- ¿Qué haces aquí, muchachita? - Dijo arrugando el ceño
En ese momento sentí que se me salía el corazón, puse los
ojos de borrego esperando clemencia, pero mi nerviosismo me inhabilitaba,
intenté acomodar las palabras para responder
- Quería saber si hay trabajo para mí -Contesté intentando
evitar su mirada que me atormentaba, pues él no dejaba de mirarme como si fuese un bicho raro.
- Cuando haya te llamaremos - Contestó con su voz molesta
que me resultaba tierna - Me estás interrumpiendo, ahora tengo muchos asuntos
que resolver y estoy perdiendo mi tiempo - Añadió, mi cara enrojeció de
vergüenza no supe qué más contestar, mi presencia ahí era incómoda, pero sobre
todo que me hubiese descubierto viéndolo anonada y completamente ridícula eso en
verdad solo merecía desear que me tragara la tierra.
Di la vuelta sin mirarlo, solo escuché el golpe de las
ventanas mientras las cerraba, luego me di cuenta que había gente observándome,
que algunos trabajadores de la compañía salían a almorzar y habían presenciado
aquel momento tan patético, sus risas sardónicas fueron como un viento que me
empujaba hasta mi moto, la encendí en seguida y continué mi camino, odiándome
por haber llegado ahí, aunque cada burla había valido la pena, pues mis ojos
habían contemplado los suyos y mis oídos su maravillosa voz.
No era capaz de soportar sola ese mal rato, así que fui en
busca de mi amiga Laura, ella me acompañó a la clínica, durante el camino no
hicimos más que burlarnos de lo que me había sucedido, de la cara de Thiago y
mi ineptitud para espiarlo, me sentí tonta, como una adolescente
enamorada. La risa y la imagen de Thiago se me borraron cuando una
enfermera se acercó para entregarme los resultados.
- Felicidades; está embarazada - Me dijo de golpe como si lo
que decía era algo por lo cual alegrarse
- ¿Embarazada? - Pregunté frunciendo el seño
- Sí - Afirmó sorprendida
- Está equivocada - Le grité - Hace seis meses que no
sostengo ninguna relación - !No! - Dije llorando mientras me agarraba con
furia el cabello -!Esto no me puede estar pasando!
Me senté en el suelo por la inmensa desesperación que
sentía, la enfermera solo se atrevió a mirarme, entonces recordé que el día de
mi cita la clínica se encontraba abarrotada de pacientes y el doctor con quien
había acordado mi llegada, no se encontraba, por lo cual me había atendido
otro.
- Es un terrible error - Argumenté, con la voz cortada -
Laura me levantó y me dio agua para que intentara calmarme.
- Repítale los exámenes - Exigió Laura
Después de escucharla sentí que me volvía el alma al cuerpo,
es solo un error pensé, solo eso y respiré profundo, pensando únicamente que un
hijo en este momento no era nada grato para la historia que imaginaba en mi
cabeza, pues a pesar de todo, en mí no morían las esperanzas de algún día poder
enamorar a Thiago.
La enfermera me llevó a otra sala y tomó una muestra de
sangre para verificar ese resultado, me dijo que esperara dos horas. Yo no me
moví físicamente de esa sala de espera, pero mi mente solo divagó en mi futuro
que ahora parecía incierto. Laura intentó controlarme, pero no pude contener
las ganas de llorar, ella sabía que lo único que me interesaba era convertirme
en una mujer que estuviera a la altura de Thiago y un embarazo inesperado
arruinaría cualquier especie de plan que tuviera. Finalizado el tiempo, la
mujer apareció de nuevo
- Está usted embarazada debido a que fue por In vitro -
Aclaró - Usted misma vino a hacérselo
- No- Volví a gritar mientras agarraba el sobre con el
resultado - Vine a hacerme un chequeo general por un dolor abdominal - Le
aclaré - Esto tiene que ser un fatal error - Dije mientras lloraba
Exigí que buscaran mi expediente y al revisarlo me di cuenta
que en realidad se habían equivocado debido a una confusión de hojas, la
enfermera asumió que ese día debido a los problemas internos que tenía la
clínica ella tropezó con otra enfermera y que todos los expedientes se habían
confundido, por la prisa no se detuvo a revisar y como el doctor era un
sustituto tampoco lo supo, lo cual solo generaba la única verdad, que yo estaba
embarazada por In vitro.
Sentí que las piernas me temblaban, el corazón me latía a
mil y mi cabeza tenía un alboroto terrible en donde solo se cruzaba la
imagen de Thiago y yo embarazada. Hice todo lo posible para no caer y morirme
ahí mismo, no sabía cómo responder ante tal tragedia, mi amiga tampoco, solo me
abrazó con fuerzas mientras yo me tocaba la frente sudorosa, la enfermera también
temblaba de miedo.
- Tendré que denunciarlos - Dije en voz muy baja
-Vamos ahora mismo - Confirmó Laura
- Señora, espere - Escuché que dijo la enfermera pero seguí
mi camino - Al fin de cuentas ya nada podía hacer
El sonido que hacía la moto solo me recordó mi tragedia,
Laura no dijo nada, ese silencio cubierto de ruido era espantoso, ni siquiera
me atreví a mirar la calle donde estaba la agencia de modelaje, sé que
lloraba y que el viento me cubría la cara pero no lo sentía, fue como agonizar
sabiendo que la muerte ya ha llegado. Pensaba cómo le explicaría eso a mis
padres aunque ni siquiera vivían conmigo o simplemente de dónde sacaría fuerzas
para volver a ver a Thiago
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Adrien es el heredero de la familia Leroy, es un hombre que lo tiene todo: Fama, dinero, belleza, pero su corazón noble solo lo conoce Emily, la mujer que su padre le pidió salvar, pues vivió las peores cosas de la vida con su propia madre y hermana, y sin saberlo, Adrien y ella se verán en la obligación de firmar un pacto por amor para descubrir la verdad de su pasado. Esta es la historia de Emily, una mujer a la que le arrebataron su identidad y su CEO Adrien Leroy, el ángel de su vida.
Hace siete años, mi prometido, Don Dante de la Vega, me envió a la cárcel para pagar por un crimen que cometió mi hermana adoptiva, Ximena. Lo llamó un regalo, una forma de protegerme de un destino peor. Hoy, me recogió del reclusorio solo para abandonarme en la hacienda de mi familia. ¿Su razón? Ximena estaba teniendo otro de sus "episodios". Mis padres me informaron que me quedaría en la bodega del tercer piso, para no molestar a la frágil niña que me robó la vida. Celebraron su "recuperación" con una cena de lujo, mientras a mí me trataban como a un fantasma. Cuando me negué a unirme, mi madre siseó que era una malagradecida, y mi padre me llamó envidiosa. Asumieron que no podía entender sus susurros venenosos. Pero la cárcel fue mi universidad. Aprendí a leer a la gente, a descifrar el lenguaje oculto en sus silencios. Entendí cada palabra. Fue entonces cuando me di cuenta de que no era solo un sacrificio; era desechable. El amor que una vez sentí por todos ellos se había convertido en cenizas. Esa noche, en la polvorienta bodega, me conecté a un canal encriptado que había configurado años atrás. Un solo mensaje me esperaba: "La oferta sigue en pie. ¿Aceptas?". Mis manos, llenas de cicatrices pero firmes, teclearon la respuesta: "Acepto".
Un año después de casarse, Yvonne se dio cuenta de que no era más que una sustituta. Cuando el verdadero amor de Juliano reapareció, le lanzó un acuerdo de divorcio y le dijo sin emoción: "Ella ha vuelto. Lo nuestro terminó". Ella mantuvo en secreto lo de su embarazo. Luchó contra el impulso de llorar, firmó su liberación y desapareció. Cinco años después, las cámaras destellaron mientras Yvonne, radiante en rojo, cruzaba el escenario de un festival de cine con su hijo de ojos brillantes. Juliano apretó los puños mientras observaba. "Señor, el niño tiene cuatro años y medio", susurró su asistente conmocionado. Luego, se apresuró al set de filmación solo para presenciar a un actor de primera categoría envolviendo suavemente su brazo alrededor de la cintura de Yvonne. "He reservado tu restaurante favorito para la celebración de esta noche". El pequeño parpadeó y, mirándolo con Inocencia al intruso, preguntó: "¿Quién eres tú? ¿Uno de los fans apasionados de mi mamá?". Juliano la acorraló en el camerino y, con la voz ronca, soltó: "Volvamos a casarnos". Ella sonrió, pero no había ni rastro de felicidad en sus ojos. "El telón ha caído; es hora de dar por terminada la función". Pero esta vez, él no estaba dispuesto a dejarla ir.
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